Diez cartas desde Gaza

Reproducimos diez cartas en las que Salma Ahmed Elamassie, una profesora gazatí, narra sus sentimientos, vivencias, miedos y esperanzas durante la ofensiva militar israelí Margen Protector, que se saldó con más de 2.100 muertos.

Diez cartas desde Gaza

Autor: CVN
CVN

A pesar del alto el fuego indefinido, Salma Ahmed Elamassie y su familia viven con tristeza y agotamiento la reconstrucción de Gaza. “Existe en todos los habitantes la esperanza de ver una nueva Gaza sin una próxima destrucción. Creo que será muy difícil porque la destrucción ha sido enorme e Israel no respeta los acuerdos”, comenta Salma, que vive en la Franja junto a su marido y sus dos hijos de cuatro y dos años. “Hasta el momento, los materiales de construcción no han llegado”.

Ella es profesora de francés en el Instituto Francés de Gaza, en la Universidad Al-Azhar, desde 2008. No es la primera vez que Salma escribe sus vivencias durante las distintas ofensivas israelíes sobre Gaza. La primera vez que empezó a poner por escrito sus pensamientos y a explicar lo que estaba viendo fue durante la ofensiva de 2008/2009.
En esa ocasión sus escritos fueron incluidos en un libro titulado Gaza, un gato en el mar. En 2012 volvió a escribir y enviar sus cartas, cuando podía, a todo aquel que quisiera saber cómo se vivían los ataques desde dentro. “Quiero criar a mis hijos en Palestina, deben saber que ésta es una causa justa y que tenemos que defenderla”, comenta la escritora, que a pesar de haber vivido varios conflictos armados insiste en reconstruir su pueblo y seguir resistiendo contra futuros ataques israelíes. Durante la Operación Margen Protector, que se ha saldado con más de 2.100 muertos, 10.000 heridos y más de 300.000 desplazados, Salma ha podido enviar, intermitentemente debido a los largos cortes en la electricidad, diez cartas narrando lo que estaba sintiendo, lo que veía con sus ojos y su lucha para mantener la cordura entre la ansiedad y el miedo.

Cartas de Salma Ahmed Elamassie desde Gaza

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Gaza tras los bombardeos en 2008/2009. EMAN MOHAMED

Queridos amigos,

Hace unos días que intento escribiros. Pero cada vez me siento como una persona discapacitada, impedida para coger la pluma para iniciar un texto.

Esta vez no voy a hablar de daños, no voy a dar más cifras. Me parece inhumano dar el número de muertos o heridos: un ser humano no es un número.

Tampoco voy a comparar sus daños con los nuestros. No voy a decir que los israelíes han matado mujeres y niños, sin mencionar los hombres perdidos, como si fuese legal matar a hombres: Palestina necesita a sus hombres, mujeres, sus hijos y sus árboles.

No repetiré las historias de los salarios, la falta de electricidad y combustible o todo lo que se necesita para que una vida sea honorable, porque tenemos que vivir con dignidad y hace años que vivimos con todas estas dificultades.

Tal vez os sorprenda si os digo esta vez que siento indiferencia: ya no tengo más miedo en el corazón, ni lágrimas en los ojos, ni odio, realmente, no odio a nadie.

Hoy voy a hablar de paz, del derecho a la existencia y de resistencia.

Durante la primera Intifada (1987-1993), la piedra fue el arma utilizada contra los crímenes del Ejército israelí, de ahí vino del nombre “la guerra de las piedras”.

En aquel entonces, aunque la ecuación fuese: las piedras en manos de los palestinos contra las armas de los militares israelíes, el resultado fue el mismo: “Los terroristas árabes o palestinos”.

Desde hace años las armas de los israelíes se desarrollan, pero las armas de la resistencia palestina, no.

En 2006, todo el mundo decidió castigar a aquellos que votaron por estos “terroristas” palestinos. E Israel creyó que era la hora de exterminar a Hamas, pero después de la ofensiva israelí, creo que ocurrió todo lo contrario.

Hamás ha construido túneles para proporcionar lo que le falta a la población de Gaza para subsistir. La necesidad es la madre del ingenio. Y éste es el inicio de la historia: una piedra no puede hacer retroceder a un cohete o un misil. Éstos únicamente pueden ser enfrentados con cohetes. Tampoco se pueden apretar las manos y esperar a que los israelíes nos digan: “Os devolvemos vuestros territorios porque sois pacifistas”.

Ahora me he decidido a hablaros de mi primo, asesinado por los cohetes israelíes. Os hablo de alguien que conozco muy bien. Mi primo era de la resistencia, no tengo miedo a decirlo, todo lo contrario, me siento muy orgullosa.

Él eligió el camino de la resistencia, se dio cuenta de la necesidad de sacrificar su corazón, su vida, su sangre para que Palestina sea libre.

El año pasado, el primer día de la fiesta de Eid al-Adha, me vino a visitar con su padre, disfrutó mucho jugando con mis hijos, y me prometió volver este año para comer deliciosos pasteles. La fiesta es en tres semanas y mi primo ya no vendrá a visitarme.

El mes pasado, agregó una foto en Facebook: estaba con unos amigos en un restaurante. Los comentarios en esta foto muestran que son personas que quieren reír, vivir y vivir en paz. Hay uno que dice: “Sé lo que piensas: ¿quién se comió los bocadillos?» Y otro que dice: “Uuh, amigo, hay un bocadillo de más, no?» Y le contesta: “Amigo, sueño con mi futura esposa, sueño que está conmigo en este restaurante, aunque el bocadillo será más delicioso y el lugar más bonito”.

El día de su asesinato, él jugaba al fútbol con sus amigos y vecinos y dijo: “La Copa del Mundo es aquí en Gaza”.

Os cuento estas historias para mostraros que a estos chicos les apasiona vivir, se desviven por vivir.

Estamos cansados de todos estos actos.

Nosotros amamos la vida, no llevamos el odio o la agresividad en el corazón.

Ya no sufro por mis hijos, nada es caro en Palestina.

Mi pequeño de dos años pensaba, cada vez que había un bombardeo, que nos llamaban a la puerta de casa y nos pedían que les abriésemos. Esta mañana me pareció que ya no creía en aquello que pensaba. El pobre tiene razón…¡Ninguna persona llama a la puerta de esa manera tan agresiva!

