Había algo raro en ese bosque de algarrobos en medio del desierto. No eran el paisaje lunar en derredor, entre el Salar de Atacama y los volcanes andinos; tampoco la sequedad que apenas permite que especies como el algarrobo puedan crecer allí, en medio de la nada. Acostumbrados a divisar árboles solitarios en medio del desierto, los funcionarios del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin) y el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), rápidamente percibieron que algo inusual ocurría con dichos árboles acostumbrados a soportar grandes sequías.
Estaban en las cercanías de Peine, una de las comunidades atacameña lickanantay localizada en la parte sur del acuífero, realizando una visita inspectiva para verificar si SQM cumplía las condiciones que pactó al entregársele en arriendo la explotación del salar localizado al interior de la región de Antofagasta.
Tenían que visitar la reserva de algarrobos próximo al pozo Camar 2. Al aproximarse se dieron cuenta que uno de los ejemplares estaba muerto.
Luego apareció otro y otro más.
Estaban secos.
La contabilidad arrojó que de los 73 algarrobos catastrados, 23 estaba completamente muertos. Casi uno de cada cuatro, es decir, el cuarto de un pequeño bosque que crece sobre los 2.300 metros sobre el nivel del mar.
Para corroborar el hallazgo, se encargó un informe al SAG, el que acabó constatando que el 36% de los ejemplares de algarrobo aledaños al pozo Camar 2 estaban muertos. El informe atribuyó de manera directa que 13 se secaron durante la ejecución de las faenas de SQM en el salar.
Intrigados los investigadores, cruzaron la información con los datos proporcionados por SQM en 2013 respecto de Conductividad Eléctrica y pH de suelo. Al comparar de dichos registros con los de las muestras recogidas en el bosque seco, se observó “un aumento de la CE para más del 90% de las muestras pasando de suelos moderadamente salinos a suelos fuertemente salinos; misma situación ocurre con el parámetro pH que aumenta su nivel de alcalinidad lo que es concordante con el aumento de salinidad”- según indicó el expediente sancionatorio.
Inspección realizada en 2014 por Conaf que dio cuenta de los algarrobos secos
En la misma inspección se constató que también SQM modificó los umbrales de pozos de monitoreo a escondidas de la autoridad. Los fiscalizadores detectaron en los pozos Mullay, Allana, Camar 2, Socaire y P2 -a través de los cuales SQM extrae salmuera y agua del Salar de Atacama- que no había registro de la cantidad de extracción de agua o salmuera. Es decir, se podría estar sacando más agua de la autorizada. También pillaron que en el pozo Camar 2, SQM modificó sin autorización las cotas de dos pozos de bombeo.
Esto ocurría a fines de marzo de 2014, pocos meses antes que la Fiscalía comenzara desenredar la madeja que dio cuenta del financiamiento irregular de la política y que años después desnudaría como SQM pagó a todo el espectro político desde el Partido Socialista a la UDI.
El escándalo fue tan mayúsculo que el principal controlador de la empresa de nitratos, Julio Ponce Lerou, abandonó la dirección y otorgó mayor protagonismo a la compañía china Tianqi, que tiene un 22% de las acciones de la productora de litio y potasio. Sin embargo hoy, a seis años de vencer el contrato de arriendo por la explotación del salar y que implicaba su retorno a manos del patrimonio público, vuelve la polémica por el pre-acuerdo entre Codelco y SQM, que mantendría en la explotación del salar a la empresa del ex-yerno de Pinochet con ventajosas condiciones hasta el año 2060.
UNA GRUESA CORTEZA DE SALMUERA
Los salares son vestigios de épocas glaciares, época en que grandes lagos ocupaban los valles que se fueron formando entre los macizos de la Cordillera de los Andes. En un proceso de miles de años, los lagos fueron secándose y lo que hoy son los salares es el sedimento que fue quedando de esos inmensos lagos.
“Los salares en el pasado fueron lagos, los que se han ido secando en el tiempo geológico, ya que se ha ido evaporando el agua en mayor cantidad de lo que ingresa al sistema. Esto hace que sean muy frágiles y frente a perturbaciones o cambios ambientales, los salares tengan también respuestas o cambios considerables”- cuenta la bióloga y doctora en Ciencias, Cristina Dorador.
