La propuesta de una nueva Constitución «es un documento visionario» que «establecería un nuevo estándar para la renovación democrática en el siglo 21».
Así lo dio a conocer un artículo de opinión publicado por el medio británico The Guardian, en el que señala que el documento – de más de 300 artículos -, actualiza los derechos básicos de los chilenos en materia de salud, vivienda, aborto, trabajo decente y un plantea sostenible.
«La República de Chile acaba de concluir su propia convención nacional para reemplazar el decreto de 1980 del dictador Augusto Pinochet y su gobierno militar. El producto de la convención es un documento visionario que no solo actualizaría, ampliaría y promovería los derechos básicos de los chilenos – a la salud, la vivienda, el aborto, el trabajo decente y un planeta habitable – sino que también establecería un nuevo estándar para la renovación democrática en el siglo 21», plantea el artículo escrito por David Adler.
En su escrito, Adler hace alusión a la promulgación de la Constitución vigente y la compara con la Carta Magna de Estados Unidos (EE.UU.), en la que aseveró que ambas fueron redactadas de la misma forma.
«Al igual que la de los Estados Unidos, la actual constitución chilena fue escrita en condiciones extremadamente antidemocráticas. Pinochet llegó al poder en un sangriento golpe de Estado para derrocar al presidente Salvador Allende, y se puso a trabajar en el diseño de una constitución que consolidara el poder ejecutivo, restringiera la representación democrática y consagrara el fundamentalismo del libre mercado. Junto con una camarilla de economistas conocidos como los «Chicago Boys» por su formación en la Universidad de Chicago, Pinochet puso al país en un camino de neoliberalización tan extrema que Chile se convertiría en el único país del mundo con un sistema de agua constitucionalmente privatizado», señaló.
Esta Constitución, detalla el periodista, generó en Chile un país desigual con una brecha de ingresos 65% superior a lo establecido por la OCDE, mientras que los más ricos contaban con fortunas del 25% del Producto Interno Bruto (PIB), así como una educación totalmente privatizada que prohibía a la mayoría de los chilenos optar por una buena educación sin tener que endeudarse para el pago de las matrículas.
De igual forma, el acceso al agua totalmente privatizada.
Todo esto consiguió que, en 2019, se registrara el estallido social, donde los ciudadanos salieron a las calles a exigir mejores condiciones, tras el aumento de las tarifas del transporte público por el entonces presidente Sebastián Piñera.
La fuerte represión policial – destaca el periodista del medio británico – y el Estado de Excepción en todo el país, el primero decretado desde el retorno de la democracia; recordó los años más oscuros de Chile: la dictadura de Pinochet.
«¡Constituyente o nada!». Los manifestantes gritaron: Asamblea constituyente o nada. Un año después, los chilenos acudieron en números récord a votar en un plebiscito especial organizado a raíz del movimiento de protesta: el 78% votó por una nueva constitución, y el 79% por una convención de ciudadanos electos para escribirla, en lugar de políticos de carrera», refiere el artículo.
Convención trazó un camino hacia la renovación pacífica
Por otra parte, destacó el trabajo realizado por la Convención Constitucional – conformada por 155 constituyentes -, y aseveró que «trazó el camino hacia la renovación pacífica», frente a una época donde las democracias están sumergidas en la polarización y la violencia.
«Dirigida por mujeres, la convención reunió a trabajadores, pueblos indígenas y partidos de todo el espectro político para redactar una nueva constitución en el transcurso de un año de cuidadosa deliberación. El resultado es un documento que responde directamente a la escalada de las crisis de desigualdad, inseguridad y un clima cambiante», señala el periodista.
Señaló que con esta propuesta de Constitución – en donde se establece servicios públicos universales -, Chile se convierte en «una democracia plena, con paridad de género», haciendo énfasis en las instituciones pública.
La autodeterminación de los pueblos indígenas, negociación colectiva y derecho al voto para todos los chilenos mayores de 16 años, también se incluyen en el texto legal.
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Campaña de descrédito contra la nueva Constitución
La campaña de descrédito contra la propuesta de la nueva Carta Magna también se encuentra en la palestra mundial, y el periodista británico señaló que «el objetivo de los ataques es simple: asustar a los chilenos en una defensa de un status quo indefendible».
«Después de todo, The Economist elogió el «rápido éxito» del golpe de Pinochet en 1973, y la mayoría de los partidos que actualmente llaman a rechazar la nueva constitución son los mismos que votaron para mantener a Pinochet en el poder en el plebiscito de 1988 que puso fin a su gobierno», sentenció.
De igual forma, hizo referencia a las palabras del presidente Gabriel Boric en su cuenta Pública en junio, donde señaló que el 4 de septiembre – fecha para realizarse el plebiscito – será clave para la historia del país.
«En el siglo 20, la constitución de los Estados Unidos reinó como el modelo a ser emulado por las democracias de todo el mundo. Ya no: sus instituciones anticuadas y la ausencia de derechos han garantizado su influencia decreciente. Ahora, Chile ha mostrado el camino hacia un nuevo orden constitucional, rico en derechos, que responda a las necesidades tanto de las personas como del planeta, que pueda ser un ejemplo para el mundo en el siglo 21», concluyó.