Salma A. E.
Gaza, 9 de julio 2014

Queridos amigos,

Pensaba que mi último mensaje sería el que hice el 9 de julio, que no iba a volver a motivarme a escribir. Pero muy a mi pesar y debido a la agresividad de nuestro enemigo, he vuelto a coger la pluma para escribir, aunque no sé por dónde empezar. Mi escritorio está lleno de historias de los demás para traducir, llenas del temor de mis hijos, de mis alumnos y de los míos.

Empezaré con las noticias de mis alumnos. Uno de los estudiantes del Instituto Francés de Gaza ha creado un grupo de Facebook, así que nos mantenemos en contacto incluso después de haber acabado del curso.

Desde el comienzo de los ataques israelíes, Mohammed sigue informando al resto del grupo añadiendo carteles sobre cursos para aprender francés.

Sara R. preguntó en el grupo por el resto de compañeros, y Mohammed respondió el primero, podía intuir las ideas en la cabeza de Sara: “Suerte que esto funciona, ¿sabemos algo del resto?”. Contestó Sayed: “Yo estoy bien, pero estoy preocupado, no olvidéis que soy lo suficientemente grande para que fácilmente me vean desde un avión F16”. Sayed es periodista, y nos dijo estas palabras para hacernos reír, pero seguía preocupada. Afortunadamente Maha, Amjaad y Sara A. también respondieron que estaban bien.
Mohammed me preguntó por Mahmoud y por Maram. “Mahmoud acaba de enviarme un mensaje”, respondí. “Pero y ¿Maram?”. Rápidamente cogí mi teléfono y la llamé, afortunadamente respondió, esto quiere decir que estaba todavía viva, por fin respiré al comprobar que todos estaban bien. Y les dije que Maram agradecía la preocupación. Pero: “Mohammed, ¿cómo está Loutfi?”. “No se preocupe, todavía está vivo”, me contestó.

La conversación terminó, pero no mi inquietud, necesitaba ponerme en contacto con todos los estudiantes a los que no contactaba por Facebook para tranquilizarme de que todo el mundo estaba bien.

Feda, Nihaya, Moussa y otros… tienen miedo del final: la muerte. Feda se calma cuando sus compañeros y yo le animamos y le pedimos que escriba, pero su miedo vuelve con los intensos bombardeos. Nihaya, que vive en el campo de Jabalya en el norte de la Franja de Gaza, se inquieta, tiene miedo de que el Ejército israelí les pida evacuar su casa para la operación terrestre. Éste es uno de sus mensajes de Facebook: “Salí precipitadamente de la cama cuando oí a mi hermano pequeño decir: “Fuera, van a bombardear a nuestros vecinos”. En dos minutos nos vestimos con lo que teníamos a mano. Dejamos la casa y todo lo que teníamos para salvar nuestras vidas, sin tener donde ir. Nos dirigimos cerca de una escuela de la UNRWA, esperando que Israel bombardease la casa de nuestros vecinos recientemente reformada. Lo que más me dolió fue ver a mi madre, una mujer gruesa, tratando de alejarse como podía de la casa de los vecinos. Viéndolos a todos cómo corrían por las calles y cómo otros esperaban delante de sus casas a que todos sus familiares estuviesen preparados para huir, pensé que la situación se volvía cada vez más loca y brutal aquí en la Franja de Gaza.

“Finalmente regresamos a casa cuando supimos que Israel enviaba mensajes falsos a mi pueblo, y que el riesgo sobre la amenaza contra nuestros vecinos era falsa. Como si no bastasen los continuos bombardeos para asustar a los niños y los más jóvenes. Estamos solos. Queremos el fin de esta agresión”, Nihaya J., de 23 años.

Moussa, un joven de 20 años, debía irse a Francia este verano para unas prácticas lingüísticas, pero al haber cerrado la frontera, no puede marcharse. Él también tiene miedo y espera que estos actos violentos paren lo antes posible. Esto fue lo que escribió en Facebook: “Te acuerdas de la tempestad del último invierno, el granizo estaba por todas partes en las calles, Hasa y la gente pensaban que era nieve. Entonces hicimos fotos y comenzamos a hacer pequeños hombres de nieve y otras cosas, que hasta entonces sólo habíamos visto por la tele. Todo esto llegó sin pensar ni en el verano ni en el calor. Como dice mi abuela, ¡nada es gratuito!

“Entre el silbido y la explosión, te darás cuenta de que un segundo te separa de tu deseo de no tener oído, ni siquiera piensas, no cierras tus oídos, no te acuerdas de tu amada, no piensas ni en tu padre ni en tu madre. Olvida París y Roma, nunca más toques ningún instrumento, no leas, no escribas, no llores más, no tengas más sueños… no MUERAS… sólo tienes que respirar para sentir la sístole de tu corazón y para sentir el temblor de tu cama… RESPIRA!»

Hassan tiene 27 años. Me puse en contacto con él por Facebook tan pronto como supe que los israelíes habían bombardeado a un grupo de personas cerca de su casa. Pude ver las lágrimas en sus ojos, aunque no lo veía.

Me dijo que había visto a los asesinados en pedazos por todas partes en la calle delante de su casa. Desde el principio de los últimos acontecimientos, Hassan siempre me daba fuerza y coraje, pero ahora era él quien lo necesitaba.

Me doy cuenta de lo que supone ser profesora en la Franja de Gaza: es como ser la madre de todas las personas a las que enseñé, me preocupo por ellos como si fuesen mis hijos.

Un amigo, Ihab, escribió: “En mi país la gente vive para contar sus suspiros. En mi país, la gente muere tantas veces como suspira”.

Salma A. E.
Gaza, 12 de julio de 2014

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Tras los ataques contra Gaza en 2009. EMAN MOHAMED

Queridos amigos,

Ya les he hablado de mi angustia por mis estudiantes. Ahora les hablaré del miedo de mi familia y del mío.

Mis parientes y mi hermana casada no viven muy lejos de mi casa. Me pongo en contacto con ellos, por lo menos, 24 veces al día, me inquieto por ellos, se inquietan por nosotros. Mamá me da consejos para que pueda calmar a mis niños, pero yo no sé qué decirle para que no se preocupe por nosotros.

