«Te hacen sentir puta si no eres de las elegidas para ser la mamá de sus hijos»

Imputada, el libro donde la ex jefa de prensa de la UDI, Lily Zúñiga, pone al descubierto las artimañas de la derecha chilena, ha tenido, a pocos días de su lanzamientos, muy buena acogida entre la opinión pública y la prensa del país. El Ciudadano conversó con la coautora de la obra sobre su "triste" proceso de creación y los temas que plantea: género, discriminación, sexismo, machismo y clases sociales.

«Te hacen sentir puta si no eres de las elegidas para ser la mamá de sus hijos»

Autor: Meritxell Freixas

Angélica Yáñez, periodista de 33 años, es la pluma que coescribió Imputada, la polémica publicación en donde la ex responsable de comunicaciones de la UDI, Lily Zúñiga, revela las oscuridades del partido en una suerte de autobiografía narrada en un estilo directo y provocador que sumerge en una lectura devoradora.

Yáñez se cautivó por la historia de “la Negra Tatuada” y, a pesar de no haber escrito nunca un libro, asumió el reto de acompañarla en su decisión de “aportar a nuestra sociedad una mirada desde adentro acerca de cómo funcionan los partidos políticos”, como menciona en su prólogo. Un camino que también para ella supuso una sacudida personal y profesional.

angélica yañez

Procedente de una familia de derecha de la comuna de San Joaquín, reconoce que escribir este libro sobre su partido de toda la vida ha representado para ella un “proceso súper difícil” en el que ha tenido que enfrentar “una desilusión muy grande”. Quizás por eso, hoy asegura que no tiene ningún partido favorito, pero que se siente identificada con figuras como las de Gabriel Boric o Giorgio Jackson “por su pasión” y “porque se la juegan”.

Antes de adentrarse en esta aventura, la coautora de Imputada había trabajado en agencias, donde empezó su carrera como profesional, para luego incorporarse a la Municipalidad de Providencia. Después de eso, creó el portal www.mujeractual.cl que, después de cinco años, sigue gestionando sobre “mujeres empoderadas, independientes, que quieren ser madre pero al mismo tiempo quieren desarrollarse profesionalmente, que son intelectuales, etc.”. A pesar de querer abrir el debate sobre estas cuestiones, no se considera una mujer feminista, sino “justa”. “Pedir que no nos maten, que no nos violen, que tengamos autonomía sobre nuestro cuerpo o decidir con quien queremos estar, no es ser feminista, es que las cosas sean justas. Nada más”, dice con convicción.

Sobre Imputada, del que se han vendido más de mil ejemplares de la primera edición y va en camino la segunda, dice que es un libro “arriesgado, liviano -porque es muy fácil de leer- , y cercano, para que las personas que no son parte de la política pudieran entenderlo y tomar decisiones”.

¿Cómo llegas a escribir un libro como éste?

El libro nace hace un año y medio más o menos en un carrete de cuatro amigos. Yo nunca había escrito antes un libro, era un gran desafío para mí, pero me parecía un tema súper importante. Creo que, de verdad, puede ser un aporte importante para la sociedad porque por primera vez la gente puede saber cómo funciona un partido político internamente en su día a día. En este caso es la UDI, porque Lily trabajó allá, pero esto es transversal, la clase política funciona de forma muy similar y lo que pasó aquí funciona en todos lados. No es nada nuevo.

Además, el libro venía a complementar todo el trabajo que yo llevo años desarrollando en el portal www.mujeractual.cl, en el que reflejo la realidad de las mujeres de hoy, que estamos muy estigmatizadas. Somos muy diferentes de las mujeres de antes, pero actualmente o eres la dueña de casa que está tejiendo o cuidando a los niños o bien eres la mujer súper independiente y cool que no quiere ser mamá. Y no es así. Las mujeres tenemos que aprender a lidiar con todos nuestros roles: mamá, mujer, trabajadora, etc. y además estar constantemente validándonos en esta sociedad: que ganamos menos que los hombres, que sufrimos acoso, que nos matan, etc.

