Por Mauricio Becerra Rebolledo @kalidoscop
El Coronavirus está poniendo a prueba los sistemas de salud de los países. Depende de su nivel de solidez y cobertura la posibilidad de atender a quienes lleguen en busca de cuidados médicos. La capacidad de respuesta de las instituciones públicas de salud está determinado por las políticas aplicadas en las últimas décadas. La crisis de las Unidades de Cuidado Intensivo (UCI) en Italia y España revelan la precarización de recursos implementada desde años atrás por gobiernos neoliberales.
Las cifras de la pandemia son elocuentes. Según los datos difundidos este jueves 26 de marzo por la Universidad Johns Hopkins, la epidemia se ha extendido por 175 países. Desde que fue declarada la alerta en China, 510.108 personas han sido contagiadas en el mundo, falleciendo 22.992 hasta este 26 de marzo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima además que 1,7 millones de personas en el mundo están siendo obligadas a guardar cuarentena al interior de sus hogares.
El Coronavirus también está poniendo a prueba la infraestructura y cohesión social. En sociedades diferenciadas en clase, hay segmentos más vulnerables para enfrentar una enfermedad muy contagiosa y una cuarentena obligada. Los países en que el empleo informal es la tónica, como en América Latina, la imposición de quedarse en casa choca con la posibilidad de alimentarse en el día a día. Entre los grupos más sensibles están los más pobres, quienes habitan en asentamientos precarios, los hacinados en los cinturones de las grandes ciudades, muchos de ellos sin acceso a agua y manejo de residuos. Tanto a nivel individual como estatal la pandemia no nos pilla a todos bien parados.
Las medidas adoptadas por los diferentes gobiernos demuestran al mismo tiempo las diversas perspectivas ideológicas que han configurado las políticas de salud pública. En un lado tenemos países que asumen que es deber del Estado contener la pandemia, y los ciudadanos aceptan el despliegue de métodos de control individual nunca antes vistos a cambio de la certeza de que si se enferman la salud pública se hará cargo de ellos. En el otro extremo tenemos naciones que desde una perspectiva liberal han asumido la lógica de aceptar el contagio de amplios sectores sociales y centrar las esperanzas en la producción de inmunidad colectiva. Asumen así la muerte de personas vulnerables al Coronavirus, como si se tratase de una estrategia de darwinismo social. La noción de sobrevivencia de ‘los más aptos’ subyace en dichos enfoques.
LA RESPUESTA CHINA
En China, donde se originó el brote, el Covid-19 fue diagnosticado en algo más de 81 mil personas y provocó hasta el lunes 16 de marzo 3.230 muertes. Las medidas de contención tomadas en el país asiático amplificaron un estado policial a un nivel nunca antes visto, con controles rutinarios de temperatura y de la localización de los habitantes en las regiones afectadas.
El país asiático tuvo que paralizar su economía y decretó la cuarentena más grande conocida en la historia de la humanidad. Si bien en un primer momento no atendió la alarma dada por médicos, paró el sistema productivo de amplias regiones y cerró la provincia de Hubei con 56 millones de habitantes; se apresuraron en construir hospitales para albergar a los enfermos y portadores, secuenciaron el genoma del virus, lo entregaron a la OMS y a diversos laboratorios en el mundo para su investigación.
Una misión conjunta OMS-China destacó que pese a los graves efectos en la economía del país asiático, se trató del “esfuerzo de contención de enfermedades más ambicioso, ágil y agresivo de la historia”. Según el editorial de The Lancet, el éxito se basó en gran medida en un sólido sistema administrativo que puede movilizar en tiempos de amenaza, combinado con el fácil acuerdo del pueblo chino de obedecer estrictos procedimientos de salud pública.
EL CIERRE DE FRONTERAS EN EUROPA
Pese a que en un primer momento las medidas tomadas en China fueron recibidas con distancia, el brote del Coronavirus que se inició en la región de Lombardía, norte de Italia, y en las pocas semanas en España, obligaron a los gobiernos de dichos países a decretar estado de alerta, confinando a las personas en las casas y organizando los recursos médicos y de distribución alimentaria para enfrentar un virus que puede infectar a más de dos tercios de la población.
Un hecho que arrojará consecuencias impredecibles es la respuesta de la Unión Europea (UE) como colectivo. Rafael Poch cuenta que a principios de marzo, cuando Italia comenzó a reportar el alza de casos de Coronavirus, Alemania y Francia decretaron la prohibición de exportar productos biomédicos al resto de la UE. A mediados de marzo cada país comenzó a cerrar en forma unilateral sus fronteras y disponer sus propias estrategias de cuidado. La semana reciente, un cargamento con ayuda destinada a Italia desde China que llegó a República Checa, fue apropiado por el Presidente de dicho país. El retorno del Estado soberano se superpuso al Espacio Schengen, esfumándose en menos de dos semanas el imaginario comunitario de una Europa unida bajo la bandera azul con las estrellitas.