Les voy a explicar lo que no puedo decirles a mis allegados de la Franja de Gaza. Me refiero a mis pesadillas, que no dejan mi cabeza. Como supongo ya sabréis, es falso que, para los israelíes, haya objetivos militares en la Franja de Gaza: Banco Islámico (Franja de Gaza), Asociación de Caridad al-Salah (Khan Younis), Hospital al-Wafa (al este de Franja de Gaza), la clínica para minusválidos de Beit Lahyia y cinco mezquitas. Su fin es destruir la Franja de Gaza y Palestina, ése es el objetivo. Y esta vez, lo digo: genocidio.
Todo esto me hace creer que nada está lejos de los misiles de estos criminales y me hace imaginar la casa de mis parientes bombardeada, y que en unos segundos pierdo a los familiares que están allí. Pierdo a mi familia, mis parientes, mis hermanos y hermanas y todos mis recuerdos que tengo cien veces al día.

Mis hijos, es otra historia, es la historia de todos los niños de la Franja de Gaza: Taysir, mi hijo de cuatro años, llora cada vez que su papá sale de casa, esto le angustia, aunque no vea mis lágrimas, y espera el regreso de mi marido. Sabe muy bien que todos estos ruidos son algo grave y como no logramos explicarle lo que sucede fuera, cree que no estamos al tanto de lo que pasa. ¡Mucho mejor!
En cuanto al pequeño, todavía cree que llaman a la puerta. Escribiendo este testimonio, oímos el ruido de un bombardeo muy fuerte cerca de casa, el pobre tuvo miedo, lloró y me dijo: «¿Pero esto no funciona así, por qué dan tantos golpes en la puerta? ¡Esto me da miedo!”.

Por la noche, se despierta muchas veces por el ruido de los bombardeos.

El cumpleaños de Ahmed es el 16. Taysir me pide que lo celebremos y me propone ideas para darle el gusto a su hermano. Es difícil decirle que no es tiempo de celebraciones y es más difícil aún celebrar algo en esta situación.

A la hora del iftar (comida esencial del mes de ramadán) a las 20 horas, los bombardeos sobre la Franja de Gaza se intensifican. Nosotros, en casa, cada día tememos que los platos calientes que están en la mesa caigan sobre nosotros en el momento de un bombardeo muy fuerte. ¡Por la mañana nos felicitamos de estar todavía VIVOS!

Paso la mayoría del tiempo delante de la pantalla de mi ordenador, cuando tenemos corriente, por supuesto (el sábado, sólo tuvimos durante cuatro horas), para tener noticias de los demás y estar al tanto de lo que llega desde fuera. Suelo tener los auriculares de la radio conectados y leo u oigo historias que destrozan el corazón. ¡Siento todo el tiempo angustia y tristeza!

Cuando Yasser Elhaj recibió una llamada que le informaba de que su casa iba a ser destruida en unos minutos, no estaba en su casa, trató de llamar a su familia, pero nadie respondió. Entonces, corrió como un loco por las calles de la Franja de Gaza para salvar a su familia. ¡Cuando llegó, fue DEMASIADO TARDE! La casa había sido bombardeada, perdió a sus parientes y a todos sus hermanos y hermanas! Un padre perdió a su hijo de dos años y medio, gritó y lloró para despertar a su hijo, le dijo: “Oh, hijo mío, despiértate, te traje juguetes nuevos, despiértate».

Adnan Abu Amer, periodista, escribió: “Imagina esto: el teléfono suena, es el Ejército israelí, que te ordena evacuar tu casa, vas a ser bombardeado en diez minutos. Imaginas que, después de diez minutos toda tu historia será borrada de la superficie de la tierra, tus bienes, las fotos de los hermanos e hijo, las cosas que te gustan, tu silla, tus libros, la última recopilación de poemas que leíste, la carta de tu hermana emigrada en el extranjero, los recuerdos de tus seres queridos, el olor de tu cama, el rizo de los cabellos de tu hija, el calor de tu butaca, tus viejos trajes, tu alfombra de oración, las joyas de tu esposa, los enseres de toda una vida. Todo esto te pasa por la cabeza en diez minutos. Sientes todo este dolor cuando finalmente decides tomar sólo tus papeles y salir de casa para morir mil veces, o negarte a evacuar la casa y morir una sola vez».

Esta es la situación para la inmensa mayoría de gazatíes. Muchas familias del norte y del este de la Franja de Gaza han sido obligadas a evacuar sus casas bajo la amenaza de bombardear sus barrios. ¡Demasiadas historias que no puedo contar en un solo testimonio!

«No es en absoluto Gaza la más bella de las ciudades…
No son en absoluto sus playas las más radiantes de las playas árabes.
Sus naranjas no son las mejores, en absoluto, de la cuenca mediterránea.
¡No es la más rica de las ciudades, Gaza (Pescado, naranjas, arena, tiendas temblorosas bajo el viento, productos de contrabando, y brazos, brazos que venden a quién quiera comprarlos.)!
No es tampoco ni la más delicada ni la más imponente, sino que vale el peso en oro de la historia de una nación entera.
¡Porque es la más fea a los ojos del enemigo, y la más desvalida, la más andrajosa, y la más cruel!
¡Y porque es entre nosotros la que supo enturbiar toda euforia y toda paz mental!
¡Y porque es una pesadilla y porque sus naranjas son cogidas en la trampa, sus niños sin infancia, sus viejos sin vejez, sus mujeres sin placeres!
¡Así es Gaza, la más bella, más serena, más rica, la más digna, entre nosotros, de ser amada con locura!»

Mahmoud Darwish

Salma A. E.
Gaza, 14 de julio de 2014

Queridos amigos,

No consigo escribir más, no porque no tenga nada que decir, sino todo lo contrario, estoy llena de ideas e impresiones ambiguas, sensaciones de amor y muerte; de odio y de vida; de esperanza y de desesperación; de coraje y de miedo. En mi primer testimonio escribí: “El amor por Palestina nos hace amar la idea de morir por ella”. Uno de mis estudiantes, después de haber leído este testimonio, me escribió para decirme: “¿Te acuerdas cuando nos pediste distinguir entre la MUERTE y el AMOR? Te dije que la muerte era el resultado del amor, no estabas de acuerdo. En cambio hoy eres tú quien lo escribe. ¡Gané!” No pude responderle.

En estos momentos tan difíciles, sobrevivir se ha convertido en el sueño de los gazatíes que todavía viven.