¿Cuál fue la fórmula de trabajo con Lily Zúñiga par llegar al relato final?

Empezamos a trabajar el texto en tercera persona y en el camino Lily se dio cuenta de que no le gustaba, que quería darle una vuelta y trabajarlo en primera persona para que fuera más cercano para el lector.

Iniciamos nuevamente el proceso con una estructura nueva: eliminamos algunos capítulos, agregamos otros, y algunos más los mantuvimos y los pasamos a primera persona. Desde aquel momento, Lily empezó a escribir algunas partes y yo otras.

¿Pero cómo lograste escribir en primera persona hechos que no habías vivido y transmitir en el texto las sensaciones de Lily Zúñiga de forma tan precisa?

Al principio fueron meses de largas horas de entrevistas a Lily para poder conocerla, comprenderla y poder plasmar por qué aguantó tanto esta situación dentro del partido. Tenía que entender eso porque éste iba a ser el principal cuestionamiento. Si a mí me producía esta pregunta, obvio que al resto también. Este proceso fue muy difícil.

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También entrevisté a militantes, incluso históricos, que estuvieron en los inicios de la UDI. No puedo nombrar a ninguno porque absolutamente todos pidieron no ser mencionados. Ahí te das cuenta de que hay mucho miedo a las represalias, a perder el trabajo, a perder a sus pares, porque todos se mueven por los mismos lugares: los hijos estudian a los mismos colegios, pasan las vacaciones en las mismas partes, etc.

Todos estaban de acuerdo en que no les gustaba como funcionaba al 100% la UDI, pero que tenían que estar ahí, que es lo que les da de comer y que es un buen negocio. Un entrevistado me dijo: “¿Quién no va a querer trabajar en el Congreso si cada cierto tiempo te finiquitan, te pagan todo y después sigues ganando un montón de plata?”. Están ahí porque saben todos los beneficios que sacan y por eso es difícil que alguien quiera dejarlo. Saben perfectamente en lo que están.

Estas conversaciones fueron una manera de ratificar también el relato de Lily, y confirmar que efectivamente el partido funciona así.

Con el cambio de tercera a primera persona, a los seis meses, Lily se involucró más en el proceso de escribir y comenzó a contar un poco más su historia y era mucho más fácil trabajar. Ahí empezó un trabajo más a la par. Hasta el día del lanzamiento, que yo esperaba por lo menos una mención.

¿Cómo?

Si bien es cierto que nunca quise protagonismo en todo esto, sí esperaba el reconocimiento del trabajo de este largo proceso. En el acto del lanzamiento del libro, Lily dijo que quería agradecer a una periodista, casi como la secretaria que tecleó el libro, ni siquiera me mencionó. Dijo que no estaba ahí cuando, en realidad, estaba sentada a primera fila. Esto dolió, dolió mucho. No lo esperaba de ella, creo que fue absolutamente inconsecuente.

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Era nuestro día, el día para disfrutar después de todo el proceso y aparecí como casi la periodista que entrevistó a alguien, pero no la que escribió el libro. Y eso fue triste, sobretodo en lo personal, más que en lo profesional. Fue un golpe duro. Sin embargo, en lo profesional, estoy muy contenta porque se ha vendido bien y ha llegado a muchas personas.

Es cierto que tu coautoría está muy invisibilizada en este libro. No apareces en el interior explicándose quién eres, tampoco se te menciona ni en el prólogo ni en la contraportada, no hay fotos, etc.

Trabajé muy duro para que finalmente los créditos se los lleve otra persona. No quiero repetir una experiencia triste como esta.

¿Pero repetirías volverías a escribir un libro para poner luces sobre un colectivo poderoso?

Me encantaría pero tengo muy claro que de ahora en adelante mi trabajo va a ser sola.

La idea de otro libro la tengo en mente, siguiendo en la línea de la mujer, en este caso sobre este estigma de que una mujer tiene que ser madre en nuestra sociedad.

