“Me gustaría decir algo en relación a la literatura y a la forma en que se distribuyen los libros en Chile. Es muy difícil hacerse un lugar desde regiones en el mercado nacional. La industria editorial chilena es avasalladora con sus títulos, no sé si necesarios todos; en el otro extremo, las editoriales pequeñas e independientes, aunque tengan obras que merecen ser distribuidas y conocidas, tienen un camino pedregoso. Creo que se necesita un cambio”. Así habla el escritor aysenino Eleodoro Sanhueza, quien en 2013 publicó la novela “Almas en el río” precisamente en una editorial regional, Ñire Negro -presente en la FILSA de este año en la Estación Mapocho- y que dado el interés despertado en el público ya va en su segunda edición, la cual fue lanzada hace unos meses en la Biblioteca Nacional de Santiago. Seis años demoró su investigación acerca del llamado “Caso Aysén”, durante el cual la Justicia indagó en las extrañas muertes de 12 jóvenes ayseninos, ocurridas en un lapso de cuatro años, sin lograr resultados concretos. El tema fue cerrado y sólo hubo un condenado a pena de cárcel: el “testigo clave”, Jorge Corona. Sin duda un caso que presenta extrañas circunstancias, tan misteriosas como las profundas aguas del río Aysén a las que se habrían arrojado estos jóvenes, según informes policiales. Ello, pese a la insistencia de las familias de las víctimas en la participación de terceras personas, las que pertenecerían a “poderes fácticos” locales. Otra razón que comprueba que “Santiago no es Chile”; la corrupción puede estar en todos lados, incluso en aquellos rincones más alejados y apacibles.
Desde su primera edición, la novela de Sanhueza viene acompañando las lecturas, análisis y ejercicios de los estudiantes del Taller de Crónica y Entrevista de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile, dirigido por la Premio Nacional de Periodismo 2007 y profesora de esa casa de estudios, Faride Zerán.
–¿Cómo nació la idea de escribir esta novela? ¿Lo sentiste como una necesidad?
-“La idea principal era escribir una historia, como el sueño infantil de querer contar algo y que esa historia sea leída por la gente. Ese fue el primer impulso. Luego, con los amigos escritores de Aysén, queríamos escribir pero no de los mismos temas que escribían todos sobre Aysén, es decir, acerca de los pioneros y la hostilidad del territorio o la naturaleza prístina. Con esa reflexión, durante un viaje a Santiago se me ocurre la idea de escribir un cuento sobre un patagón al que le encargan llevar un pedazo de carne a un pariente en la capital. Esta mini historia, de hecho, está en la 1° edición del libro. Pude haberla sacado, pero fui fiel a ella, porque siento que es la idea que da origen a “Almas en el río”, y porque además me permite simbolizar la muerte a través de ese trozo de carne. La necesidad la fui sintiendo con el correr del tiempo, y mucho más luego que fue publicado el libro. Creo que allí adquirí un compromiso con este suceso, y que es lo que me mantiene amarrado a estos hechos”.
–¿Tuviste temor en algún momento de llevar a cabo esta tarea?
-“El temor no lo sentí yo de forma espontánea, creo que me lo infundía la gente, los conocidos, los amigos. No obstante, nunca he sentido miedo, salvo cuando salió publicado el libro, puesto que de sólo pensar que sería leído por mucha gente, podría haber algunos lectores que se sintieran identificados y que a raíz de eso pudieran tramar alguna venganza. Pero hasta el momento nada ha ocurrido”.
-¿Esos lectores a los que te refieres tienen que ver con personas pertenecientes a la organización que en tu novela llamas “Los intocables”, y que estaría integrada por empresarios locales, policías, funcionarios judiciales y del Ejército?
-“Sí”.
–¿Hubo algún tipo de obstáculo o algo extraño que te hiciera pensar en desistir?