Le dije a Omar, un estudiante que vive en Rafah, en el sur de la Franja de Gaza, donde los bombardeos no paran, que me gustaba mucho leer lo que escribía en Facebook, porque todos sus posts son divertidos. Omar me respondió: “Te digo lo que no puedo decir a otros. ¡Escribo cosas divertidas para animar a mis amigos periodistas, tengo miedo por ellos, sobre todo cuando recibo sus noticias! Esta guerra me recuerda a mis dos queridos amigos a los que perdí en noviembre de 2012. ¡Me río para entregar el coraje que no tengo a otros, para tranquilizarles y que puedan continuar!».

El odio es una palabra que no existe en el diccionario palestino. Mi hermana me dijo el otro día: “Jamás tuve este sentimiento y creía que nunca lo tendría”. Pero yo detesto todo lo que es injusto o inhumano. Detesto el silencio que mata a todo un pueblo.

La inmensa mayoría de gazatíes siente vergüenza ante la reacción de los gobiernos árabes, pero son muy sensibles a la solidaridad que nos llega desde Europa.

En cuanto a mí, reconozco que lo que me falta estos dos últimos días es el coraje. No consigo dejar de llorar ni inquietarme por toda esta gente a la que conozco y aquella a la que no conozco. Estoy preocupada por mi amor hacia la Franja de Gaza, sentada delante de mi pantalla, siguiendo unas noticias tras otras.

Me volví loca cuando Incherah, Rola y Fatwa entraron en pánico en el momento del bombardeo de una residencia muy cerca de su casa en Tal-elhawa. Junto con sus familias y los vecinos no sabían qué hacer: quedarse en su casa era peligroso, pero salir no era fácil en absoluto, sobre todo cuando no se tiene coche y no iban a encontrar un taxi a las dos de la mañana.

Omniya, Misk, Karina y Anoud me dijeron que habían visto la muerte de cerca: bombardearon un edificio muy cerca de sus casas, un apartamento en el mismo edificio donde Anoud vive y, contrariamente a lo que se cuenta, no los avisaron.

Comencé a escribir este testimonio hace ya algunos días, pero no pude continuar por la muerte de los cuatro niños que jugaban sobre la playa de la Franja de Gaza, muertos a sangre fría por los criminales, como si fueran incapaces de saber que se trataba de niños. Otros niños de la misma familia que jugaban sobre el tejado de su casa fueron también tomados como objetivos.

Estos dos crímenes han sido seguidos por otros tantos en todas partes en la Franja de Gaza. Israel mata a niños por todas partes como si no tuvieran ningún valor a ojos de sus madres. Me permito decir en este testimonio que han matado más de 83 niños y han herido a 755. En mi primer testimonio os dije que no iba a darles cifras y que no iba a hablar de niños o mujeres sin hablar de hombres, porque es verdad que hay algunos miembros de la resistencia que están en el combate, pero muchos se quedan en sus casas tratando de proteger a sus familias, estos pobres mueren también en sus casas.

Mi prima Nour, de 25 años y madre de tres niñas, perdió a su marido de 28 años en el momento de un bombardeo en un taxi. Iba a dar el pésame a un amigo que acababa de perder a sus niños.

No duermo por la noche a causa de los continuos bombardeos, y también a causa de estas pesadillas que no dejan mis pensamientos: soy madre de dos niños, lloro cuando uno de ellos enferma, la idea de perderlos en el momento de un bombardeo me mata cada minuto. Ahmed, mi pequeño, no duerme de tanto miedo que tiene. Su hermano, Taysir, le dibujó el otro día un cohete, me sorprendió, ¿dónde había visto esa máquina? Me dijo que lo había aprendido de su tía, que es dibujante. Él cree que los cohetes caen del cielo donde se encuentran el Sol, la Luna y las estrellas, y que es una buena cosa.

El hospital al-Wafa, al este de la Franja de Gaza, ha sido bombardeado muchas veces. Los israelíes justifican todos sus crímenes con el pretexto de que Hamás se esconde entre los civiles, lo que significa que Israel no tiene escrúpulos para matar a los civiles.

¿Qué espera Israel cuando se dirige contra todos los gazatíes con sus misiles venidos desde el cielo, nuestro cielo, desde el mar, nuestro mar, desde los tanques, sus tanques, de Hamás o de los palestinos? ¿Qué hay que hacer? ¿Aplaudir como hicieron los colonos israelíes mientras ven caer esos cohetes sobre los civiles, los campos y las casas?

No te puedes imaginar lo que significa una casa para un palestino que ha trabajado toda su vida para construir un hogar para sus hijos, a los que quiere ver casados.

El palestino que fue obligado a abandonar su hogar en 1948 no quiere volver a evacuar su nueva casa, que construyó después de perder la esperanza de regresar a su hogar natal.

En mi siguiente testimonio hablo de la operación terrestre.

En mi testimonio les cuento las historias reales y personas reales con las que hablo, para demostrar quién vive en cada casa en Gaza.

Mahmoud Darwish dijo: “En esta tierra hay algo que merece la vida”.

Querido Darwish, en esta tierra, todo merece la vida… Pero ¿por qué la muerte?

Salma A. E.

Gaza, 20 de julio de 2014

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Gaza 2009. EMAN MOHAMED

Queridos amigos,

Escribir no es, en absoluto, fácil…

No soy una periodista que debe coger su bolígrafo y correr detrás de la actualidad. Soy una habitante de la Franja de Gaza que no duerme por las noches a causa de la matanza de Shujaeya, un gran barrio al este de Gaza ciudad, que debe su nombre a Shujaa Alkordi. “Shujaa” quiere decir “valiente”. El crimen de los habitantes de este barrio es vivir muy cerca de la frontera con Israel. El Ejército israelí bombardeó durante toda la noche.

Era una noche muy dura y triste: no pudimos dormir y pasamos la noche al lado de la radio, afortunadamente con batería.
Familias a las que les habían bombardeado las casas pedían a las ambulancias y a la Cruz Roja que entrasen para salvar la vida de sus heridos. Pero ni la Cruz Roja, ni las ambulancias, ni la prensa podían entrar en este barrio a causa de las granadas de los tanques y de los misiles de los F16. Sólo recé, sólo lloré… Qué despertar tan duro…

Las fotos y los vídeos de estas matanzas me bloquearon. Grité como una loca… no, como una madre que había perdido a sus niños: “Hay que parar, hay que acabar con estos ataques brutales y bárbaros”.