Lo que en la superficie se percibe como una arracimada corteza de sal, por debajo alberga acuíferos de agua, los que se van superponiendo entre medios de densas capas de salmuera. Según datos de un informe publicado por el Observatorio Plurinacional de Salares Andinos (OPSAL), dicha masa de salmuera “contiene un 75 por ciento de agua y 25 por ciento de sales disueltas, además de grandes concentraciones de litio, minerales y otros compuestos”.
SQM está presente en el salar desde 1987, a través de la sociedad Minsal, interesados primero en la explotación de yodo y potasio. El litio comenzó a ser demandado desde 1995, fecha en que se inició a fondo la explotación del Salar de Atacama. También se instalaron en el lado sur compañías cupríferas, como Minera Escondida, en 1990; y minera Zaldívar -de Antofagasta Minerals- cuatro años después.
La extracción de agua del acuífero de Atacama a partir de la actividad minera es de más de 8 mil litros por segundo, en tanto que la capacidad de recarga es de 6 mil litros/seg., según documenta el Comité de Minería no Metálica (Corfo).
La minera de Ponce Lerou tiene una disputa de fondo por los recursos hídricos. Cuando en 2019, la empresa estaba presentando su programa de cumplimento ambiental, avaluado en US $25 millones, el Consejo de Pueblos Atacameños (CPA) ganó una recurso ante el Tribunal Ambiental, logrando así paralizar la expansión de las operaciones.
Luego el CPA exigió la revocación de los permisos ambientales entregados a SQM, momento en que intervino la Superintendencia de Medio Ambiente, la que descartó el plan de cumplimiento de la minera y exigió una nuevo plan de manejo en la evaluación de los impactos producidos por la explotación de todas las minas que operan en el salar.
En forma paralela, ya se habían iniciado los procesos sancionatorios a SQM por el daño en el bosque de algarrobos y la extracción de agua por fuera de lo permitido. En 2016 se identificaron seis faltas ambientales y al contrato de arriendo del salar establecido con Corfo, como la extracción de salmuera por sobre lo autorizado entre agosto de 2013 y agosto de 2015.
Se reportó, además de los algarrobos secos, que SQM modificaba los pozos a monitorear, las cotas de terreno de los pozos y alteraba los umbrales de capacidad de agua. Los fiscalizadores detectaron información incompleta sobre la extracción de agua dulce, los niveles de los pozos y las formaciones vegetales, entre los años 2013 a 2015. Del mismo modo se detectó que no se hacían los análisis de los registros históricos de meteorología local y regional, monitoreo de variables hidrogeológicas y otros estudios que permiten medir cambios en el ecosistema de la zona de operaciones de SQM.
Esta ausencia de información implica que las autoridades no pueden contar con datos trazables para hacer mediciones de afectación a la flora, fauna y al territorio. Así, el Estado chileno está a ciegas respecto a variables que, como opera en la zona y se exige en los contratos, SQM debiera medir.
El informe fue emitido en el año 2016 y se acordaron medidas provisionales para reparar los daños causados. Según el último Informe Técnico, emitido en abril de 2021, aún se acusaba que no existía la verificación del cierre del pozo Camar 2.
Damian, estudiante de Ingeniería y Minas y quien ha trabajado en las faenas del salar, comenta que una sanción es un accidente y que se sabe cuando irán a fiscalizar, por lo que tienen todo preparado. “Los jefes saben los días anteriores cuando irán a fiscalizar y preparan la ruta, ya sea con los pozos que se pueden mostrar o las piscinas de evaporación. Si siempre se hacen más cosas que las que se muestran”.
LA DISPUTA POR EL AGUA DEL ACUÍFERO
En los estudios de impacto ambiental presentados por las mineras, aparece la salmuera de los salares como sistemas separados de los humedales y acuíferos vecinos. Se argumenta que los salares se recargan principalmente desde la superficie, con el agua de lluvia que escurre desde las montañas, en tanto en el subsuelo están completamente separados el salar de los bolsones de agua dulce.
