La noche del pasado sábado la argentina de 47 años Irma Ferreyra da Rocha salió a bailar pero nunca regresó a su casa.
De madrugada fue víctima de una brutal agresión sexual en un descampado donde fue violada, golpeada y empalada con la rama de un árbol.
Vecinos de Garupá, una localidad cercana a Posadas, en Misiones, al norte del país, la auxiliaron al encontrarla gravemente herida. Según cuenta el medios nacionales, Irma fue trasladada en una ambulancia al hospital. Tras más de 16 horas de agonía finalmente falleció el pasado domingo por un paro cardio-respiratorio.
Según relató Silvina, una de sus hijas, al citado periódico «el sábado por la noche fue a bailar con un amigo al que le dicen Alejandro, alias ‘El Porteño'». Este albañil de 28 años, es de momento el único arrestado y principal sospechoso de la agresión, según explican los medios locales. «Irma salió del lugar y desapareció definitivamente. Fue violada, sometida a una feroz golpiza, empalada y arrojada a un sitio baldío sobre la calle 248 del barrrio Villa Bonita de Garupá, no muy lejos del local de baile», detalla el testimonio de su hija Silvina.
El asesinato de Irma remite necesariamente a la historia de otro feminicidio que conmocionó a la sociedad argentina hace apenas dos meses, el de Lucía Pérez, la adolescente de 16 años que también fue drogada, violada y empalada hasta la muerte y que desató una ola de protestas, manifestaciones y paros en todo el país, así como en las grandes capitales de América Latina, donde la violencia machista contra las mujeres se lleva cientos de vidas cada año.
El movimiento Ni Una Menos, ha emitido un duro comunicado contra la muerte de Irma en el que condena esta nueva agresión mortal a una mujer en un país azotado por la violencia machista. Contra la crueldad, más feminismo.