En Italia el financiamiento de la salud pública disminuyó unos 37 mil millones de euros en los últimos 10 años. El desmantelamiento del sistema sanitario público provocó que al comienzo de la epidemia tuviesen un total de 5.090 camas de terapia intensiva, un 30% menos que en 2001.
La estrategia en España ha sido declarar la cuarentena más estricta del espacio europeo. Está permitido salir a comprar al supermercado, farmacias, pasear a mascotas y la policía multa por doquier. De igual forma, miles de trabajadores siguen yendo a sus labores a diario, como en el rubro de la construcción, que no ha paralizado en ciudades como Barcelona.
Vicenç Navarro, politólogo de la Universidad Pompeu Fabra, comenta que “la pandemia está mostrando las grandes insuficiencias del Estado del Bienestar español y sus servicios”. El catedrático destaca que el financiamiento del sector salud en España es uno de los más bajos de los 15 países de la Unión Europea. Datos de Eurostat, citados por Navarro, evidencian que si en 2009 el gasto sanitario en España era el 6,8% del PIB, para 2014 fue del 6,4%. El número de médicos pasó de 47 a 40 por cada diez mil habitantes en el mismo periodo. Respecto de camas hospitalarias, la reducción fue de 3,3 a 3 por cada mil habitantes entre los años 2007 y 2016.
La precarización de la sanidad española se inició en 2010 con los gobiernos del Partido Popular (PP), cuya orientación fue la privatización de los servicios sanitarios. Su lema era «no le quepa duda que la empresa privada es más eficaz».
La cuarentena decretada en España ha sido acompañada de una campaña masiva de parte de los medios, que difunden mantener la cuarentena. Esto ha significado situaciones en que vecinos denuncian al vecino por salir a dar un paseo, abordajes violentos de la policía a inmigrantes aplaudidos por la ciudadanía y la multiplicación del control en un nivel nunca antes visto. La cuarentena tiene de contramano que el gobierno español ha restringido la aplicación de test de detección de Coronavirus solo a las personas con síntomas ya avanzados. Laura Jaramillo comenta que la cuarentena sin test masivos es un proyecto de control social que transfiere la responsabilidad de la enfermedad desde el Estado al individuo.
En Alemania, el tercer país más afectado por el Coronavirus, la estrategia del gobierno fue la aplicación masiva de test y la correspondiente cuarentena de los contagiados detectados. Si bien está cerrado el comercio que no sea de alimentos, se permite andar hasta de a dos personas en las calles. En los Países Bajos se han adoptado similares políticas.
Los países europeos han adoptado medidas de choque para proteger a los ciudadanos y a los más pobres. En Italia, Francia y Alemania es la suspensión del pago de las hipotecas en los próximos meses para quienes se hayan quedado sin empleo, la paralización del pago de impuestos de las pymes y las cotizaciones de los trabajadores autónomos. En Dinamarca el gobierno se hará cargo del 75% del sueldo de los empleados que estén en riesgo de despido por el Coronavirus. Se trata de administraciones de derecha o centro izquierda, pero que están respondiendo de igual forma a la pandemia.
LA SELECCIÓN NATURAL DEL LIBERALISMO
El liberalismo anglosajón exhibió sus miserias en las primeras semanas de declararse la pandemia. El premier inglés Boris Johnson -quien fue diagnosticado con Coronavirus en las últimas horas- priorizó el funcionamiento económico y explicitó la política de dejar territorio libre al Covid-19, cuyas muertes consideraba inevitables, y que a la larga los ingleses se autoinmunizaran. Los ancianos serían obligados a recluirse durante los próximos meses.
La preocupación de las instituciones científicas provocó que en menos de una semana el primer ministro conservador mudara de estrategia. En un mensaje reciente invocó la unidad inglesa para enfrentar la Alemania nazi y utilizó la metáfora ya habitual de la ‘guerra al virus’ para decretar una cuarentena durante tres semanas.
Si a principios de marzo había 39 casos detectados y un fallecido, esta semana los contagiados bordean los ocho mil, entre ellos el príncipe Carlos; y se han producido 422 muertes.
Al igual que en España, en Inglaterra la aplicación de test es mezquina. Según Página 12, quienes trabajan en la salud no son testeados y en muchos casos no tienen el equipamiento necesario de protección.
En Estados Unidos, a comienzos de esta semana el vicegobernador de Texas, el republicano Dan Patrick, llamó a los ancianos a jugarse la vida con el objetivo de mantener el país funcionando y, de esta forma, no decretar cuarentena. Aseguró que los abuelos estaban dispuestos a sacrificarse para evitar el derrumbe de la economía de EE.UU. “A mí nadie me preguntó si como ciudadano mayor estoy dispuesto a jugarme mi supervivencia a cambio de mantener a los Estados Unidos tal y como es para nuestros hijos y nuestros nietos”, sostuvo, y confirmó su disposición a asumir el riesgo.
