Un artista emergente

Gustavo Burgos siempre tuvo mucha admiración por Francis Bacon, Lucian Freud y Rembrandt. Quizás porque a través de la figuración y el retrato, estos autores dejan ver el mundo interno del retratado. Pero Gustavo comentó que, a lo largo de su producción «tomó el camino inverso. Me alejé de la completa figuración y deje salir mi mundo interno. Fui realmente influenciado por las personas con las he trabajado como asistente en la realización de sus obras, como Alicia Díaz Rinaldi, Nora Iniesta y varios otros maestros con los que tuve el gusto de compartir taller».

Gustavo Burgos.

Nació en Buenos Aires, en el barrio de Lugano, donde hizo el secundario en la Escuela de Bellas Artes «Lola Mora». Desde niño, veía a los alumnos del «Lola» que realizaban sus trabajos al aire libre. Por eso pidió, a los 10 años, que lo lleven a un taller de dibujo que le permitiera pasar el examen de ingreso para ir a esa institución. Realizó un Profesorado en el Instituto Superior Manuel Belgrano. Del 98 al 2004, hizo como autodidacta, una serie de prendas de vestir confeccionadas en tejido, bordadas y con apliques de pinturas en miniaturas y vidrio. Actualmente, vive en el barrio porteño de Caballito.

Hoy en día, se encuentra explorando con materiales reciclados, de preferencia vidrio, polímeros, madera, metales y varios objetos que se cruzan por su camino. Realmente, no descarta ningún material ni técnica para la producción, ya que cree que la integralidad en general, tanto de materiales como de disciplinas, es lo que realmente hace a la plasticidad del artista. «El tema que abordo tiene que ver con resignificar el desecho que vamos dejando perdido, traer a conciencia la importancia de cómo repercute en la flora y la fauna nuestra estadía por esta tierra», comentó. Para ello el ensamble de estos desechos van componiendo una imagen delicada a simple vista, pero cuando uno ahonda en la obra, percibe esas aristas de vidrio cortante y peligroso que refiere a la dicotomía de la luz y la sombra, la vida y la muerte.

—¿Dentro de la variabilidad, usás técnicas y soportes más o menos constantes?

—Uso varias disciplinas para concretar una imagen. Uso polímeros como soporte para el ensamble de vidrios como material donde pueden verse fragmentos de grabado, pintura y dibujo. Sería una suerte de bajo relieve y objeto creo.

—¿Qué importancia le das al collage?

—Toda. En un principio creía que solo se limitaba a lo pictórico, pero luego concebí que es aplicable a todas las disciplinas y, metafóricamente, a la vida en general. Nuestro mundo interno y la manera de ver el mundo es un gran collage.

—¿Cómo es el proceso de génesis de tus trabajos?

—El material y el soporte son los que guían la imagen primaria que me llega a la mente. Los elementos se van juntando de a poco y yo solo consumo su ensamble. Hay veces que me enfrento a un cuadro terminado y realmente no sé cómo fue que lo hice. Por lo general, cuando eso pasa, me acerco a esa obra a aprender como si de otro autor se tratase.

—¿Qué valor tiene la composición para vos?

—La composición es en realidad para mi algo fortuito. Pocas veces empecé una obra con un boceto. Es totalmente importante, pero como dije, es una cuestión de equilibrar lo que los elementos me insinúan.

—¿Por qué elegís el vidrio y materiales sintéticos?

—Tengo la teoría de que los materiales sintéticos también son naturales a la existencia del planeta. Así como las avispas regurgitan papel, las abejas producen miel, nosotros tomamos de recursos naturales para elaborar eso que le llamamos sintéticos. El vidrio es elegido por su cualidad de integrar la delicadeza con lo filoso y cortante que lleva a uno a la metáfora de los opuestos complementarios.

—¿Cómo concebís estos materiales al momento de encarar tu última serie, que, según nos contaste, tiene como temática la flora y fauna autóctonas, mediante el reciclado?

—Los materiales juegan un papel importante ya que busco una clara idea de que estos pudieron ser descartados por cualquiera de nosotros. De este modo, traer a cuento que los desechos quedan en nuestro suelo y pueden ser reutilizados impactando en menor medida a la contaminación de nuestro hábitat.

—¿Por último, qué buscás artísticamente?

—Mi idea y satisfacción es poder llegar a conmover al espectador. También es muy importante, para mí, sacar eso que llevo dentro como mis más profundas inquietudes.

Parte de compartir es para mí un acto de educación. Tengo una gran vocación de docente y así, como enseñar en un aula o a una persona en particular, también es menester transmitir y sembrar inquietudes a través de la producción artística.

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