La artista australiana Sonia Singh “rehabilita” la cara de las muñecas infantiles para que representen más el rastro de una persona común. Aunque Singh no cambia las proporciones corporales, las cuales son bastante inadecuadas de los juguetes, por lo menos le da un toque más natural y menos sexualizado a la apariencia facial de las muñecas “Bratz”. No obstante, cuando comenzó a transformar las muñecas, su objetivo explícito no era desexualizar los juguetes.
«Yo no fabrico muñecas, y no me interesa dedicarme a eso. Pero si lo que he hecho tiene influencia sobre alguna de las grandes compañías de juguetes, para que replanteen el tipo de muñecas que sacan al mercado, no lo vería como algo negativo,» destaca la artista.
Su pasatiempo se ha convertido en un trabajo que cambia la forma de ver los juguetes para niñas y niños, donde la autoimagen no se centra en maquillaje y ropa de moda (o simplemente ropa no tan adecuada para niños y niñas), sino en una apariencia sin la cara pintada y con ropa casera. Algunos han argumentado que los niños no ven las muñecas Bratz como símbolos de sexo sino solamente como “bonitas”, no obstante, la apariencia física de los juguetes refleja un ideal de belleza impregnado por el exceso de maquillaje y un cuerpo anoréxico. Además muchos han argumentado, entre otros la ONG británica para la protección de los niños NSPCC, que las muñecas causan una sexualización en niñas pequeñas, ya muchos de los niños que juegan con estas muñequillas son tan pequeños, de incluso cuatro años de edad.