El Frente Amplio va adquiriendo forma. No se trata del centenar de columnas de opinión que han ido sugiriendo uno u otro molde. Tampoco las intervenciones a través de la prensa que van desplegando lecciones de cómo debiera organizarse, ni a qué expectativas responder. En cambio, han definido mantener vocerías compartidas, un espacio de comunicaciones común, y otro programático que echará a andar un proceso colaborativo de discusión.
Mantienen una “mesa política” en la que han resuelto estas definiciones y, por primera vez, esta semana construyeron una acción política común: apoyaron el recurso de protección presentado anteriormente por Izquierda Autónoma contra el Servel a comienzo de febrero.
Para llegar a esas definiciones, mucha agua ha pasado bajo el puente. Organizaciones se han tensionado, algunas quebrado, otras constituido tendencias internas. Los voceros del Frente Amplio, Sebastián Depolo (Revolución Democrática) y Karina Oliva (Partido Poder) conversan con El Ciudadano para abordar la contingencia y profundizar en los fundamentos políticos de la coalición. Qué los une y qué los divide.
Primeras acciones conjuntas
Esta semana realizaron la primera acción política conjunta como Frente Amplio. ¿Cuáles son las banderas y acciones que logran reunirlos?
Sebastián Depolo (SD): Tener acciones conjuntas suponen construir confianza. Cada miércoles hay una mesa política que va tomando definiciones, no sólo sobre cómo nos organizamos, sino que también de qué vamos a hacer. Esta es una de las primeras acciones que definimos hacer en conjunto. Es parte de una construcción y da cuenta de la buena salud de este trabajo, que nos permiten ir tomando ya acciones conjuntas completas. Si bien esta iniciativa la partió Izquierda Autónoma, desde el primer día lo comunicaron a los demás. Creo que todas las organizaciones estamos ofreciendo nuestra agenda y sobre eso se va a ir construyendo más unidad.
Karina Oliva (KO): La mayoría de las fuerzas somos muy nuevas y estamos construyendo nuestras propias identidades. Hacer actividades conjuntas también suponía ciertos grados de temor que esas identidades se diluyeran. La idea es que el FA las cohesione y no que las fusione, para construir una identificación hacia afuera. Eso es un proceso. El hito del miércoles marca cierto grado de precedente de que hay temas país que nos hacen confluir como colectivo, como grupo.
Notamos un mayor nivel de cohesión, un reconocimiento de las tareas e historia del otro. Izquierda Autónoma trabajó este tema bastante bien y lo puso a disposición de un colectivo mayor. El objetivo es dar cuenta y visibilizar las diferencias que tenemos con los conglomerados tradicionales.
“Maduración” del FA, nudos internos y hacia la izquierda
Dentro de las organizaciones del Frente Amplio, hay tensiones. Quiebres en unos como Izquierda Autónoma e Izquierda Libertaria y constitución de tendencias internas en otros como RD. ¿Cuáles son los temas más peliagudos sobre los cuales se debate?
KO: Las tensiones son propias de la política porque estamos en un debate político y ello, por definición, es una confrontación de propuestas e ideas que cada uno quiere que genere adhesión. Es una tensión natural en toda organización y el Frente Amplio no está libre de ello. Las tensiones internas también pueden desbordarse, pero hay madurez en las organizaciones como para no entorpecer los desafíos mayores mirando hacia adelante. Sin contradicciones es muy difícil crecer, pero hay que resolver las diferencias con respeto, de manera democrática.
SD: El Frente Amplio implica una apuesta de madurez. ¿Qué significa como definición política? Que todos optamos por una vía político-institucional de transformación, y no solo político-social. Es interesante, porque no todas las izquierdas que emergen de los movimientos sociales de los años 2.000 tuvo siempre esas definiciones. Para la izquierda universitaria había una suerte de trinchera respecto de la disputa de la institucionalidad. Con ello no quiero decir que haya que renunciar a lo político-social, pero antes había un límite, o una disyuntiva. La tesis a la que de distintas formas todas las organizaciones que conformamos el Frente Amplio llegamos, es que no existe tal disyuntiva para transformar el país. En la práctica todos tomamos la misma definición. Esa maduración nos permite confluir.
Esa es la decisión que genera tensión, dependiendo de si la organización propia será «de cuadros» o «abierta», por tanto, cuánta diversidad interna aguanta. Los partidos tenemos la obligación de aguantarla, porque queremos ser miles.
Hay un debate en relación a la izquierda. Se ha reivindicado la idea de que el Frente Amplio no asume esa identidad. Pero también se ha señalado una apuesta por desbordarla, sin renunciar a ella. Sin embargo, la identidad de la izquierda también está en los partidos oficialistas (PS, PC). ¿Qué es lo que se rescata y qué es lo que se desafía de la izquierda desde el Frente Amplio?
SD: Hay dos niveles: el nivel del Frente Amplio y el colectivo en el que uno milita. Algunos nos definimos explícitamente como “de izquierda”. No así el partido liberal o los ecologistas verdes.