-“Hubo obstáculos al inicio de la investigación. Recorrí muchas oficinas y mis primeros contactos los tuve con la gente que estuvo más cerca del caso. El obispo, abogados, familiares. Extrañamente nunca se mostraron muy dispuestos a ayudar, pero como fui insistente pude conseguir antecedentes, aunque principalmente la información la obtuve de los expedientes, a los que tampoco fue muy fácil acceder. Tuve que acercarme a la Corte de Apelaciones para solicitar la entrada al Juzgado de Puerto Aysén. La verdad es que fue un trabajo arduo que hice solo, con alguna ayuda de abogados en cuanto a la redacción de documentos formales. Tengo la sensación de que había mucho miedo en la gente y no quería verse involucrada en nada ligado al suceso. La publicación de “Almas en el río” demostró que se podía hablar del tema y de paso permite el rescate de la memoria, el no olvidar que alguna vez sucedieron hechos que quedaron impunes pese a testigos y pistas”.
–En un país como el nuestro, en donde tantos delitos y crímenes han sido ocultados, ¿crees que el aislamiento de la región de Aysén se pudo haber prestado como “escenario ideal” para tapar la verdad de estos hechos?
–“Claro que sí, aunque delitos y crímenes se cometen en todos lados. Existe una teoría en relación a muertes al interior del Ejército, hechos ocurridos a partir de la década del ‘90 en muchos regimientos del país. Crímenes que fueron caratulados como suicidios, pero que dejan una gran duda. Aysén es un lugar propicio para cometer crímenes, los últimos sucesos lo demuestran. La muerte de 2 mujeres en los años 2011 y 2012, cuyos autores aún se desconocen. En Puerto Aysén ha habido un desorden judicial, policial y todo eso ha contribuido a las tragedias”.
-¿Qué opinas de la tesis que señala que detrás de estas muertes habría temas relacionados con tráfico de drogas, además de eventuales participaciones de personas influyentes y la existencia de un corredor bioceánico para el tráfico que iría desde Puerto Chacabuco-Puerto Aysén-Coyhaique hasta Comodoro Rivadavia, en Argentina?
-“El tráfico de drogas existió, o existe, y esa tesis la desarrollo con mayor profundidad en el próximo libro. La tesis que señala que este tráfico estaría detrás de las muertes podría ser comprobable en algunos casos, no en todos. El conscripto Roberto Lagos fue utilizado como señuelo para la captura de un traficante después de la desaparición de los estudiantes Leandro Morales y Juan Carlos Machuca, que eran amigos de Roberto, porque se manejaba la hipótesis que los estudiantes estaban involucrados en un tráfico de drogas. El soldado fue enviado a la casa del traficante a comprar drogas, con dinero de la policía. ¿Por qué fue utilizado él? Es una pregunta que habría que hacerse, y la respuesta es porque su jefatura y la policía tenían conocimiento de que él estaba vinculado con el tráfico. Aquella acción, bastante irresponsable, dejó vulnerable a Roberto. Por un lado lo convertía en cómplice y, por otro, en un blanco perfecto de la venganza de los traficantes de la zona. También está el caso de Rodrigo Barichivich, que conocía demasiado el ambiente nocturno y apareció muerto, colgado en un bosque. En Puerto Aysén la población juvenil y adulta siempre supo el recorrido de la droga. Pero aquello nunca fue comprobado, por alguna razón”.
-¿De qué manera podrían estar relacionadas estas muertes con el caso Matute, o la del guía turístico Kurt Martinson, desaparecido el año pasado en San Pedro de Atacama?
-“Es difícil aseverar alguna relación, puesto que en el caso Matute todavía no hay una respuesta concreta, y en el caso de Martinson tampoco, ni su cuerpo aparece y lo que hay son sólo conjeturas. Pero todo parece indicar que el modus operandi es el mismo que se utilizó en algunos casos de Aysén, como así también en lo ocurrido con Pedro Soto Tapia, el conscripto del regimiento Yungay. El negocio de la droga en Chile es un secreto a voces”.
-Estás elaborando una segunda parte. ¿Hay más antecedentes? ¿Cuándo podría estar disponible?
-“Estoy trabajando en una segunda parte y claro, hay muchos antecedentes. El hecho de publicar “Almas en el río” me permitió acceder a mucha información y he tenido ayuda en la forma de investigar, de analizar esa información. Tengo algunos problemas en relación a ciertos datos que no estoy autorizado a entregar y que son importantes, porque ayudarían a relacionar sucesos y encontrar posibles respuestas. Creo que a fin de año habrá un texto para que pase a una lectura crítica y posteriormente a edición”.