Según los investigadores del OPSAL, estos supuestos son demasiado simplistas. Que aún no se pueda entender como el agua dulce subterránea que conecta humedales distantes en la zona, interactúa con el agua salada de las salmueras, no implica que estos acuíferos no estén relacionados.
Como la política de SQM ha sido no hacer públicos sus estudios sobre el salar, la comunidad de Toconao desde 2019 comenzó a levantar un estudio técnico para determinar el impacto de la minería en su comunidad. Una de sus principales conclusiones es que al comparar las actuales hectáreas de cultivo agrícola con las existentes a comienzos de los noventa, fecha en que llega la minería, se constata una pérdida de un 70% de desarrollo agrícola en Toconao, nos cuenta Yermin Basques Mondaca, presidente de la comunidad de Toconao.
Quebrada de Jere, en los alrededores de Toconao y usada para cultivo en terrazas
Toconao es la comunidad indígena más grande del norte grande, integrada por un millar de personas y es de las más próximas al salar junto a las comunidades de Talabre, Socaire, Camar y Peine.
La comunidad de Toconao además está levantando datos que comienzan a dar cuenta sobre el daño hidrogeológico de la cuenca del salar. Basques se apresura en explicar que “se acostumbra en minería metálica a dar cuenta de los daños geológicos; en tanto, en la minería no metálica, que es el caso del litio, se estudia el daño hidrogeológico”.
Hay quienes consideran que las napas subterráneas de toda la cuenca están de alguna manera relacionadas. Una comunera de Talabre, Sandra, lo explica diciendo que “por efecto de la lluvia en la montaña, el agua baja por las quebradas y afluentes para llegar a las napas subterráneas y de esa forma llega al salar. El salar así es como una torta: tiene capa de salmuera y agua, luego otra capa de salmuera y otra de agua. Y así por varias capas”.
La Ingeniero Civil Químico, Ingrid Garcés, investigadora del área de Procesos Químicos y Minerales de la Universidad de Antofagasta, comenta que la extracción de litio tienen impacto sobre toda la cuenca del salar, pese a estar distante kilómetros. “Los bombeos producen un cambio no sólo en su área directa, sino que en todo el acuífero. Es como un vaso donde se bombea en el centro, tenderá a afectar sus bordes. Así que el problema de los Estudios de Impacto Ambiental (EIA) abarcan sólo el sector de la empresa, pero debiera abarcar la sumatoria de toda la cuenca. Ese es el verdadero balance que hay que hacer”-comenta.
Basques cuenta que con la llegada de la actividad minera los humedales alrededor del salar se han ido secando. “Un bofedal que tenia Peine quedó seco y por ello hay tres empresas en proceso sancionatorio iniciado en 2019 en el Tribunal Ambiental. Se trata de Zaldívar, BHP y Albemarle. El dirigente agrega que “el agua ha sido la base de las pérdidas. Tenemos sectores de quebradas, hay bofedales, en donde se desarrollaba la ganadería, pero ya no existen”.
En las lagunas superficiales que bordean el núcleo del salar próximas a Soncor también se puede apreciar el impacto de las faenas extractivas desarrolladas en la zona, según comenta Camilo Sanzana, geógrafo de la Comunidad Atacameña de Toconao. “Corresponde a la zona del sistema hidrológico de Soncor, que son todas las lagunas superficiales – nos cuenta- las que se alimentan de correntias superficial y subterráneas, que vienen de la cordillera de los Andes y del río San Pedro”.
Según detalla Sanzana toda esa agua al juntarse choca con el núcleo del salar, en donde se concentra la salmuera. Por efecto de densidad esa agua emerge a la superficie y va sosteniendo así el sistema lagunar.
AUMENTO DE CUOTAS EXPLOTACIÓN DE LITIO A CIEGAS
El pre-acuerdo entre Codelco y SQM también implica un aumento de las cuotas de extracción del mineral. De 165 mil toneladas anuales permitidas, las que SQM estaría agotando antes del 2030, se pasaría a la explotación de 300 mil ton.
