En El Ciudadano estrenamos la sección “Vidas excepcionales”, en donde te presentaremos las historias de vidas comunes, que al paso del tiempo o por las inesperadas circunstancias, se volvieron extraordinarias. Disfruta, comparte y ¿por qué no?, inspírate.
El tiempo de “encierro” por la pandemia ha dejado al descubierto un sinnúmero de vivencias sobre la relación entre quienes viven al interior de los hogares; y aunque las estadísticas indican que la violencia es lo que ha prevalecido, también hay excepciones; donde la unión ha mantenido a las familias durante esta impactante situación.
Y es en este último caso donde se desenvuelve la historia de Patricio Arroyo Romero.
“Pat”, como le llaman de cariño, sus amigos, familiares y compañeros de la escuela, es un niño de 8 años, que decidió emprender un negocio.
Cabe precisar que el emprendedurismo, desde el 2020, cobró más auge debido a la crisis sanitaria por Covid-19; ya que se volvió la opción ideal para millones de personas con el fin de obtener recursos ante los despidos, y la falta de trabajos formales.
Sin embargo, el arrancar un negocio aún siendo un niño es lo que llama la atención en este caso, porque los registros importantes en el país abarcan edades a partir de la adolescencia, no antes.
Curiosidad natural
La madre de Patricio, Fernanda Romero, cuenta que su hijo, desde más pequeño, tenía la inquietud de acercarse a la cocina, lo cual consiguió a través de la abuela materna; quien poco a poco lo hacía partícipe en las preparaciones de los alimentos cotidianos en casa.
Posteriormente Pat comenzó a adquirir más confianza con los enceres domésticos y los productos para preparar la comida; fue así que sus primeros resultados gastronómicos fueron unos Cupcakes, los cuales vendía entre sus vecinos y familiares. Aunque también ya hacía pastas, ocasionalmente.
Además, la señora Fernanda, detalla que su niño también tenía el hábito de sembrar diversos productos que después serían huertos, que les proveerían a él y a su familia cosecha fresca.
Inocencia y deseo
Hasta hace tres meses, Pat les comentó a sus papás que quería hacer ventas para, por supuesto, obtener dinero y comprar lo que a él le gustaba; sin necesidad de afectar la economía de ellos.
Así, en familia; involucrándose tíos, abuelos, amigos y más, nació su actual proyecto que abarca la venta de rajas de chiles jalapeños y chipotles, en vinagre; el cual lleva por nombre “Pica Pat”.
Su producto lleva etiquetas con su rostro, caricaturizado; y tiene redes sociales, las cuales maneja su mamá. Él decidió su “marca” y con ello comenzar una especial aventura.
Aunque su madre afirma emocionada que ella fue quien tuvo la iniciativa de “inmortalizar” a su hijo en el trabajo que él hace. Con la idea de reforzar el recuerdo de algo que pudo hacer su hijo a una edad tan corta.
Cada viernes, Pat corta los ingredientes que envasa en su producto, para realizar las entregas cada sábado. Sus padres, y abuelos lo apoyan, animan y guían para que siga su deseo.
Experiencias que lo valen todo
La madre de Patricio confiesa que para la primera inversión de su pequeño emprendedor tuvieron que involucrase en una tanda; es decir, un sorteo de números, que te permite conseguir una cantidad económica importante que difícilmente se podría juntar en poco tiempo, y sin un muy buen empleo.
Ella está convencida de que la iniciativa de su hijo es una inversión a nivel emocional, cognitiva y experiencial para él. Pues ha notado que Patricio es más fluido en sus pláticas; ha ganado confianza en sí mismo.
La familia tiene un pensamiento en común; apoyarlo en esta empresa hasta que él así lo decida. Porque no es lo que él gane económicamente, como algo a futuro; sino como algo que ya ganó para el resto de su vida. ¿Cómo qué?
- Crecimiento personal
- Habilidades matemáticas
- Relaciones interpersonales
- Autoestima
- Creatividad
- Consciencia sobre el ahorro e inversión
También aclaran que él es libre toda la semana para sus actividades escolares; aunque ahora los menores de edad ya están en vacaciones de verano; el negocio surgió en plenas clases a distancia, y “no descuidó sus estudios”.
Las ganas sobran durante la infancia
En entrevista con el pequeño Patricio, quien recién terminó el segundo grado de primaria expresa:
“Estoy muy feliz, y me agrada mucho mi nuevo negocio”
Él expresa que quiere seguir en este negocio hasta que sea grande; incluso en el mismo que ahora desempeña (“Pica-Pat”).
Ante la pregunta de por qué le nació hacer la venta de estos productos respondió:
“Me gusta ganar dinero, y así puedo invitar a mi familia algo. Puedo comprarme mi lego (juguete), y todo lo que necesito para mi tiendita”
Respecto a lo que hace con el dinero que gana, externó que emplea una parte para la compra de sus productos para sus conservas, pero también se da sus gustos.
Pat dice que aunque a veces se siente cansado, o “muy cansado” le gusta divertirse haciendo lo que hace.
Para cerrar esta parte de preguntas y respuestas, terminó diciendo que para él, lo mejor de esta actividad es:
“El dinero que me dan; y que me sigan en mis redes sociales. También, que me manden comentarios de apoyo”
Finalmente, la madre de Patricio informa que ella tenía en mente hacer una pausa en las ventas por la alza en casos de Covid-19 en el estado de Puebla, pero el resto de sus familiares la convencieron de continuar hasta donde su hijo decida; porque ahora tiene las ganas, la emoción y una “ruta” emprendida.
Además, siguiendo las reglas establecidas en materia de seguridad sanitaria, se reducen los riesgos. Aquí puedes conocer más de este excepcional infante.
Con historias como ésta, queda la esperanza de creer que no todo está perdido en una época pandémica; donde por la modalidad de clases en línea el rezago educativo creció y agravó sus números. Sin embargo siempre hay posibilidades de sacar ventaja y ganarle a las circunstancias.
Nos leemos en la próxima Vida Excepcional.