Judíos antisionistas denuncian «falsedades» de embajadora de Israel

Mediante una carta enviada a la Agencia Uypress, judías y judíos latinoamericanos denunciaron lo que consideran «falsedades» dichas por la embajadora de Israel en Uruguay, Ben Ami

Judíos antisionistas denuncian «falsedades» de embajadora de Israel

Autor: Daniel Labbé Yáñez

Mediante una carta enviada a la Agencia Uypress, judías y judíos latinoamericanos denunciaron lo que consideran «falsedades» dichas por la embajadora de Israel en Uruguay, Ben Ami.

Lo ocurrido tiene que ver con la protesta de más de 60 integrantes de la Orquesta Filarmónica de Montevideo y del Coro Nacional del SODRE, a quienes en la carta aplauden «por su acción valiente de protesta y denuncia de las prácticas genocidas del Estado de Israel contra la población originaria palestina». Esto, añaden, ante «la inapropiada gala ofrecida por el gobierno de la ciudad con motivo de la conmemoración de los 70 años del Estado de Israel».

En este sentido, la embajadora Ami afirmó que «si los árabes hubiesen aceptado aquella resolución de la ONU y no hubiesen iniciado una guerra, hoy estaríamos festejando la independencia de dos Estados». Algo frente a lo que el grupo de judíos latinoamericanos firmantes de la carta respondieron, señalando que dicha afirmación «contiene numerosas falsedades históricas y cínicamente esconde hechos importantes».

Nina Ben Ami, embajadora de Israel en Uruguay

En primer lugar, señalan que «la referida Resolución Nº 181 de la Asamblea General de la ONU (de diciembre 1947) que recomendó (no ordenó) la partición de Palestina, no fue aceptada por la población originaria palestina pues significaba la entrega de más de la mitad de su territorio ancestral al colonialismo sionista, representado por una minoría de colonos europeos llegados pocos años antes, y que aspiraba a apoderarse de toda Palestina.»

Además, apuntan que la resolución tampoco fue aceptada por los líderes sionistas ya que enviaron inmediatamente «a sus milicias a masacrar y expulsar a la población palestina de sus aldeas, pueblos, campos de cultivo, fábricas o comercios, para imponer su hegemonía supremacista sobre el mayor territorio posible con el menor número de árabes posible».

A ello añaden que «si no existe un Estado palestino es porque durante siete décadas el proyecto sionista -que jamás reconoció la existencia de ese pueblo, ni menos su derecho a tener un Estado- se ha dedicado a colonizar ilegalmente y a robar su tierra, su agua y sus recursos naturales, hasta el punto que hoy la población palestina controla menos del 15 por ciento de su territorio histórico».

Por otra parte, respecto al uso de la palabra «árabe» de la embajadora de Israel para hablar de los palestinos, expresan que «los sionistas se niegan a llamarles así, y algunos de sus dirigentes lo consideran ‘un pueblo inventado'», a pesar de que -apuntan- «los palestinos constituyen la quinta parte de la población de Israel, y la mayoría en todo el territorio de Palestina histórica».

En el segundo punto de la carta califican como «irónico» que la embajadora hable de «aceptación de resoluciones de la ONU, cuando el Estado de Israel lleva 70 años rechazándolas y desconociéndolas».

En este sentido, agregan que «el Estado de Israel es uno de los que más condenas reiteradas ha recibido por parte de la Asamblea General de la ONU desde hace 70 años, por la violación sistemática del Derecho Internacional y el no acatamiento de cientos de resoluciones de la ONU, incluyendo retirar sus colonias del territorio palestino ocupado y crear condiciones para el retorno de la población refugiada y exiliada, que constituye la mitad del pueblo palestino».

Finalmente, insisten en que «desde el comienzo de la limpieza étnica, el Estado de Israel ha hecho a través de sus sucesivos gobiernos todo lo posible para evitar el establecimiento de un Estado Palestino».

A este respecto, señalan varios ejemplos, como «la conquista entre 1947 y 1948 del 78 por ciento del territorio de Palestina, la destrucción de 500 aldeas y pueblos y la expulsión de aproximadamente tres cuartas partes de la población nativa (unas 800.000 personas)» o «la imposición de un régimen militar y de terrorismo de Estado, entre 1948 y 1966, sobre las y los palestinos que sobrevivieron a la Nakba (catástrofe) y pudieron permanecer en el territorio que se convirtió en Israel».

«Palestina se encoge, Israel se expande»

Además, como otros ejemplos citan «la conquista del 22 por ciento restante de Palestina (Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este) y la expulsión de cientos de miles de sus habitantes en la guerra de 1967» y «la realización de masacres periódicas de población palestina indefensa, así como otras prácticas genocidas y de limpieza étnica que constituyen crímenes de guerra, como la destrucción de viviendas, centros de estudio y religiosos, […] o el bloqueo criminal por más de una década sobre la Franja de Gaza, que ha llevado a ese pequeño territorio y a sus dos millones de habitantes a una situación de catástrofe humanitaria… y un largo etcétera».

Así pues, el grupo firmante afirma «repudiar el cinismo de la embajadora», quien entiende que «la raíz del conflicto tiene base en el negacionismo» mientras que los sionistas, como apunta el colectivo latinoamericano, «siguen negando la Nakba e incluso una ley israelí penaliza a quienes la conmemoren. Tal vez porque es incómodo recordar que el Estado de Israel se edificó sobre las ruinas de Palestina, y que se propuso destruir también la memoria, la identidad y la rica historia árabe de esa tierra».

Los firmantes lo califican de «cinismo e impunidad» para los «otros criminales de guerra sionistas, protegidos por un multimillonario aparato de propaganda mediática y por el apadrinamiento de EE.UU. en el Consejo de Seguridad de la ONU».

Finalmente, señalan que «como judías y judíos, estamos hartos de ser manoseados y vilmente representados por instituciones sionistas que dicen protegernos y cuidarnos y se pretenden voceras de nuestra identidad, cuando en realidad la confiscan para su único objetivo: lavar la cara del proyecto sionista, sus crímenes contra la humanidad y su falsa narrativa, que niega la existencia misma del pueblo palestino y la legitimidad de sus derechos humanos y nacionales». «No somos ni seremos cómplices de ese oprobio», concluyen.


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