Solo entre Madrid y Cataluña suman muchos más casos de coronavirus y prácticamente los mismos muertos que registra el Ministerio de Sanidad para toda España. Al menos así lo entienden las comunidades que han empezado a utilizar datos de funerarias y sanidad mortuoria para complementar las cifras que le remiten diariamente al Gobierno, en base al protocolo de la Organización Mundial de Salud (OMS) y el Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC), que piden casos confirmados.
Cataluña lo hace desde el jueves pasado y ya aquel día pasó de los 4.056 a 7.097 víctimas, y la Comunidad de Madrid se sumó ayer, con lo que los 7.577 fallecidos confirmados se han transformado en 11.852, teniendo en cuenta los casos sospechosos de COVID-19 que no entran en el recuento oficial por carecer de una prueba PCR o de test rápido que los certifique.
Que las dos comunidades —sobre todo Madrid— son la zona cero de la epidemia en España, comparables a la región italiana de Lombardía o la Wuhan china ya se sabía desde hace semanas. De hecho, solo con el recuento oficial entre ambas suman más positivos detectados (105.388) que el resto del país todo junto (103.001). Y ocurre algo parecido, incluso de manera más acusada, con las víctimas: suman 11.851 frente a las 9.866 de las otras 15 autonomías, Ceuta y Melilla.
Sin embargo, con estas nuevas fuentes, que en el caso de la Generalitat incluyen datos de las funerarias y en el de la comunidad madrileña de sanidad mortuoria, las diferencias se vuelven verdaderamente aberrantes. Llegarían a 20.697 muertos cuando Sanidad cuantifica los de toda España en 21.717.
Incluso hay otra cifra que sirve para aproximarse algo más a las dimensiones reales de la pandemia, que es la de pacientes en seguimiento domiciliario con síntomas leves compatibles con el COVID-19. Madrid tiene 259.878 personas y Cataluña unas 96.000, con se elevarían a casi medio millón los afectados por la enfermedad, sin tan siquiera tener en cuenta a los que pudieron infectarse con el virus y no presentaron síntoma alguno.
Tampoco son las únicas comunidades que presentan estos datos a mayores. Hay al menos otras nueve que lo hacen y solo entre las dos Castillas cuentan 30.000 casos a mayores, aunque no se puede hacer un cálculo total porque quedan autonomías, entre ellas Galicia, que no detallan la cifra de personas en seguimiento domiciliario a las que no se les hicieron pruebas.
Ahora habrá que ver si todas esas cifras se ven refrendadas con el estudio epidemiológico puesto en marcha por el Gobierno y que, según explicó ayer el director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias (CAES), Fernando Simón, empezará a arrojar resultados preliminares a partir de la primera, «o como mucho la segunda» semana desde el inicio de las pruebas. Unos test cuya logística se está coordinando ahora con las comunidades y que debería empezar con la recogida de muestras en cuestión de días.
En cuanto al seguimiento diario de la pandemia, aún con todas las reservas que ofrecen los datos oficiales, se sigue observando una tendencia descendente que no llega aún a los niveles de reducción deseados, sobre todo en víctimas mortales. En 24 horas perdieron la vida otras 435 personas, que son cinco más que el martes y mantienen a España como tercer país más afectado del mundo, solo por detrás de Estados Unidos e Italia.
Los positivos también crecen en otros 4.211, un 2,1 %, aunque prácticamente la mitad de ellos fueron detectados mediante test serológicos, lo que significa que son personas que tienen el virus y su organismo ha desarrollado anticuerpos para defenderse, aunque no se sabe exactamente cuando de han contagiado. Si se siguiese el método de las semanas anteriores —cuando solo engrosaban las cifras los nuevos positivos con PCR o diagnóstico médico—, el número de curados en un día: 3.401 (un 4 % más) superaría esos nuevos positivos. Y se trata de un hito importante, porque siempre se ha tomado como referencia para considerar controlada la epidemia.
Tampoco se nota de momento el incremento de casos que cabría esperar transcurrida ya más de una semana desde que se levantaron las medidas de confinamiento más duras y volvieron al trabajo de manera parcial la construcción y la industria.
En cualquier caso, para empezar la vuelta a una relativa normalidad se precisa, según Simón, «un seguimiento estricto, detectar de la forma más temprana posible esos rebrotes epidémicos y diagnosticar y controlar cada caso que aparezca y a sus contactos». Para ello es imprescindible una alta dosis de «responsabilidad individual» y reforzar la atención sanitaria primaria.
Vía la Voz de Galicia
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