¿Te atrajo especialmente que  ese colectivo fuera la UDI?

Fue un proceso súper difícil. Por herencia familiar yo soy de derecha y toda mi familia siempre votó a la derecha. Cuando empecé a enterarme de todo esto fue muy heavy. Cuando crees en algo y te das cuenta de que no es así tienes que reinventarte, te descoloca, sientes que te han mentido o que te equivocaste toda tu vida. La desilusión es muy grande. Escribir contra el partido por el que yo mismo había votado me provocaba una dicotomía que no era menor.

Pero en el camino me di cuenta de que era interesante, que era súper importante hacerlo y que igual era entretenido, no lo niego.

¿Qué efecto buscaron programando el lanzamiento del libro justo antes de las elecciones?

Responde claramente a una estrategia comercial pero sobretodo para que las personas puedan leerlo. Con el libro no estamos diciendo no votes por la UDI, estamos diciendo infórmate, lee y vota por el candidato, independientemente del partido político, que realmente te represente.

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¿Qué ha significado escribir Imputada para ti?

Siempre he creído que venimos a este mundo para hacer algún aporte. Siento que este libro era una tremenda oportunidad, por medio de la historia de la Lily, de dejar algo que pudiera ser un aporte para la sociedad.

Sin embargo, me preocupa el nivel de raciocinio y análisis de esta sociedad porque todos se quedan con la “Negra Tatuada” y la discriminación de ella por el tatuaje, pero hay que empezar a elevar esto en todas las esferas de la sociedad: hay discriminación y abuso en todos los niveles, desde el servicio público a en la empresa privada. Este libro es un instrumento para poner encima de la mesa este debate y que la gente se dé cuenta que así como ella [Lily] sufrió abuso, acoso, irregularidades laborales, no es la única y muchos lo sufren día a día. Era un proyecto mediático y tenía la oportunidad de llegar a muchas personas para explicar eso.

Mujeres, política y discriminación

¿Cómo surge la idea de titular al libro Imputada?

Todo el el proceso de elaboración fue muy artesanal. Las ideas salían, por ejemplo, tomando un vino en una terraza y conversando. Al creativo del grupo se le ocurrió porque Lily había sido citada en calidad de imputada y había el juego con la palabra ‘puta’, que es como te hacen sentir si no eres de las elegidas para ser la mamá de sus hijos, es decir, si no has estudiado en los colegios que toca, ni has ido a la universidad que corresponde, si no tienes un apellido o una cuna determinados. Lily se sintió así dentro de la UDI.  En realidad es como En definitiva, si no tienes los requisitos para ser una señora UDI, automáticamente estás para la otra categoría, que significa que eres una entretención dentro de, o se creen con el derecho de proponerte cosas que no les propondrían a otras personas.

En el libro te refieres justamente a eso como “el convertirse en una decoración o un relleno” para ellos.

Justamente, porque en la UDI no eres tratada como una mujer decente. Estás en otro nivel.

Lily dice que se siente una mujer odiada pero útil y que por esta razón no la echan del partido.

Ella es muy buena en lo que hace porque esa fue su pega durante 12 años. La llamaban de todos lados para levantar pautas al político que fuera. Por eso claramente era muy útil para ellos.

¿Todo lo que le pasó allá dentro fue por ser, en sus propias palabras, “una mujer chica, negra y tatuada”?

Por supuesto que si hubiera sido una mujer blanca, sin tatuajes y con apellidos, la Pepa Hoffmann probablemente habría dicho que sí que podía ser candidata por la UDI, que este fue el momento más importante y más doloroso para Lily. Si hubiera sido de apellido alemán y hubiera estudiando en El Campanario y en la Universidad del Desarrollo, sí que hubiera podido postularse por la UDI. Y probablemente este libro no existiría.