Mi marido, que estaba en el hospital al-Shefa, me llamó para tener noticias de nosotros, me dijo que allí sólo olía a sangre: había tantos… unos muertos y otros heridos. Muchas familias de Shujaeya llegaron al hospital para buscar a los suyos o para esperarles. Jamás podré olvidar a aquella mujer que suplicaba que le devolviesen a los suyos, muertos o vivos.

Después de varias llamadas de la Cruz Roja al Ejército israelí, se obtuvo una tregua de dos horas, el tiempo justo para extraer de los escombros los cuerpos de los supervivientes. Pero durante la búsqueda de los supervivientes, los bombardeos continuaron.
Tardé dos días en escribir estas palabras, porque cada vez que me pongo delante del ordenador para escribir todo lo que veo y lo que siento, me rompo y lloro. Lloro cada palabra que me recuerda al dolor, al sufrimiento de la gente.

Además, no puedo abstenerme de preguntar por todos mis conocidos de todas partes de la Franja de Gaza. Llamo a toda la gente que conozco cuando las comunicaciones funcionan porque la red está en las manos de los israelíes.

Desde ayer, tenemos miedo de un nuevo ataque y de una nueva matanza al este de Khan Younis, en el sur de Franja de Gaza. Hasta esta tarde no teníamos ninguna noticia de ese barrio. La Cruz Roja consiguió obtener la aprobación de entrar en Khan Younis, pero tan pronto como penetran les disparan, y se vuelven sin poder salvar a nadie. Esta tarde, el Eejército israelí detuvo a un centenar de heridos y hasta de paramédicos.

La gente de quien les hablo son civiles, tenían sueños simples y fáciles que querían realizar: soñaban con una vida digna sin bloqueo y sin miedo. Algunos de ustedes posiblemente no acepten la palabra genocidio. Les aseguro que prefiero utilizarla a sabiendas, porque el Ejército criminal de Israel destruye barrios enteros, por todas partes en la Franja de Gaza, sin pensar jamás en los civiles. Varias familias al completo han sido aniquiladas.

Miles de familias de la Franja de Gaza reviven otra Nakba, sabiendo que esta vez no tenemos más donde ir, ni donde encontrar refugio. Ningún lugar es seguro. Las escuelas de la UNRWA abrieron sus puertas a la inmensa mayoría de estas familias, pero ya están llenas, también las iglesias.

Hoy, hacia las 14h, hubo 17 muertos y un centenar de heridos en un bombardeo de una escuela de la UNRWA que protege a familias refugiadas.

Otros encontraron refugio en casa de sus parientes, donde pensaban que estarían más seguros.

A pesar de que la situación es muy grave, debo hablarles de los jóvenes que crearon en todos los barrios de la Franja de Gaza centros de ayuda y de solidaridad con las familias que evacuaron de sus casas para ir a las escuelas de la UNRWA, per también allí sufrieron un bombardeo encarnizado e incesante.

El propietario del edificio residencial más bello y caro de la Franja de Gaza propuso poner a disposición, gratuitamente, los apartamentos para los refugiados. Pero en seguida el Ejército israelí explosionó el edificio, posiblemente para impedir que la gente fuese acogida.

Acabaré hablando por primera vez del papel que Egipto juega en el puesto fronterizo de Rafah. Algunos se imaginan que los egipcios acogen con los brazos abiertos a sus hermanos víctimas de los exacciones del Ejército israelí. En absoluto, rechazan las ambulancias y los heridos.

Palestina está perdiendo sus niños, sus mujeres, sus hombres, sus monumentos y su historia…

Salma A.E.

Franja de Gaza, 24 de julio de 2014

P.D.: Ni siquiera sabía qué día era hoy hasta que una amiga francesa me lo dijo.

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Gaza 2009. EMAN MOHAMED

Queridos amigos,

Como de costumbre, no sé a qué debo darle prioridad, pero en primer lugar he de reconocer que vuestros últimos mensajes en respuesta a mi último texto, «No tengo ninguna esperanza”, me han emocionado y me han dado un poco de coraje, de fuerza y de esperanza, saber que todavía hay alguna gente justa en este mundo que apela a la victoria de la justicia. Desde el comienzo de la ofensiva, vosotros me entendéis cuando digo lo que siento.

Hoy es el primer día de la fiesta del Eid al-Ahda, uno de los días que busco de forma habitual, al igual que todos los palestinos, con impaciencia, un día en que tengo siempre el corazón lleno de alegría al ver, cada hora, a uno o más de mis parientes venir a mi casa.
Antes yo vivía en un pequeño apartamento, muchos de mis primos y mis tíos venían a mi casa. No habían suficientes asientos y nunca había surgido ningún problema. Algunos se sentaban en los sofás o las sillas, otros permanecían de pie. Todo el mundo estaba discutiendo, bromeando y se servían pasteles que había preparado para ellos.

Hoy, 28 de julio de 2014, todo es diferente: es el primer día de Eid al-Ahda en mi nuevo apartamento, que es mucho más grande que el otro. Cada uno de mi familiares habría encontrado un lugar para sentarse si hubiesen venido, pero nadie ha venido. ¡Mucho mejor! Yo no quiero que al salir se vean afectados por los bombardeos que no se detienen. Esta tarde me dormí; en mis sueños escuché los pasos de mis familiares por las escaleras de la casa, oliendo sus perfumes, viendo sus sonrisas y sus abrazos.

¡Pero sólo oigo los sonidos de los aviones no tripulados y los bombardeos, no siento el olor de la muerte, no veo las destrucciones tras el bombardeo israelí en toda la Franja de Gaza y me abrazo a mi miedo!

Tengo 30 años y ésta es la primera vez que no quiero celebrar el festivo de Eid al-Ahda. Estamos acostumbrados a comprar ropa nueva, no sólo para los pequeños, si no también para los adultos, para vestirnos el día de Eid al-Ahda.

¡Ésta es la primera vez que no compro! Lo que realmente me tocó, me rompió el corazón; fue mi hijo mayor, de cuatro años, que no está ni enojado ni triste porque no le haya comprado ropa, al contrario.

