América Latina es el segundo continente con mayor tasa de feminicidio después de África, según datos manejados por Naciones Unidas (ONU).
De acuerdo con el ente internacional, se registra un caso de feminicidio cada dos horas y media. Gracias a la escritura, las mujeres han podido contar sus historias o las historias de otras, es así que poco a poco la literatura se está convirtiendo en un espacio para denunciar a viva voz el feminicidio, sin caer en panfletos políticos.
La escritora argentina Dolores Reyes ha hecho lo propio con su novela Cometierra, obra que ha logrado llegar tanto a las grandes esferas literarias como a las aulas de clases, se lee en una reseña publicada por el diario El Universal.
En el libro, producido por la editorial independiente Sigilo, el lector conoce la tragedia de Cometierra en sus primeros párrafos cuando enfrenta la muerte de su madre. En ese momento, también experimentará con su don o poder sobrenatural, su cuerpo le pide de forma imperiosa comer la tierra del cementerio donde descansará para siempre su progenitora.
“Veo los golpes aunque no los sienta. La furia de los puños hundiéndose como pozos en la carne. Veo a papá, manos iguales a mis manos, brazos fuertes para el puño, que se enganchó en tu corazón y en tu carne como un anzuelo. Y algo, como un río, que empieza a irse”.
Después Cometierra descubrirá otro don: al desaparecer su maestra del colegio, Ana, su otro referente femenino, empezará hablar con ella en sus sueños, de alguna manera estos encuentros oníricos la guiarán a entender un poco las circunstancias que la rodean.
Es así que la adolescente experimenta el terror de la verdad: su padre fue el asesino de su madre; el dolor de la orfandad: aprenderá a sobrevivir al lado de su hermano Walter; el temor de crecer: la adolescencia le mostrará la peor cara de la pobreza y la violencia inmersa en una sociedad patriarcal; la culpa de un don.
Cometierra quiere al igual que las chicas de su edad enamorarse, divertirse; sin embargo cuando en su barrio saben que puede adivinar el paradero de los desaparecidos, el patio de su casa aparecen botellas llenas de tierra.
“A veces sentía el peso de todas las botellas juntas que iban transformando mi casa en lo que siempre había odiado, un cementerio de gente que no conocía, un depósito de tierra que hablaba de cuerpos que hablaba de cuerpos que nunca había visto”.
Si bien Cometierra es contada desde la ficción no es una historia que resulte ajena a la autora o a cualquier mujer en latinoamericana o del mundo. De hecho, Reyes estuvo marcada por el feminicidio de María Soledad Morales ocurrida en la década del setenta; además, su obra está dedicada a dos casos que han estremecido a Argentina en los últimos años: los asesinatos de Araceli Ramos (2013) y Melina Romero ( 2014), lo que demuestra que a lo largo de su escritura la historia estuvo inmersa en una realidad que se mantiene, lamentablemente, latente aunque para los políticos y la sociedad, los feminicidios sólo representen una cifra que regresa a cero cada primero de enero, como si las muertes no importarán… Es más fácil botarlas al olvido.
Cometierra es una novela que surca delicadamente las fronteras entre la novela negra y lo fantástico, y algunos la pueden considerar feminista, su forma hibrida hace que las etiquetas sobren.
También se puede leer desde los códigos de la tragedia griega aunque el destino de su protagonista se definirá en la segunda parte que actualmente escribe Reyes.
Narrada en primer persona y conformada por capítulos cortos y vertiginosos, Cometierra es desde el manejo del lenguaje una obra de sus tiempos, sin olvidar la tradición literaria que la acompaña desde la literatura argentina y por ende la latinoamericana, además de incorporar elementos populares como el reguetón, la famosa cantante de cumbia Gilda, los videojuegos y las supersticiones mágicas que caracterizan a los pueblos
El lector, especialmente las mujeres, al finalizar su experiencia ficcional se dará cuenta que todos de alguna manera somos Cometierra: o somos víctimas o conocemos a alguien víctima del machismo, un discurso que parece invencible a pesar de la lucha incasable del feminismo en el mundo.