En tu trayectoria has interpretado a dos estudiantes en distintos contextos históricos: En Quién es Chile eras un estudiante durante la unidad Popular y en El Reemplazante personificaste un estudiante durante la revuelta pingüina de 2006 ¿Cómo elaboraste aquellos personajes?
– Para el personaje de Quién es Chile, que no tiene nombre, sino que era llamado ‘el’, trabajamos con Soledad Lagos, una dramaturga e historiadora del teatro que nos fue guiando en el contexto histórico. No cachaba mucho de esa época. Investigamos mucho sobre lo que era ser estudiante en esa época y como eso era cruzado por las clases sociales. Era la historia de una estudiante de izquierda que se enamoraba de uno de derecha, todo en el contexto del inicio de la dictadura. Traté de ligar ese contexto histórico con la actualidad, como de alguna forma eso repercute y podemos ver hoy ciertas secuelas en la cultura y en la educación. Son personajes violentados por el contexto histórico en el que vivían.
¿De que generación eres?
– Nací en 1987.
Al interpretar ese personaje te enfrentaste a cosas de nuestro pasado reciente que quizás no sabías ¿Te sorprendió algo en particular?
– Una de las cosas que más me llamó la atención fue el testimonio de Carlos Caszely. Me enteré de como había sufrido y como fueron torturadas algunas personas de su familiar. Me tocó hacer el papel del otro lugar, los papás de mi personaje eran de derecha y ahí se produce el conflicto con la novia que tenía. Uno se cuestiona ambos lugares. Lo más fuerte fue escuchar su testimonio, toda la manipulación que hubo, lo que el fútbol significaba en esa época y como se utilizó para unir a la gente en un contexto de tensión social.
¿Cómo fue trabajar con Caszely?
– Notable. Es una persona muy sencilla, transmite mucha sencillez y humildad y carga con mucha historia. Fue bonito, fue muy educativo para mí, que no viví la época y, a veces, la información que uno tiene es media vaga. Fue interesante poder compartir con él y enterarse de historias más íntimas que uno no escucha siempre y que te ayudan a confirmar ciertas injusticias que hubo en este país.
Te enfrentaste a su vez a un tiempo histórico reciente. Sientes que tu generación está consciente de todo lo que pasó.
– Aprendí mucho. Uno sabe lo más típico: que desapareció mucha gente, que se mató y torturó, pero también es fuerte enterarse de como se usaba el fútbol para unir masas y que pasaran piola otras cosas. Historias de camarines o de partidos previos, intereses de por medio, la televisión también manipulando información, son cosas súper fuerte. Escucharlo de gente que lo vivió es muy crudo, de verdad hubo injusticias y cambios que de verdad hoy nos afectan como país y a los que somos de generaciones más nuevas, nos perjudican.
EL ACTOR Y LA MEMORIA
También aquel trabajo te obligó a enfrentarte a la memoria histórica de tu sociedad, la memoria de tu tribu…
– Para un actor y creo que para cualquier artista es súper importante el trabajo con nuestra memoria y de mi contexto social, que acaba por determinar a uno. Hay injusticias y cosas de que uno habla que tienen un origen y un pasado que, querámoslo o no, existió y aún se ven cicatrices o malformaciones que todavía están. Es muy loco pensar tantos años para atrás, mucha gente diciendo ‘pero si pasó tanto tiempo’, ‘olvidémonos’ o ‘que está bien acordarse, pero no seamos pegados’, pero si uno pone los pies en la tierra, hay cosas en ese pasado que nos afectan. Creo que es bueno sacarlas a flote, estar siempre recordando que pasó y qué provocó todo eso y darse cuenta que hoy hay muchas cosas que están ahí y tienen esas raíces en la dictadura.
En El Reemplazante te tocó personificar a un escolar en plena revuelta de 2006.
Fue interpretar un personaje que ya había vivido como experiencia en la universidad donde estudié. Era en 2011, el contexto estaba sonando, sucediendo, era algo actual. En mi caso se vibra mucho más. Era una serie que hablaba de un movimiento estudiantil y que salió al aire justo cuando se iniciaba otro en su punto máximo. Como actor, uno tiene una responsabilidad bastante grande cuando interpreta un personaje así. Hay varias cosas en juego… Se vibra mucho más. Eran escenas en las que te tomabas el colegio, tenías que enfrentarte a los directores, que los pacos te desalojen. Grabamos en colegios reales.
INICIOS EN VALDIVIA
Eres de Valdivia. ¿Cómo es el quehacer de un actor en regiones?