Él dijo: «Yo sé por qué no nos has comprado ropa. Es por culpa de los bombardeos, ¿no es así?». Con lágrimas en los ojos, le contesté: “Sí”. «No quiero ropa nueva, ya tengo suficiente. Después de los atentados, tú y yo iremos al mercado a comprar ropa y juguetes para los niños cuyas casas fueron bombardeadas, son ellos los que lo necesitan».

Estoy orgullosa de mi hijo, que, a pesar de nuestras precauciones, comienza a sentir, a entender que existe la muerte y la agresividad y no sólo la vida y la dulzura que nos rodea. Orgullosa de los ojos de este niño inocente que bailaron de alegría cuando le dije que podíamos salir el día de la tregua y visitar a sus abuelos para ver y jugar con sus primos. Sí, nuestros niños pueden jugar, reír, vivir, bailar, cantar y también ser solidarios con los otros.

Mi corazón, lleno de tristeza, llora por los diez niños muertos en el campo de refugiados de Shati, al oeste de Gaza, los niños que jugaban en un pequeño parque cerca de su casa. Las familias de estos niños no dejan que sus hijos jueguen porque son asesinados. Ellos tenían paz y la esperanza de vivir en sus corazones. Ellos creían que los aviones de sus enemigos no volverían a reproducir el mismo escenario de asesinato de niños y que los militares «más morales del mundo» respetarían el Eid al-Ahda. Por desgracia, ése no fue el caso.

El Ejército israelí bombardeó el Hospital al-Shifa hoy, el hospital más grande de Gaza. ¿Dónde deben ir, los heridos y los enfermos?

Yo no voy a poder dormir porque hay nuevas masacres en Khan Younis, en el sur de la Franja de Gaza, en Al-Bureij, en el centro, y en Jabaliya, en el norte.

No tenemos electricidad… La batería de la computadora se agotará en pocos minutos y la radio ya no se recarga.

Por la mañana ya sabremos.

Salma Ahmed Elamassie

Gaza 28 de julio 2014

Queridos amigos,

Al igual que todos los habitantes de Gaza, yo también detesto la noche. La noche, que nos aportaba estabilidad y tranquilidad, con el tiempo se ha convertido en bombardeos al azar, muy agresivas e intensos.

Esta mañana, otra masacre ha tenido lugar en una escuela de la ONU que acogía a refugiados de Jabaliya. Diecisiete muertos y otros tantos heridos. Jabaliya, ese nombre que hace latir mi corazón cuando lo oigo. Yo nací y me crié en el campo de Jabaliya, el campamento más poblado, que se encuentra al norte de la Franja de Gaza, en una gran mansión compartidao por mis abuelos, mi padre y sus cuatro hermanos. Mi quinto tío, que nunca he llegado a conocer, hizo sus estudios universitarios en Egipto y después se fue a Libia para trabajar. Él ha muerto sin haber podido entrar en Gaza durante 25 años. En esta casa todavía percibo el olor de mi abuelo, que me crió cerca de los olivos y los cítricos, y que me enseñó la historia de Palestina. Es gracias a él que conozco la historia y la geografía de Palestina. No la he aprendido en la escuela porque los libros de texto eran egipcios y hablaban, por lo tanto, de la historia de Egipto. En esa casa, mis primos, mi hermana, los vecinos y yo jugábamos al juego aquel al que jugaban todos los niños palestinos durante la primera Intifada: ‘Israéliens-Palestinos’.

Quizá ustedes pueden pensar que se trata de un juego agresivo. Pero ¿qué esperas de niños que ven a soldados israelíes entrar y salir de los hogares cuando querían? Algunos querían jugar el papel de los soldados, ya que eran más fuertes y poderosos, otros tomaban el papel de la resistencia, la defensa de su patria, que era más honorable.

En esta casa, he visto muchas veces el miedo en los ojos de mis padres. Los soldados isrealíes nunca nos dejaron tranquilos. Incluso entraron en nuestras habitaciones bajo el pretexto de «saboteadores». Sí, «saboteadores» en la pequeña cama, mi primo de unos meses al que se llevaron y luego arrojaron al suelo. Uno de mis primos, volviendo a casa desde la escuela a la edad de 13 años, fue herido de bala por los soldados israelíes. Él nos dijo después que estaba persiguiendo a las palomas. Una de las balas aún se encuentra en su columna vertebral.

No conocéis a Fares, mi primo, su cara siempre sonriente, sus bromas, su dulzura. ¡Yo lo conozco bien! Esto que os he contado es una pequeña parte de lo que está grabado en mi memoria y en la de toda la generación de la Intifada. De hecho, yo no he elegido hablaros sobre estos días amargos, ha sido mi memoria la que me ha llevado hacia estos pensamientos.

Nuestro conflicto con los criminales no empezó el 8 de julio 2014. Esto ha estado sucediendo desde 1948, cuando se estableció el Estado de Israel en nuestra tierra después de matar a miles de palestinos y de haber expulsado a otros.

Siempre he rezado para que la infancia de mis hijos no fuese como la nuestra y que su futuro fuese más brillante que el nuestro. Yo no sé con seguridad si éste será el caso después de haber discutido con mi hijo, que le pidió a su padre que le comprara un avión de juguete para detener a estos aviones que no paran de bombardear. Él quiere frenar a esta gente mala que mata a niños y destruye hogares. Él no sabe quiénes son, ¡pero está empeñado en detenerlos!

Las masacres y los crímenes israelíes continúan en toda la Franja de Gaza y con todos los medios: un coche de la ONU fue bombardeado ayer causando la muerte de dos hermanos. Las escuelas de la ONU ya no están a salvo tras el bombardeo de una docena de escuelas, las casas han sido destruidas por los cohetes F16 y familias enteras han sido exterminadas.

En Gaza, el miedo habita en todos los corazones, por todas partes: no hay donde esconderse, no hay ningún lugar seguro, nadie está protegido, y la muerte se convierte en la pesadilla de todos los habitantes de Gaza, o si no las lesiones y o la destrucción de las casas.

A mis amigos que conocen Gaza, no lo vais a reconocer. Gaza es totalmente diferente hoy en día. Recemos por la paz y que la seguridad cubra el cielo, de una vez, después de tantos años.