Hay un momento del libro en el que Zúñiga recuerda que un dirigente de su partido una vez le confesó que “en el partido hay mujeres que son para ser la mamá de los hijos y otras que son sólo para la cama”. A ella está claro que la consideraban para lo segundo: hay al menos dos episodios del relato que detallan intenciones claras de acostarse con la periodista: una por parte de Jorge Manzano en una disco y otra de Gonzalo Cornejo en Chiloé. Al final del libro también explica el “agarrón” del ex diputado de la UDI Ignacio Urrutia. Lily transmite la rabia que estas situaciones le provocaban desde su individualidad, pero en la obra no se refleja que esto se manifestara alguna vez hacia fuera.

Cuando una jovencita, como Lily en ese momento, llega a un partido político y empieza a descubrir un mundo nuevo se pierde. De la noche a la mañana empiezan a aparecer viajes, comidas por aquí y por allá, restaurantes, dinero, lujos –en definitiva–. No sé si se da cuenta de lo que está viviendo. Probablemente si no hubiera pasado este momento del no ser candidata por sus características físicas y por su ascendencia, quizá nunca se habría cuestionado todo esto. Pero tampoco fue tan repentino el cambio. Ella siguió dentro del partido.

Con este libro, ella viene a enmendar lo que no hizo antes, porque anteriormente no sé si habrá hecho mucho y tampoco sé si las mujeres en la política, en general, lo hacen. Creo que se resignan. Si una secretaria es acosada por su jefe, ¿quién le cree a la secretaria? Si ella no quiere perder su trabajo, calla. Y es lo mismo acá porque las mujeres no quieren perder su pega.

Hoy hay un libro, pero si Lily hace cinco años atrás hubiera dicho “Jorge Manzano me acusó”, probablemente le habrían dicho “¡y quién eres tú!” y se habrían reído. Eso a pesar de que internamente era bien sabido que lo hacía, sobretodo a las jovencitas. Y no solamente él, sobretodo en estas fiestas medio tránsfugas en las que siempre había mujeres involucradas.

¿Qué tan censurados están estos capítulos?

Tratamos de que no hubiera censura alguna. No fue fácil porque había que tomar las decisiones de qué va y qué no porque si poníamos cuatro o cinco acusaciones de acoso, lo primero que dirían es “oye que esta mina se cree muy rica?”, “¿será que andaba provocando?”. Por eso elegimos con pinzas cuáles teníamos que contar y cuáles no. Pero no hubo censura, fue tal cual como sucedieron los hechos.

¿Fue difícil el proceso traspasar estos momentos sobre el papel?

No, todo lo contrario. Eran tantas las ganas de contar lo que pasaba internamente que fue un agrado desenmascarar a estas personas que se creen honorables, que deciden y legislan por nosotros pero, en definitiva, en la interna, tienen otra forma de actuar. Fue muy liberador escribirlo.

¿Han tenido reacción de algunos de los señalados en el libro, como mensajes, críticas, amenazas?

Por el momento, judicialmente no hay nada. Han llegado rumores de que se están armando para establecer acciones legales. Lily recibió amenazas, lo dijo públicamente en un par de entrevistas. Si en la UDI son inteligentes, no van a hacer ninguna acción porque para nosotras va a suponer más publicidad y más prensa.

¿En general, crees que hay solidaridad de género entre las mujeres que enfrentan situaciones similares?

Rotundamente, no. Está empezando poco a poco como el ejemplo de la marcha #NiUnaMenos. Pero antes de que violen o maten a una mujer, los comentarios generales son “si se cree muy rica que la andan acosando, que está loca, que este gallo no haría algo así”. Siempre lo primero son los cuestionamientos antes de creer a la persona, cuando lo primero tendría que ser el te creo, te acompaño, te ayudo. Creo que los hombres, en esto, son mucho más solidarios.

Sobre marcha #NiUnaMenos, crees que los miles de personas que estaban allá tenían todas consciencia feminista, o fue la reacción al impacto mediático que estos femicidios a niñas menores tuvieron en los medios, y de rebote en la ciudanía? Por ejemplo, ¿en una marcha a favor del aborto, un tema que también tiene que ver con la violencia hacia las mujeres, habría habido tanta participación?

