Veintiún días han transcurrido desde que tuvo lugar el brutal secuestro de Nicolás Ríos en las faldas del Cerro Santa Lucía en la capital. Más de veinte días en los que la incertidumbre de la familia del joven y las irregularidades por parte del Estado y la justicia chilena han hecho que muchas personas se movilicen por su libertad.
Verónica Ríos, hermana de «Nico», como llaman sus seres queridos al joven de 20 años encarcelado el pasado 10 de enero, conversó con El Ciudadano. Oriundos de San Miguel, la familia Ríos Verdugo se ha sensibilizado e involucrado con la situación de las personas que han caído presas en el marco del estallido social, pero jamás pensaron que les tocaría tan de cerca. «Le puede pasar a cualquiera y en las peores condiciones», advierte al respecto Verónica.
Por lo mismo es que cada vez que sale a repartir volantes en que describe la situación de su hermano, siempre dice que Nicolás «somos todos». «Estaba sentado, te puede pasar a ti», dice. Y lamentablemente es así. «Nico» estaba sentado solo en el Cerro Santa Lucía. Se acercó un hombre a pedirle fuego. Le hizo una llave, llegaron tres más y entre todos comenzaron a golpearlo.
Según el relato del propio Nicolás, se deslizaron cerro abajo «unos tres metros, entonces me pegan dos patadas en la cara -una como si mi cabeza fuera una pelota-, me llega en la mejilla izquierda, ¡me duele mucho! Luego me aplastan la cara con el zapato por delante, a la altura de la boca y la nariz, ¡el dolor es muy intenso!, siento como me corre la sangre por la cara».
Uno de ellos le dice que son policías de civil. Sin embargo, Verónica le resta importancia a ese hecho. «Que te digan que es policía de civil no es garantía de nada. Yo me muero de miedo igual si me dicen que es policía de civil o que es sicario, para mí es lo mismo», explica.
PRUEBAS, APELACIONES Y PROCEDIMIENTOS
Nicolás también sintió miedo. En la camioneta en la que solo se encontraba él y cinco policías, el joven recibió amenazas de muerte y de violación, además de torturas. «Pensó que le harían lo peor», dice su hermana.
Pablo Cabezas, uno de los policías que participó en la detención -que tanto Carabineros como la Jueza de Garantía a cargo del caso sindican como «legal»- es uno de los cinco uniformados que se ha confirmado que pertenecen al OS-9 de la institución. Paradójicamente, fue él quien recibió a Verónica y su madre en la 33° Comisaría de Ñuñoa a la que llevaron a Nicolás luego de una superficial constatación de lesiones, en la que la médico que lo recibió en el servicio de asistencia no se acercó a examinarlo, sino que solo escuchó el relato de las lesiones y heridas que tenía. Durante todo el procedimiento hubo un carabinero presente.
Respecto a su encuentro con Cabezas, Verónica narra que «cuando nos hizo entrar a mi mamá y a mí a ver a mi hermano, nos dice: ‘quiero que ustedes pasen porque él dice que nosotros lo vamos a violar y nada que ver, nosotros no hacemos esas cosas’. Nosotras no teníamos idea de todas las amenazas que había sufrido mi hermano adentro».
Una vez en la comisaría, a «Nico» le realizaron la prueba de hidrocarburos. «Llegamos a la 33º Comisaría de Ñuñoa, entramos por el estacionamiento, me bajan de la camioneta, y al caminar se caen unos guantes que yo no había visto antes, era la primera vez que los veía. Entonces uno de ellos le dice al otro que los guarde, ‘que son prueba’. No entendí eso hasta el juicio», relata el joven en un texto compartido por su hermana con El Ciudadano
Hoy Nicolás Ríos está imputado por porte de bomba molotov. En una primera audiencia en el Juzgado de Garantía de Santiago, la evidencia que presentó la Fiscalía fue un video de no más de cinco segundos -del que luego hacen un fotograma y filtran a Canal 13-, que se supone grabó el mismo Cabezas, en el que se ve a alguien de espalda, con pantalón largo, lanzando un objeto con un destello de luz.
