Ahmad Yacoub vive en la Ciudad de Gaza con su familia -su esposa y tres hijos de diez, ocho y cuatro años- y desde el pasado martes, cuando comenzó la operación israelí Margen Protector, es testigo de al menos cuatro o cinco bombardeos diarios cerca de su barrio. Su casa está en un edificio de 12 plantas, en la undécima, al norte de la ciudad asediada. Es la tercera operación militar israelí que sufre desde que Hamás se hiciera con el control de la franja palestina en 2007. “Mi hijo mayor pregunta: ¿Por qué debo acostumbrarme a esto? Y no sé qué contestar”, lanza Ahmad desde su ciudad. “Cuando hay un bombardeo es como si estuviéramos viviendo un terremoto, tiembla todo el edificio. Ahora mismo, no tenemos vidrios en las ventanas. Pero lo más doloroso es el miedo de los niños”, explica este poeta gazatí, secretario de la Asociación de Escritores Palestinos.
“Nosotros no tenemos sirenas que nos avisen de que va a haber un bombardeo. Estamos viendo la tele, comiendo, haciendo cualquier cosa y, de repente, un ataque. Es un sonido insoportable. Los niños se ponen a gritar, a llorar y solo puedes consolarles y distraerles cantando, por ejemplo”, agrega. Los niños, asegura, no comprenden la realidad, no saben quién bombardea ni por qué. “Sí saben que no podemos salir de Gaza y que es imposible moverse de la casa”.
Los niños
Y es que nadie está a salvo. En tres días de operación, al menos 81 palestinos han perdido la vida, el 70% de ellos civiles, y la mayoría mujeres y niños. “Los niños son los que siempre, inevitablemente, sufren las peores consecuencias de cualquier conflicto armado. El uso de armas explosivas en áreas pobladas mata a niños y destruye infraestructuras vitales. Las leyes internacionales establecen claramente que los ataques indiscriminados están prohibidos. Los niños israelíes y palestinos tienen el derecho de vivir libres sin el miedo constante a los bombardeos”, denunció ayer el codirector de la ONG Save the Children en los Territorios Palestinos Ocupados, David Hassell. La organización se mostró también preocupada por que los suministros esenciales de comida, medicamentos y combustible se estén agotando en las zonas bloqueadas, donde la población ha sufrido la escasez de suministros durante los últimos siete años.
Manu Pineda vive en Gaza desde hace tres, donde es voluntario como escudo humano en labores de protección de agricultores y pescadores. Ayer visitó Jan Yunis, al sur de la franja, para comprobar los efectos in situ de los bombardeos israelíes. “Jan Yunis está devastado. El día anterior mataron allí a 20 personas. Es una masacre”, denuncia. “Están atacando a familias. En una mataron a ocho miembros. Bombardearon su casa y todas las casas de alrededor y es algo que pasa con frecuencia. El día anterior estuvimos también en Jan Yunis y vimos los cuerpos de una familia que había sido atacada. Mataron a siete miembros, seis de ellos niños de entre 10 y 15 años”, agrega.
“La operación comenzó bombardeando zonas vacías, más bien con un carácter disuasorio para parar el lanzamiento de cohetes, pero en vista de que la gente de Gaza ha decidido tirar para adelante con todas las consecuencias y por las presiones internas, ahora mismo van a hacer daño. El primer día avisaban antes de bombardear, ahora ni eso”, explica Pineda.
Por Marta Martínez/Deia.com