Janis Meneses: «Los responsables de quemar la región de Valparaíso»

Columna de opinión de Janis Meneses, trabajadora social feminista, dirigenta social y candidata a convencional constituyente por la lista Movimientos Sociales Independientes en el distrito 6. En esta columna Meneses señala, sin miedo, a las industrias que mayor beneficio podrían sacar de cualquier incendio en los bosques nativos de la quinta región. Crímenes demasiado frecuentes y casi siempre sin culpables. Para Meneses la nueva constitución debe contemplar los derechos de la naturaleza, y a los ecocidas como sus violadores y tras las rejas.

Janis Meneses: «Los responsables de quemar la región de Valparaíso»

Autor: Francisca Valencia

Cada cierto tiempo, las y los habitantes de la quinta región somos sorprendidos con incendios gigantescos que ocurren sin que nadie viera nada, y terminan sin responsables.

Crímenes perfectos. Sin consecuencias para quienes los cometen ¿Qué motiva a realizar estos crímenes contra la naturaleza y humanidad?

Una razón poderosa para delinquir suele ser la ganancia en dinero o la adquisición de poder en un negocio. Otras veces, la venganza o simple psicopatía. Descarto estas dos últimas, pues no parece razonable que alguien quiera vengarse del bosque o que haya un psicópata detrás. Esas tesis son levantadas para exculpar y ocultar otras posibilidades de actores poderosos y totalmente conscientes de lo realizado.

Si aplicamos esta lógica a los ingentes incendios forestales que eliminan el bosque esclerófilo de la quinta región, podemos legítimamente preguntar: ¿quién gana con un incendio de bosque nativo a esta altura geográfica de Chile?

Tras un incendio, queda la tierra quemada. Esa afirmación tan obvia, cobra relevancia si nos cuestionamos ¿para qué sirve la tierra quemada en esta zona? O dicho en palabras legales ¿para qué sirve un “suelo degradado”?

¿Sirve para instalar minas? Puede ser.

¿Sirve para cultivos de uvas, palta u otra? Todo indica que sí.

¿Para plantar pinos y eucaliptos? También.

¿Y sirve para construir casas y departamentos? Por supuesto que sí.

La expansión inmobiliaria es el primer sospechoso que mencionamos (el orden no es relevante). Esta zona tiene una alta demanda habitacional. El clima es agradable, hay vías de comunicación con grandes ciudades, la población que necesita una vivienda sigue creciendo cada día. Es un gran negocio, donde además interviene la banca financiando préstamos que toman dos tercios o más de la vida laboral en ser pagados.

Si el área quemada es aledaña a la ciudad o está en un lugar con buen acceso a una urbe como Santiago o Viña-Valparaíso, será un atractivo botín para la construcción. Además, la construcción genera muchos empleos, lo que redunda en un «beneficio» que cualquier autoridad local oportunista quisiera aprovechar.

Por ley, no se puede intervenir el bosque nativo declarado en peligro de extinción. Pero el sistema neoliberal está cuajado de letra chica. Si se incendia, y es declarado suelo degradado, puede ser reemplazado por monocultivo.

Nos encontramos con la industria maderera, el segundo nominado. En un país exportador de materias primas, la madera lleva la delantera, siempre tiene alta demanda, pero por cosas de la naturaleza, requiere mucho suelo y agua. Si gran parte de los bosques del sur ya fueron arrasados ¿por qué no usar los del centro, que quedan más cerca del puerto exportador y supuestamente hay más «seguridad»? El monocultivo de especies como pino o eucaliptus también tiene un interesante móvil para este crimen.

La gran industria del agro, nuestro tercer postulante. Después de un incendio continuado, el suelo está degradado, pero el clima y la cantidad de agua se mantienen. ¿Podríamos cultivar algo, no? Se vería verde, habrían puestos de trabajo y produciría «riqueza», además del pago de patentes comerciales. Proyecto que muchos políticos profesionales suscribirían gustosos, sin cuestionar el origen. ¿Tiene sentido para usted? Para mí también. Tercer candidato.

Cuarto. Las mineras no son cosa extraña en la quinta región, actualmente existen 9 grandes faenas y a lo menos otras 8 medianas ubicadas en el territorio, y se sabe también de diversas exploraciones ilegales. En Colliguay y en otras partes de la región existen conflictos vivos al respecto.

Inmobiliarias, forestales, industria del agro y las Mineras, se perfilan como posibles beneficiarias al declarar cada vez más territorios como suelos degradados.

Estas líneas son lógicas deductivas simples y de hechos conocidos. Esta declaración es un intento por despejar el escenario para que entre todos logremos frenar esto, dejando un mensaje claro para que los criminales tras los ecocidios sepan que hay un pueblo y ciudadanía alerta, organizada y cansada de la impunidad.

Por más necesidad que exista de viviendas, esto se debe hacer de forma responsable, planificada y en acuerdo con la comunidad, todo lo contrario, a lo que vemos hoy, se intentan crear enormes edificios o condominios de accesos exclusivos, precios que sólo pueden pagar algunos y que no son quienes hoy lo necesitan. Los derechos de la naturaleza serán una realidad y tendremos que hacerlos respetar.

El proyecto de ley que impulsan la prohibición del cambio en los usos de suelo, parece bastante razonable, sin embargo, debemos ampliar a todos los posibles usos que se les quieran dar, hay que virar a una economía donde el extractivismo deje de ser el pilar central. El bosque quemado vuelve a crecer, sus raíces siguen vivas, solo necesitan tiempo para rebrotar. Distinto destino tiene la fauna claro, hace del incendio algo muy fuerte y difícil para todas y todos quienes aman la biodiversidad.

En el contexto del debate constituyente en curso los ecocidas serán violadores a los derechos de la naturaleza, sin lugar a dudas deben estar tras las rejas.

por Janis Meneses Palma (vocera de Asamblea Vecinal Los Pinos y candidata constituyente por distrito 6)


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