“Mi hermano fue detenido con short. El problema es que un carabinero es testigo de fe. Estamos basándonos en el criterio de personas que están matando, que están violando, que están desapareciendo seres. ¿Son esas personas las que están definiendo nuestras vidas?», cuestiona Verónica. En esa oportunidad, la Fiscalía también presentó como pruebas una chaqueta y el guante mencionado por Nicolás en su relato, en el que solo un dedo aparece positivo de hidrocarburos.
Luego, en una segunda instancia en la Corte de Apelaciones de Santiago la Fiscalía presentó las mismas pruebas y, además, agregó una pañoleta, prueba en contra del imputado que no se presentó en la audiencia anterior. «Si vemos el video de la detención, no andaba con mochila, con nada. Pero como la jueza no quiso ver el video, no quiso darse cuenta de que no hay mochila», advierte Verónica, quien asegura que el pañuelo y el guante no corresponden a pertenencias de su hermano.
En dicha audiencia, su abogado defensor, Lorenzo Morales, de la Defensoría Popular, pidió cambio de medida cautelar o derechamente la libertad para Nicolás. Sin embargo, ambas fueron negadas. El pasado martes, junto a la familia del joven el jurista presentó un recurso de amparo en la Corte Suprema para poder seguir apelando. Sin embargo, también se les fue negado.
UN JOVEN CON CONVICCIÓN
“Nicolás es de esos cabros que si ve que se te caen 10 lucas, las va a recoger y va a correr para devolverte la plata. Y no lo digo porque soy su hermana; si le preguntas a cualquiera que lo conozca te va a decir lo mismo. Es extremadamente bueno, honesto, transparente. Cuando pienso en esto de la cárcel, pienso que es muy injusto porque él no ha tenido ni la posibilidad siquiera de hacerle daño a alguien. Es muy puro e ingenuo”, sostiene Verónica.
Nicolás escribe y dibuja. Salía a manifestarse “porque cree que las cosas pueden ser más lindas, porque cree que pueden ser mejor, que tenemos derecho a vivir felices. Lo que está haciendo es desde el amor a la vida”, plantea su hermana. Ríos es estudiante de Geografía de la Universidad de Playa Ancha, reconocido por su conciencia social y medioambiental. Es vegetariano.
Al ser visitado el jueves pasado por su familia, Nicolás manifestó estar bien, les señaló que tenía claro que tendría que pasar un tiempo en la cárcel, que «ese sería el peso por querer cambiar las cosas». Dijo que extraña ver la luna y regar sus plantas. Fue visitado también por el director del Colegio Médico, quien lo encontró en buenas condiciones, aunque su estado anímico de todas formas preocupa a su familia.
Verónica Verdugo, su madre, lo encontró más delgado que cuando cayó preso. Fue por esto último que la hermana de «Nico», al reunirse junto a una comisión de familiares de presos políticos de la revuelta con el senador Alejandro Navarro (presidente de la Comisión de DDHH del Senado), solicitó que se tuviera especial cuidado con los presos del módulo 14 del penal Santiago 1, debido a que son vegetarianos o veganos.
Nicolás, al final de su relato, cuenta las condiciones en las que se encuentra y manifiesta las razones del porqué él y muchos más jóvenes se encuentran hoy en prisión. «Aquí en el módulo donde estoy preso, hay mezclados gente de la revuelta con presos protegidos que han tenido problemas en otros módulos. Hay gente por homicidio, homicidio frustrado, robo o drogas. Estoy en una celda con cuatro personas y solo hay dos camas de una plaza, hay que compartir la cama y en la misma celda hay una ducha, taza y lavamanos. Nos dan comida. Aquí están organizados los que estamos presos por razones políticas. Por eso me siento preso, esas son las razones de mi detención, son mis ideas que están en la movilización. Estamos aquí dentro por nuestro discurso, porque no creemos en los políticos, no creemos en el sistema político», sostiene el joven.