De norte a sur, en Italia, los trabajadores han comenzado a bloquear y ocupar fábricas. A diferencia de aquellos trabajadores que pueden hacer la cuarentena y el aislamiento, con tareas en casa, una inmensa mayoría tiene que ir a sus lugares de trabajo. Mientras los operarios fabriles (y también cuentapropistas), reclaman una licencia laboral paga, las patronales recurren a las suspensiones sin goce de sueldo o directamente despidos. Mientras, la tasa de desocupación que prevén los econometristas, en Estados Unidos y el Reino Unido, podría superar el 20% de la población activa.
La anarquía de mercado se levanta como un obstáculo insuperable para resolver la contradicción entre la salud, por un lado, y el trabajo, por el otro. Es necesaria una planificación centralizada, lo que supone la intervención del poder público en la propiedad privada de los medios de producción, circulación y financieros.
Para frenar la producción de aquellas empresas que no cumplan con las condiciones de salubridad y parámetros de distancia, en varias empresas metalúrgicas de Italia se suspendieron las actividades, por la presión de las bases, hasta el 22 de marzo. El primer ministro Conte advirtió que los trabajadores debían seguir “produciendo” y que no se podía “paralizar el país”. La patronal Cofindustria se sumó y reclamó que el proceso de producción «no sea detenido».
El presidente de Confindustria Lombardia, Marco Bonometti, denuncia que las huelgas son “irresponsables”. Federmeccanica, en tanto, asegura que tiene la capacidad de proteger la salud de los empleados, sin entrar en mayores detalles. El jefe de Protección Civil, Angelo Borrelli, reclama el uso del barbijo, pero los barbijos no existen prácticamente en Italia pues el Estado no los garantiza ni al personal de salud. Desde Confindustria dicen: “Fábricas cerradas, supermercados vacíos, perspectivas de recuperación en peligro. A corto plazo, lo que se arriesga al cerrar el sistema industrial italiano es que no puede garantizar los suministros necesarios para las familias italianas”.
“Es escandaloso -replica Francesca Re David de Fiom-CGIL-, que los trabajadores corran el riesgo de sanciones disciplinarias o incluso el despido si se niegan a una protección de salud inadecuada”. Los reclamos de los trabajadores son claros: condiciones de salubridad e higiene en las fábricas esenciales y paralización de las actividades en las fábricas no esenciales.
La semana pasada, desde el sindicato USB se declaró una huelga general por 32 horas, renovable. La CGIL, CISL y UIL pidieron parar la producción hasta el 22, sumándose a los sindicatos de trabajadores metalúrgicos Fim, Fiom y Uilm. Ningún sector de esta burocracia sindical había hecho antes estos planteos, acompañando en segundo plano al gobierno. Los tres sindicatos metalúrgicos han amenazado con “el paro nacional unilateral de todo el sector de producción”.
Los sindicatos solicitan al gobierno “regulaciones claras y vinculantes para las compañías” y un cierre ‘temporal’ de todas las compañías para “desinfectar, asegurar y reorganizar todos los lugares de trabajo”. Es un planteo dilatorio para desviar la presión huelguística de los trabajadores. En las provincias de Asti, Vercelli y Cuneo se producen huelgas continuas en las fábricas con muy altas adhesiones comenta la seccional Fiom-Cgil de Piamonte. Se refiere a empresas como Mtm, Ikk, Dierre, o Trivium. Los trabajadores dicen “no somos carne de res (carne de cañón)”.
Podríamos decir entonces que Italia enfrenta una revuelta obrera. Seis mil trabajadores de la Fiat-Chrysler, en Nápoles, paralizaron la planta, lo mismo en Alfa-Romeo. En el sur, el primer infectado por Coronavirus es un obrerro la FCA (Fiat-Chrysler) en Pomigliano, de 5000 trabajadores. Se teme que Avio Aero, que está al lado y cuenta con 1.100 trabajadores, cierre sus puertas. (En EEUU, han parado los trabajadores de FC de Warren Truck de Detroit, siguiendo el ejemplo de los trabajadores de Windsor, Ontario).
Desde el sindicato de envíos a domicilio Riders, Bologna, dijeron que “creemos que la situación es muy grave y que debemos detener la infección, antes que nada. Si la distribución de alimentos en el hogar se vuelve indispensable, el Estado, la Protección Civil y los organismos pertinentes deben pensar en ello. Nosotros paramos” (Il Messaggero, 12/3).
Asimismo, piden extender la red de Ingreso Básico de Italia (Bin) a todos los trabajadores para garantizar el aislamiento. El gobierno respondió prohibiendo los despidos por dos meses, pero excluyó el despido por “motivos disciplinarios”, o sea las huelgas. Y de una ayuda de 25.000 millones de euros para la Protección, sólo 10.000 millones irán a empleo. Se estima que la asistencia a los autónomos será de 600 euros mensuales, lo que no cubre los gastos de un alquiler.
Protocolo de seguridad
Dos trabajadores del servicio postal murieron en Bergamo el viernes. El sindicato pidió cerrar el servicio postal, como ya ha ocurrido en Gran Bretaña. De no hacerlo, amenazan con un paro general. Los astilleros también pararon, igual que la acería Ast de Terni o la Briton de Cormano. La huelga de trasporte aéreo del 25 de febrero sigue hasta el 2 de abril. En Liguria pararon los estibadores y portuarios.
Finalmente, el gobierno, sindicatos y patronales firmaron un protocolo de seguridad. Fiom-CGIL anunció que “las iniciativas de los trabajadores y las conversaciones con las empresas para reclamar la plena aplicación del Protocolo firmado por Confindustria y Cgil, Cisl y Uil para la protección de la salud y la seguridad de los trabajadores han continuado en todo el territorio nacional”.
La burocracia sindical procura justificar su renuencia a desempeñar un papel independiente. Dos mil trabajadores del almacén de Amazon en Castel San Giovanni, en la provincia de Piacenza, están en huelga por el incumplimiento del protocolo mínimo por parte del gigante del servicio de entregas: “La logística en todo el país podría colapsar hoy debido a la huelga de almacenes proclamada por los sindicatos Si Cobas y Adl-Cobas”.
También, las empresas aún se resisten a la formación de “comisiones corporativas” de control, como lo fija un decreto, para defender el derecho a decidir en forma unilateral. Por eso, las “huelgas salvajes”, como se las llama la prensa, han mostrado el carácter social de la crisis sanitaria provocada por el coronavirus. Así, las patronales italianas, preocupadas por el índice del ‘riesgo-país’, unos 300 puntos encima de las tasas italianas, se encuentran ahora bajo la doble amenaza de un default y una rebelión popular.
Por Emiliano Monge
Fuente: Politicaobrera.com