Es curioso, pero verdadero: los estereotipos tienen tal influencia en nuestra cultura que ni siquiera podemos evitar transferirlos a las sustancias. Así, el tomador de café tiene buenas probabilidades de ser productivo, por ejemplo, los “hombres de negocios” generalmente acompañan su día con esta bebida para corresponder al ritmo de las exigencias que su rol sociocultural les demanda, mientras que los fumadores de marihuana juegan videojuegos aun ya entrada la adultez y prefieren contemplar las gotas de baba que se derraman, a ritmo de dub, desde su boca, que producir para bien de la economía global.
Pero afortunadamente ha llegado al mercado un producto que no requiere sacudirnos la loza estereotípica, ya que en lugar de eso la incorpora es su esencia. Así nace el café cannábico, que actualmente se distribuye en un par de cafeterías, una de ellas en Los Ángeles y otra en Seattle. De esta forma, los aficionados al THC podrán, en lugar de fumarse su ritual porro mañanero, beber una buena taza de cafe infusionado con marihuana, lo cual presumiblemente les permitirá ser entidades productivas y miembros respetables de la sociedad.
El café cannabico es, por cierto, un producto más del boyante nuevo mercado de la marihuana, el cual está creciendo rápidamente en ciertos lugares de Estados Unidos, aprovechando una tendencia legal que apunta a la legalización o despenalización del consumo de marihuana.