El texano además llamó a los norteamericanos a «volver al trabajo, volvamos a vivir, seamos listos acerca de todo esto y los mayores de 70 ya cuidaremos de nosotros mismos. No sacrifiquemos el país, no sacrifiquemos el gran sueño americano».
La proclama patriótica del texano está en sintonía con la respuesta del Presidente Donald Trump a la pandemia. Su primera reacción fue negar la gravedad del Covid-19 e incluso ha obligado al Center for Disease Control and Prevention (CDC), máxima autoridad federal en salud pública, a limitar las pruebas de identificación de pacientes infectados con la enfermedad. De esta forma se redujo al mínimo la cantidad de pruebas de detección del Coronavirus, realizándose apenas 26 por cada millón de habitantes entre el 3 de enero y el 11 de marzo.
La estrategia de no realizar test resulta útil a los gobiernos para así no contribuir a abultar la cifra real de contagios. En EE.UU. se sospecha que el Coronavirus está subdiagnosticado.
En las últimas 24 horas, Estados Unidos marcó un récord al contabilizar más de 12 mil nuevos casos. En total, en el país del norte hay 79.785 personas contagiadas, de las cuales 1.151 han muerto. Nueva York es el estado más afectado, con casi el cincuenta por ciento de los casos.
El presupuesto del CDC ya había sido cortado en un 18% anual por la gestión de Trump, quien también recortó en un 20% los Programas Federales para Urgencias Infecciosas y eliminó la unidad de pandemias dentro del Consejo de Seguridad Nacional. El geógrafo David Harvey comentó que el mandatario recortó el presupuesto del CDC y disolvió el grupo de trabajo sobre pandemias con el mismo espíritu con que recortó el financiamiento a las investigaciones sobre el cambio climático.
Noam Chomsky llama la atención respecto del sistema sanitario norteamericano. “El asalto neoliberal ha dejado a los hospitales sin preparación. Un ejemplo entre todos: las camas de los hospitales han sido suprimidas en nombre de la ‘eficiencia'», postula.
Vicenç Navarro destaca que las características principales del sistema laboral en EE.UU. es la precarización y la ausencia de una red pública de asistencia. Releva cifras de 2019 recogidas por Brookings Institution, en las que se detalla que el 44% de los trabajadores en ese país, es decir, más de 53 millones, no obtienen el salario suficiente para proveer una seguridad económica. La mayoría de ellos no tiene seguro de salud, por lo que en caso de enfermarse no acceden a ningún beneficio. En el ámbito de la Salud, la mayoría de los servicios son privados y sus costos inaccesibles para los trabajadores. Navarro destaca que unos 30 millones de personas en Estados Unidos no tienen cobertura sanitaria y otros 27 millones tienen una cobertura muy insuficiente.
El costo del tratamiento por Covid-19 para quien no tenga seguro médico en EE.UU., según The Times, alcanza los 35.000 dólares.
También trascendió que Trump intentó monopolizar una vacuna desarrollada por laboratorios alemanes, maniobra frustrada por la intervención de Angela Merkel. Sharon Lerner, de The Intercept, aseguró que las compañías farmacéuticas son las grandes ganadoras por la pandemia del Covid-19. Dichos conglomerados obtienen el 63% de las ganancias totales de la atención médica en EE.UU. De hecho, dicha industria es la que destina más dinero a lobby, gastando en 2019 la suma de 295 millones de dólares, cifra mayor a la que destina cualquier otro conglomerado corporativo en el país del norte. El Grupo de Trabajo del Coronavirus de la Casa Blanca está integrado por los ex lobbistas principales de los laboratorio Eli Lilly y Gilead Sciences.
Naomi Klein, junto con advertir que la pandemia también está siendo utilizada como política de shock, propone como salida un Green New Deal. Llama a no perder el coraje y que “tenemos que luchar más que nunca por la atención sanitaria universal, la atención infantil universal, la baja por enfermedad remunerada, todo está íntimamente relacionado”.
En las semanas recientes China notificó que no se han presentado más casos del Covid-19 durante días seguidos y comenzó a aflojar las medidas de cuarentena. Al mismo tiempo comenzó una inédita diplomacia sanitaria con el envío de insumos médicos y equipos de ventilación artificial a Italia y España. Mientras la política comunitaria de la UE fue cerrarse y en EE.U.U. se ha aprovechado la pandemia para presionar más a Venezuela y acusar a China, el gigante oriental apostó por enviar médicos con experiencia en la pandemia. Como sostuvo el politólogo Juan Carlos Monedero, “la Ruta de la Seda está consiguiendo su mejor embajador: la cooperación”.
La cooperación también ha corrido por cuenta de Cuba y Rusia. A comienzos de esta semana llegaron a Italia médicos procedentes desde la isla, quienes ya fueron desplazados a las regiones del norte devastadas por el Coronavirus. Este viernes también han llegado brigadas médicas móviles rusas, integradas por 100 especialistas en virología y epidemiología, quienes se desplazarán entre las ciudades de Bergamo y Roma. Los rusos llevan consigo sistemas de desinfección e insumos médicos.
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