– Siempre que puedo hago talleres en Valdivia. De hecho, acabo de hacer uno en el Festival de Cine de Valdivia, que se hace paralelo al festival para difundir y acercar el cine a la gente. Me pasa como actor regional, como una responsabilidad el estar haciendo algo con la gente que está en ese lugar. Que pueda ir a un buen taller de teatro, a una buena clase, porque sinceramente allá hay ganas de hacer algo, siempre hay gente interesada. En las regiones, más que en Santiago, hay más gente con ganas de hacer cosas.
¿Como partió tu interés por el teatro?
– De chico, partí haciendo títeres en mi casa, después típico que tomas talleres en el colegio, en la municipalidad, cosas así. Se desató más cuando se grabó la primera película hecha en Valdivia, El asesino entre nosotros. Participé ahí y me picó más el bichito de estudiar para ser actor. Ahí decidí que al salir del colegio me iría a estudiar teatro a Santiago.
Ahora estás en teleseries ¿cómo fue la experiencia en Mamá Mechona con tu personaje Alejandro?
– Siempre tuve un prejuicio con las teleseries, como mucha gente lo tiene, pero siento que me tocó un personaje que tenía una contingencia bastante interesante. Hacia poco tiempo había sucedido lo de Daniel Zamudio, el chico que mataron por su orientación sexual, y de alguna forma la historia que se contaba no era simple. De hecho, era la primera vez en una teleserie que se cuenta la historia de un chico gay que tiene problemas con los papás y se muestra como enfrenta su homosexualidad frente a ellos. Era un personaje complejo… había que cuidar de no caer en estereotipos, piensa que las teleseries son súper masivas, hay que tener cuidado en elaborar un personaje así.
Fue una buena experiencia entonces…
– Tuve mucha suerte, aprendí un montón. El personaje tuvo buena acogida. Pensé que sólo hombres me iban a jotear jajaja, pero fue más masivo. Mucha gente también se sensibilizó por el tema, en escenas fuertes. Como cuando le confiesa a la mamá que era gay o aparecía un pololo, en las redes sociales se comentaba al respecto, se generaba controversia pese a ser todo cuidado. Generó hartos comentarios.
¿El personaje acaba besando a alguien en la teleserie?
– No, nunca.
¿Pero el personaje tenía pareja?
– Aparecía un novio en algún momento. Era un chico, el amigo de una amiga. Nunca hubo beso, el porqué ya no era responsabilidad mía. Hay guionistas, gente que trabaja detrás que marcan ciertas direcciones y uno tiene que cumplirlas…
En Machos, donde apareció el primer personaje gay en teleseries chilenas tampoco hubo beso…
– Bueno, ahí lo que le falta a la televisión chilena creo que puede ser atreverse un poco más. Pero también me parece una apuesta lo que se mostró, porque más que centrarlo como en la historia romántica del personaje, se centraron en el rollo con los papás. Y eso lo mostraron bastante crudo, se elaboró de una forma bastante completa. El tema amoroso está en deuda. Habrá que esperar un par de años a ver que pasa.
ARCIS ESTATIZADA ¿POR QUÉ NO?
Estudiaste en la universidad Arcis ¿qué te parece la situación que está pasando ahora?
– Es penoso. Cuando te enteras que la universidad en donde estudiaste, que tiene historia y tradición, se cierra, es triste. Pareciera que fuera para no creerlo. Pero pensándolo fríamente tiene mucho que ver con el país en el que estamos. La educación es algo que está bastante mal, que el Estado no se hace cargo como debiera, que una universidad como el Arcis se vaya a cerrar y no haya respuestas o un interés mínimo del Estado, del Ministerio de Educación de salvar esa institución. Que absurdo, que loco, no debiera suceder, que mal y por otro lado, me parece que no es para sorprenderse tanto ¿cuando ha sido al revés? ¿Cuándo en los últimos años se han preocupado por generar una universidad realmente pública? El Arcis tiene tradición y prestigio. Por lo visto la dejaron ir.
En 40 años en Chile no se hace una universidad pública y toda la expansión de la matrícula de nuestras generaciones se dejó al emprendimiento privado…
– Es extraño, pero en el Arcis tiene la mitad de la pega hecha: Está la infraestructura, las salas, el cuerpo docente, estudiantes… salvar la parte económica no creo que sea tan complicado ¿por qué el Estado no se hace cargo de Arcis? ¿no puede hacerlo? Sobre todo ahí que es un tema súper presente, porque no agarrarlo y salvarlo. Se hacen los sordos y dejan que muera un espacio que por años generó profesionales de alta calidad, investigadores, profesores destacados. Pero pienso que ¿cuándo ha sido al revés? Es ya para nosotros normal que el Estado no funcione y deje cerrarse estos espacios.
Mauricio Becerra R.
@kalidoscop
El Ciudadano
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