Salma Ahmed Elamassie

Gaza, 30 de julio 2014

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ÁNGEL NAVARRETE

Queridos amigos,

Vosotros sabéis muy bien que desde hace años Gaza se ha convertido en una prisión a a cielo abierto. Desde del comienzo de la ofensiva en Gaza, nuestra prisión se ha hecho más pequeña: nosotros somos prisioneros, cada uno tiene su casa y no se puede salir fácilmente. Imagínate esta vida en prisión llena de temores, y la paciencia, o tal vez la impaciencia, ya no lo sé.

Ayer por la noche, Israel declaró una tregua de 72 horas que empezará el viernes a las ocho de la mañana. Todo el mundo estaba contento, y a su vez asustado. Estábamos hablando de unas 72 horas sin miedo y sin temor, 72 horas de ‘libertad’ dentro de la gran prisión que ha ido cambiando después de la destrucción de miles de edificios. Confieso que he tenido miedo de salir por la mañana y ver ‘la nueva Gaza’, que puede que me rompa el corazón. Pero yo estaba contenta de anunciarle a mi hijo, Taysir, las buenas noticias:

-Sí, vamos a salir ahora y pasar el día con tus abuelos, vas a poder jugar con tus primos.

-Entonces detuvieron el bombardeo, ¿no es así?

-Sí, querido.

-Así que mañana vamos a ir a comprar juguetes y ropa para los niños, como habíamos dicho.

-¿Puedo comprarme un juguete para mí? Dejaré que Ahmed juegue conmigo.

No hay palabras que puedan describir la alegría que vi en los ojos de mi hijo. Pero hacia el mediodía pasó una catástrofe: Israel anunció el fin de la tregua. De nuevo estábamos deprimidos. Todos nuestros proyectos se convirtieron en humo. Todavía podemos ver el cielo de Gaza, esto es lo único que no ha cambiado.

Taysir… ¿Qué le puedo decir? ¿Cómo le explico los motivos por los cuales no podemos salir? Necesito de vuestros consejos, mis amigos. Decidme qué le puedo decir a un niño de cuatro años, por favor. ¿Debo explicarle toda la situación? ¿Decirle que hay gente en este mundo que nos odia y matan a los niños dondequiera que estén? ¿Decirle que estas personas no son palestinos como nosotros? ¿Que ni siquiera saben lo que quiere decir ‘Palestina’? Gente que conoce los colores de la bandera palestina pero no sabe qué significa una bandera.

Por supuesto ya me vi obligada a decirle que no podíamos salir porque el bombardeo se había reanudado. Él lloró y me pidió que parara inmediatamente a todos esos aviones que nos estaban bombardeando. Que yo detenga a los aviones. ¿Cómo? Una madre es capaz de muchas cosas, menos de parar un F16. Era necesario distraerle inmediatamente, le di lápices de colores y papel, él dibujó a mi madre, a mi padre, su casa, su calle y a sus primos. En cuanto a mi padre, que estaba esperando impacientemente nuestra visita, se vio obligado a llamarnos y pedirme que no saliera debido al fin de la tregua. Vi las lágrimas en su ojos, nos esperaban.

Mis padres viven a dos millas de mi casa y no les puedo ver. ¿Cuál es el sentimiento que tiene la gente cuya casa está lejos de su familia, entonces? ¿Cuál es el sentimiento de la gente que ha perdido a sus familiares sin poderlos ver?

Desde esta mañana, el Ejército israelí está cometiendo masacres indecibles en Rafah. Muchos civiles son las víctimas de estos criminales. Siguen arrasando Gaza.

Queridos amigos, tenemos electricidad durante dos horas al día como máximo. Tengo la suerte de tener un generador en casa para cargar nuestros teléfonos, nuestros ordenadores, lámparas recargables, durante unas horas, pero el combustible sigue muy caro y escaso. Hace días que friego los platos a mano, debido a la falta de electricidad. Nunca pongo nada dentro de la nevera porque todo se pudre con rapidez. Hay barrios donde no hay agua corriente durante 24 días, imagínate 24 días. Incluso es difícil de comprar agua potable hoy en día debido a los cortes de energía. Los habitantes de Gaza hacen cola durante tres horas para comprar pan, las panaderías no llegan a garantizar el suministro debido a la falta de electricidad y la falta de harina. Todos los habitantes de Gaza escriben poemas de amor para la electricidad que les ha abandonado.

Salma Ahmed Elamassie
Gaza, 1 de agosto de 2014

Queridos amigos,

Ya os he hablado sobre lo que siento, yo, mi familia, mis hijos y mis alumnos. Os he hablado de Walid, un profesor de francés en Gaza que vivía en Khuzaa, ese hermoso pueblo que se ha convertido en ruinas de piedra por los criminales israelíes. Walid es resistente, pero no militar: siempre ha luchado contra la desesperación de sus estudiantes, él lucha para que aprendan a vivir, a vivir con buenos valores que sirvan para que puedan construir su futuro. Walid es un hombre serio que sabe bromear, reírse y hacer reír a la gente demasiado seria como sus alumnos, e incluso más importante, es respetado por todos sus estudiantes, sus colegas y todas las personas que lo conocen.

El hombre que hablaba con amor de su pueblo, Khuzaa, me dijo un día que nunca dejaría su casa cerca de la frontera viniera quien venga. Hablaba en serio y se quedó en casa en 2008 y en 2012 durante los dos ataques contra Gaza en esos años. Esta vez se vio obligado a evacuar su casa con su familia, sus padres y sus hermanos, sobre todo porque todos estaban en el hospital después de que la Armada israelí lanzase fósforo blanco. Han hecho bien en haberse ido, porque su casa fue destruida. Perdieron a los miembros de la familia que se quedaron en sus casas y a otros que se fueron a los llamados barrios más seguros. Pienso mucho en sus tres hijos más mayores que el mío: estos niños que entienden mejor que mi hijo que la muerte existe a su alrededor, a veces cerca de ellos, y han visto muchas cosas que un padre o una madre no quiere explicar a sus hijos. Jamás los padres han querido que la idea misma de la muerte llegue a los pensamientos o sueños de sus hijos.

Walid, este hombre dinámico, tenía una voz fuerte y tranquilizadora, confiada, radiante y activa. Una voz que demuestra que él es una persona que ama la vida y que quiere disfrutar de cada momento de su vida para vivirla con placer. Hoy en día, uno no puede reconocer fácilmente su voz, ya que ha perdido todas sus connotaciones anteriores. Su voz se ha transformado por completo: triste, débil y perdida, ya no puedes distinguir los agudos de los graves.