La identidad colectiva del Frente Amplio debe ser más abierto a los que se auto-definen de izquierda. Las grandes mayorías de este país se sienten fuera de esa definición. Sobre todo porque los últimos 25 años aquella parte de la izquierda que se institucionalizó durante la transición, desdibujó sus ideas dentro de ese mundo. Gradualismo excesivo, reformismo de baja intensidad, la gobernabilidad, etc. Sobrerrenovaron y deslavaron las ideas socialistas, lo que hace que hoy no haya ninguna práctica ni proyecto de izquierda.
Este es el primer gobierno que intenta poner algunas banderas que uno podría identificar más con la izquierda. Y no le resultó.
El discurso identitario de la izquierda sobre todo de raíz universitaria resulta totalmente ajena, porque la vida es otra.
KO: Por un tema de análisis, estudio y definición política, para nosotros la dicotomía izquierda-derecha no hace sentido. Entonces, más allá de nuestra historia personal, los conflictos de la sociedad están superando esa dicotomía. Esa es una definición de Poder y no es achacable a las otras identidades. Queremos que todas ellas se reconozcan, incluso más, también identidades pluranacionales, o de género, etc.
Luchamos por libertades individuales, pero también colectivas. El Frente Amplio debe convocar a un Chile agotado. Al 90%, lo que más le molesta, es la colusión empresarial y empresarial-político.
Hoy el Frente debe convocar a Chile a construir un país distinto. En este país centralista, hay que aprender a vivir en diversidad. Tenemos que instalar un proyecto país, más allá de que seamos gobierno o no. Para eso tenemos que hacerle sentido a una porción amplia de la población, no a un residuo. Que sienta que debe defender los derechos de las mujeres, la flora y fauna, los derechos de los trabajadores, a eso aspiramos.
Política formal, enemigos y fuerza
¿Qué relación se establece con el mundo político formal y sus distintas expresiones, en específico en el campo de las reformas?
SD: No hay unidad de propósitos en la Nueva Mayoría. Nuestra experiencia en la reforma educacional es que cada diputado juega a la libre. Es triste. Ni el PS ni el PPD tenían previo a las elecciones anteriores un documento que dijera «qué educación queremos para Chile». Todos adhieren a un programa porque compran una candidatura ganadora. Y llegan sin unidad programática al Gobierno.
No podemos hablar «del PPD» o «del PS», sino de grupos. Hay agendas parecidas a las del Frente Amplio, pero hay decisiones orgánicas distintas. Algunos construyeron gobierno con gente que no quiere cambios. Ese es un nudo político en la Nueva Mayoría: minoría por cambios, mayoría contra los cambios.
En ese sentido, la posición de Revolución Democrática es autonomía estratégica de la Nueva Mayoría, porque es incapaz de generar un proyecto transformador y es muy difícil que el recambio pase por dentro. Constituyeron un partido transversal que no escatimó en desplazar a sus díscolos. Martner duró meses cuando alcanzó la presidencia del PS. Adolfo Zaldívar terminó expulsado de su partido.
KO: A veces las bases de los partidos de la Concertación son más consecuentes. Desde la lucha contra la dictadura, a la defensa de los Derechos Humanos. Una cosa son las dirigencias, y otros, a quienes tenemos que convocar, son los militante de base y al votante de la Nueva Mayoría que no quiere más abusos y quiere transformaciones: Nueva Constitución, no más abusos, no más Isapres, AFP, etc.
A nosotros nos cuestionan el tema de la gobernabilidad, qué haríamos si pasáramos a segunda vuelta. Y creo que tiene que ver con los liderazgos. Bachelet ha vivido un período de gobierno complejo, porque a pesar de tener mayoría parlamentaria, no tuvo capacidad de conducción. En la Nueva Mayoría también se ve frustración. No hubo recambio de liderazgos, es la misma generación constituida al alero del bipartidismo. Incluso lo replican en sus internas.
¿Cuáles son los enemigos y adversarios del Frente Amplio, de dónde saca su fuerza para enfrentarlos?
KO: Nos enfrentamos a un modelo explotador y segregador, a quienes perpetúan el rol de las isapres, los recursos de las Fuerzas Armadas. Pero debemos perder el miedo. No nos queda más que perder. Vivimos pauperizados, hay zonas totalmente abandonadas, personas mal alimentadas, sin áreas verdes. Personas sin acceso a hospitales, o que no se les pueden atender, que encima deben pagar estacionamientos, en fin. Ahí hay algo que hacer. Si superamos el miedo, podremos hacer que más gente lo pierda. El miedo a superar la medida de lo posible.
SD: Los adversarios son los que no quieren cambios. Ellos tienen poder y están en la economía, la política, etc. tenemos que despertar el poder de la ciudadanía y su poder cultural. El éxito será nuestra fuerza. Tenemos que ponernos objetivos y ganar. Cuando ganemos esos objetivos, será un aliciente para seguir avanzando.