En la última década los crímenes contra miembros de la comunidad LGBTIQ aumentaron en, al menos, 10 países de América Latina, entre los que se encuentran Brasil, Colombia y Argentina.
En Brasil hubo 958 crímenes en 3 años y en Colombia 142 personas fueron asesinadas en medio del conflicto armado.
Cada 19 horas un LGBT es asesinado o se suicida víctima de LGBTfobia, lo que hace de Brasil el número uno en el mundo en ese tipo de crimen.
Los datos son de la ONG Grupo Gay de Bahía, que informó que en el año 2017 se registraron 445. La situación es dramática en este país, pero en el resto de América Latina también.
Las organizaciones civiles y la prensa llevan las cifras sobre los crímenes contra LGBT. Sin embargo, existe un subregistro producto del miedo que trae consigo denunciar la condición sexual y la impunidad de la justicia para investigar y darle rostro a esta problemática.
En palabras del director del Instituto Nacional de Medicina Legal de Colombia, Carlos Valdés, hace diez años en Colombia no se analizaban tan fielmente los crímenes contra la población LGBT, pues eran considerados homicidios simples o agravados, de acuerdo con las circunstancias, destaca El País de Uruguay.
“No hacíamos un registro juicioso. Y no hacíamos diferenciación por género”, reconoce Valdés, pero “el Instituto ha entrado en una modalidad de estudio diferencial y hemos detectado asuntos muy dolorosos”.
Otras voces, como la de la Defensoría LGBT de Argentina, dan cuenta del ocultamiento de la orientación sexual de los fallecidos. Razón por la cual identificar los crímenes de odio en los países es difícil, y de alguna forma son detectados por el nivel de sevicia que emplea el asesino: violar, apedrear, empalar, descuartizar o acuchillar múltiples veces a la víctima.
Lo anterior sin contar con que hay muchos suicidios que resultan del matonismo y la estigmatización. A juicio de las autoridades forenses, tanto en Colombia como en Argentina, los crímenes contra los LGBT son una realidad que camina invisible en las sociedades.
En Perú, sin ir más lejos no existe un registro oficial de ataques y crímenes de odio sufridos por miembros de la comunidad LGBTI y son pocos los organismos que han cargado con esta tarea.