No he tenido el valor de ver el documental que ha hecho Aljazeera sobre Khuzaa, el pueblo de mi amigo. Cuando veo las imágenes del barrio de Shujaeya, al este de Gaza, del pueblo de Khuzaa, al este de Khan Younis, de Beit Hanoun, al norte de Gaza, o de Rafah, al sur, y veo toda la destrucción y todos los muertos y heridos, me acuerdo de cada palabra que utilizó mi abuelo para describir las masacres que han cometido los criminales israelíes contra nuestra gente y nuestro pueblo y aldeas desde 1948. Y me digo a mí misma que es mejor para mi abuelo que se haya muerto antes de ver una nueva Nakba.

Una catástrofe ambiental puede suceder en Gaza si la ofensiva israelí no se detiene lo más rápido posible por la basura de los refugiados en las escuelas de la ONU y los cadáveres que permanecen durante semanas bajo los escombros.

Queridos amigos: Walid, como ya he dicho, es profesor de francés. Si le queréis escribir para transmitirle la fuerza, la esperanza y el coraje que necesita, yo le puedo transmitir todos vuestros mensajes.

Recen para que mi hijo pueda salir mañana. Se habla de una tregua de 72 horas que comenzará a las ocho de la mañana. Yo espero, al igual que todos los habitantes de Gaza, que Israel no acabe mañana buscando a otro soldado en otro barrio.

Nuestra noche, llena de destrucción, de sangre, de miedo y espera, acompañada por los insoportables aviones no tripulados, ya ha comenzado.

Salma Ahmed Elamassie
Gaza, 4 de agosto de 2014

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Puerto de Gaza. PALESTINALIBRE

Queridos amigos,

Siento no haber podido escribiros desde mi último testimonio el 4 de agosto, sobre todo porque tengo un montón de cosas que explicaros, pero son estas historias que quiero explicar las que me impiden escribir. Ellas me ponen enferma hasta el punto de que ya no puedo llegar a escribirlas.

Pasamos los últimos días entre las treguas, la extensión de estas treguas y los bombardeos entre una tregua y otra. El 19 de agosto, los israelíes bombardearon la casa de la familia Aldalou en un intento de asesinar a Mohamed Al-Dhaif, el comandante general de las Brigadas de al-Qassam, la rama militar del movimiento de Hamás. Nuestra casa tembló y el ruido era muy fuerte a pesar de que estamos a dos kilómetros de la casa que habían bombardeado. El miedo, de nuevo, volvió a ocupar un lugar en los corazones de mis dos niños.

Como si lo que pasó hoy fuese la cuarta ofensiva y no una reanudación de los bombardeos.

Debería haberos escrito durante la tregua que normalmente nos dejaría estar más tranquilos y calmados. Pero, contra mis expectativas, este período ha sido más difícil y triste para mí: estoy fuera de mi casa, al igual que todos los habitantes de Gaza, visitando a padres y familiares, que han perdido a sus padres o sus hogares, o a ambos. Sus historias, sus rostros, su tristeza me han hecho revivir la guerra, pero con la tristeza y el miedo.

Me encontré a Line, de cuatro años, que perdió a su padre y su casa de siete pisos, compartida con sus tíos y su papá. Vi en sus ojos impresiones ambiguas: estaba contenta de que su padre se hubiese ido al cielo para poder traerle juguetes y ropa nueva, pero estaba triste por haber perdido su casa y su habitación, donde se encontraban sus juguetes y su ropa. Yo lloré cuando ella les dijo a mis hijos que estaba esperando a que su papá volviese y le construyera la casa en dos días. Qué esperanza.

Durante la tregua, los bombardeos se detuvieron, los F16 desaparecieron, pero se quedaron los miles de aviones no tripulados cuyo ruido nos perfora el cráneo.Todo ha cambiado en Gaza, no sólo los barrios bombardeados, las casas destruidas, sino también los rostros de los habitantes de Gaza: antes de la ofensiva, la sonrisa de los habitantes de Gaza no se borraba jamás de sus labios, a pesar del bloqueo impuesto después del 2006, a pesar de la ofensiva de 2008/2009 y la de 2012. Hoy en día, nadie tiene la fuerza para sonreír. Durante la tregua, yo tomé la decisión de no seguir las informaciones para no ser víctima de noticias que me hacían creer que las negociaciones en El Cairo eran una posibilidad y que conseguirían el sueño de los palestinos. Desde la reanudación de los bombardeos, no he cerrado en ningún momento las páginas web de información, cuando quería estar al corriente. No apagué la radio recargable cuando me quedaba sin electricidad. Vivo en un estado de ansiedad y de preocupación, mis hijos tienen miedo cada vez que hay bombardeos, mi hijo mayor está durmiendo menos y espera impacientemente que mi marido regrese a casa del trabajo.

Es cierto que la tregua ha permitido que la gente salga para contar los nuevos mártires y los heridos. En mis ojos, la tregua parece un sitio donde a veces cortan las películas de terror y permiten que se retrase un poco el desenlace.

Queridos amigos, en mis escritos he evitado pedir ayuda de forma práctica para las familias afectadas por los ataques israelíes. Cuando he discutido con las familias, me han dicho que no necesitaban comida, sino la seguridad y la tranquilidad de una casa o apartamento donde puedan sentir que aún están vivas. Cabe mencionar que estas familias, que tenían sus propias casas o apartamentos, se han visto obligadas a día de hoy a pagar un alquiler para ocupar un alojamiento temporal, algo que es muy complicado para ellos. Personalmente, yo os aseguro que necesitamos especialmente a psicólogos que nos puedan ayudar a salir de nuestro sufrimiento.

Creo que mi texto está desordenado, está como nosotros, perdido entre la tregua y los bombardeos.

Recen para una paz duradera que cubra el cielo de nuestro país, nosotros no tenemos nada más. Nuestros sueños se han visto privados de todo, lo único que queremos es reencontrar una paz perdida desde hace tanto tiempo.

Salma Ahmed Elamassie

Gaza, 22 de agosto 2014

Traducción: Pilar Rodríguez, Igor Moreno y Elia Gran.

Fuente: Elia Gran DiagonalPeriódico


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