La duplicación de la cuota de explotación no va acompañada de estudios que den cuenta del impacto sobre la cuenca del salar y sus fuentes de agua dulce. Este es uno de los principales puntos de la oposición de las comunidades lickanantay más próximas al salar.
Si bien se argumenta que las comunidades indígenas no tienen por qué saber de información privilegiada en los acuerdos entre grandes compañías mineras, “si ves los acuerdos, no hablan de eso: Hablan de niveles de producción de 300 mil toneladas, hablan de que van a mejorar los procesos productivos. El acuerdo habla de muchas cosas y nosotros no estábamos enterados”-responde Basques.
En OPSAL llaman la atención de que “ni el Código de Minería ni el Código de Aguas reconocen la salmuera como un recurso que se deba regular, y en consecuencia las autoridades chilenas pueden no saber con precisión cuánta salmuera se extrae, ni tampoco saber si lo que sobra se reinyecta una vez que se haya extraído los minerales”.
El geógrafo Sanzana insiste que desde 2018 se ha pedido a Corfo que antes de renovar cualquier concesión de litio debe conocerse en forma independiente sobre el estado del salar y sus reservas. “Pero Corfo aún no tiene esa información. Necesita unificar información de empresas que hacen esa extracción”- cuenta Sanzana.
En realidad no hay un sistema de modelamiento hidrogeológico unificado que permita ver el real estado de salud del salar, sino que cada minera maneja sus estudios en forma independiente y fuera del escrutinio público.
Una exigencia de la comunidad de Toconao en 2018 provocó que SQM comenzara a liberar estudios geológicos sobre sus pozos, lo que permitió tener las primeras aproximaciones al ente público y a las comunidades. “Se pidió a Corfo modelar estado del salar, pero la información que tiene es dispersa y fragmentada, por lo que tiene que unificar datos de la minera Zaldívar que extra agua de la cuenca, de BHP, de SQM y de Albemarle”- comenta Sanzana.
Entre la información liberada, resaltan mediciones hechas por SQM que dan cuenta de la disminución del núcleo del salar en 1 metro.
La opacidad de la fuente exige corroborar dicho dato de manera independiente.
Y se trata de una cuenca de 120 kilómetros de extensión.
¿A quién le sirve esta ausencia de información?
Un estudio de la antropóloga Sally Babidge, de la University of Queensland, dio cuenta como estas numerosas incertidumbres respecto del agua subterránea caracterizan al industrialismo tardío, propio de los productores de litio, y que las prácticas corporativas que sustentan esta ignorancia acaban siendo una agencia poderosa que mantiene las condiciones de explotación de actividades extractivistas dañinas (1).
En tanto, recientes investigaciones han intentado dar cuenta del impacto de la actividad minera en el salar. Un estudio de la School of Geographical Sciences and Urban Planning, de la Arizona State University, basado en imágenes satelitales y espectroradiometría del Salar de Atacama en el curso de 20 años (1997-2017), evidenciaron que el aumento de la cobertura espacial de las pozas de evaporación de litio está afectando la cuenca completa del acuífero. Detectaron asimismo la disminución de la cobertura vegetal, aumento de temperatura y descenso en la humedad del suelo (2).
Basques llama a las autoridades a considerar que “los sistemas donde están los salares no son yacimientos, no son minas, son ecosistemas. Usted allá encuentra vida: hay aves, fauna, flora. Son elementos propios del desarrollo de la biodiversidad que tenemos. Y eso ha sido deteriorado por la explotación minera”.
Mauricio Becerra R.
El Ciudadano
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NOTAS
(1) Sally Babidge. Sustaining Ignorance: The Uncertainties of Groundwater and Its Extraction in the Salar de Atacama, Northern Chile. Journal of the Royal Anthropological Institute, 25 (1), 2015. pp. 83–102.
(2) Wenjuan Liu; Datu Buyung; Soe W. Myint. Spatiotemporal patterns of lithium mining and environmental degradation in the Atacama Salt Flat, Chile. International Journal of Applied Earth Observation and Geoinformation, 80, 2019, pp. 145-156.