Creo que la mitad de las mujeres que estaban en la marcha no entienden la importancia de luchar por los derechos, de estar constantemente informadas, de ir a votar, de compartir información, etc. Y también tiene que ver con la moda y con que hay una necesidad de decir algo, pero no se traduce en acciones reales de las personas para cambiar lo que está pasando.

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Lamentablemente, en la idiosincrasia chilena existe un doble estándar tan y tan grande que muchas veces por el ‘deber ser’ se apoyan mociones que no representan el día a día de la mujer. Me cuesta entender que una mujer pueda avalar que si fue violada tenga que tener su hijo sí o sí. ¿Qué respeto hay por el cuerpo de esa mujer que fue vejado por un hombre? No hay nada más vejatorio que eso. Yo creo que las mujeres deben decidir si quieren o no tener un niño producto de una violación. Es inconsecuente que, por un lado, salgamos a marchar por los derechos de la mujer y, por el otro, veamos que no podemos abortar un niño producto de una violación.

¿Ese doble estándar es más acentuado en el mundo de la política?

No sé si sea más, pero como los políticos tienen una misión y obligaciones en la sociedad, probablemente se vea más. Tienen que pensar en su partido, en sus votantes. Si ellos piensan A y el partido dice B, van a decir B para recibir los votos.

Viven reprimidos: crecen en colegios católicos donde constantemente les dicen que tienen que llegar vírgenes al matrimonio, que la función de la mujer es la de traer niños al mundo, etc. Por ejemplo, uno de los entrevistados contó que su señora usa un termómetro para saber cuándo ovula y así tener relaciones. Se crían bajo este tipo de lógicas.

Estos hombres, hablemos de ellos que tienen instintos más animales, están tan reprimidos que cuando, en lo oculto, tienen la oportunidad de agarrar un culo o de hacer otra cosa escondida que no sea lo que hacen en el día a día con su mujer –que tiene que ser lo más fome que hay–, se vuelven locos, se liberan.

¿Esto se da más en la derecha que en la izquierda?

Por supuesto que se da más en la UDI porque la religión tiene mucho que ver en este partido. Crecen en función de ella. Es como si los programaran desde muy pequeños.

Está claro que tienen que haber más ‘Imputadas’, más libros como este.

Por supuesto. Para que la gente piense y también para despertar el interés de la gente porque somos nosotros quienes elegimos a las personas que están en las instituciones, son nuestros representantes. Y mientras no entendamos esto, nada va a cambiar. Esto tendría que ser lo más importante del libro, que todos juntos somos más. Puede sonar muy idealista, pero yo creo que puede ser.

Bonus Track

Esta entrevista se realizó a pocos días de las elecciones municipales. Antes de publicarla, El Ciudadano contactó nuevamente con Angélica Yáñez para conocer su opinión acerca de los resultados electorales.

¿Qué valoración haces de los resultados de la UDI en  las elecciones municipales?

He escuchado por ahí que la intención del libro es que la gente no votara por la UDI en las elecciones. Eso es absolutamente errado. El libro tiene como objetivo crear consciencia y que los ciudadanos vayan a votar informados.

Sobre los resultados, no sé si el ganador fue la UDI. Creo que fue un castigo al Gobierno y a la Nueva Mayoría. En este minuto está reinando el voto por el menos malo. En Valparaíso se dieron votos inesperados y eso significa que algo está pasando. Se presenta un panorama súper incierto que lo más claro es que la gente está muy descontenta.

¿Esperabas que el libro pudiera provocar más incidencia sobre el voto UDI, teniendo en cuenta que precisamente no deja nada bien parado al partido?

La finalidad es que la gente descubra y decida. Si después de leerlo, siguen votando por ellos, cada uno es libre, tu no puedes meterte en el voto de cada persona. Nosotros nos hacemos cargo de decir lo que pasa.

Meritxell Freixas

@MeritxellFr


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