We are led to believe in a lie, when we see not though the Eye.
William Blake
El símbolo del Ojo en la Pirámide que aparece en el reverso del billete de un dólar y en el Gran Sello de los Estados Unidos es posiblemente el símbolo esotérico más reconocido del mundo, asociado actualmente con todo tipo de conspiraciones. En realidad este símbolo trasciende credos y filiaciones políticas y su origen se pierde en el tiempo entre la iconografía religiosa de todas las eras. Es, por supuesto, el Ojo de la Providencia, un símbolo utilizado por el cristianismo a lo largo de la historia. Guarda relación también con el Ojo de Horus, un símbolo que aparece en los complejos ritos fúnebres egipcios. Horus, es el hijo de Isis y Osiris y simboliza la conquista de la muerte por parte de Osiris que renace a través de él. Esta deidad solar pierde su ojo luchando contra Seth, pero luego Thoth (el Hermes egipcio) restaura este ojo, simbolizando la luz interior que debe desarrollarse para cruzar las regiones oscuras del Am Duat, el ultramundo. En términos generales, es un claro símbolo solar , ya que el ojo es concebido por la mayoría de las culturas como un sol microcósmico; y, también, un símbolo de la visión mística o de los estados de percepción más elevados que son alcanzados desarrollando lo que se conoce como el “tercer ojo”, ubicando comúnmente en la glándula pineal dentro de la anatomía esotérica.
En 1782 se decidió que el símbolo de un ojo sobre una pirámide truncada con 13 escalones fuera parte del Gran Sello de Estados Unidos; a esta imagen le acompañó la rúbrica en latín de “Annuit Coepti”, que se traduce como “aprueba nuestro comienzo” o “aprueba nuestra misión”, posiblemente queriendo decir: la providencia (el ojo en la pirámide) aprueba la fundación y el proyecto de nación; abajo dice Novus Ordo seclorum, una frase adaptada de Virgilio, que significa literalmente el “nuevo orden de los siglos”. En la otra parte del sello aparece una águila con una rama de oliva y treces flechas (los estados originales). Esta águila, según dice, Manly Hall, en un principio estuvo inspirada en un fénix renaciendo de sus cenizas.
El Gran Sello de Estados Unidos es el resultado de tres comités que se formaron desde 1776 con la intención de definir este símbolo. La base del símbolo, incluyendo el Ojo en la Pirámide y la leyenda en latín, fue ideada por Benjamin Franklin, Thomas Jefferson y John Adams, quienes recurrieron para el diseño al dibujante Pierre Eugene Du Simitiere. Estos tres “padres fundadores” de Estados Unidos han sido vinculados con los masones de manera bastante contundente. Manly P. Hall, a quien consideramos una autoridad en estos temas, señala en su libro America’s Secret Assignment with Destiny que, en la época en que se redactó la constitución de Estados Unidos, 50 de 55 miembros del Congreso eran masones. El historiadorRobert Allan Campbell cuenta en su libro Our Flag que un misterioso hombre conocido como “The Professor” tuvo un rol decisivo en la selección de la bandera estadounidense, ejerciendo gran influencia den Washington y Franklin. Hall cree que este hombre, de quien se dice que era vegetariano y tenía un refinado carácter, debía de ser un mítico maestro Rosacruz, de quien también se dice que fue clave en la redacción de la Declaración de la Independencia. Este es uno de los episodios más extraños de la historia de Estados Unidos, y quizás sólo sea un mito para engrandecer la leyenda esotérica del “destino secreto de Estados Unidos”. De cualquier forma, no hay duda que para los fundadores de Estados Unidos la masonería y la simbología oculta era importante. Por ejemplo, en el George Washington Memorial Museum se muestra la indumentaria masónica de Washington, y se puede ver en su traje el símbolo del Ojo de la Providencia.
El símbolo del Ojo en la Pirámide tardaría cerca de 150 años en imprimirse también en el billete de un dólar y la historia de cómo llegó ahí no es menos fascinante. Fue la insistencia de Henry Wallace, secretario de Agricultura y Vicepresidente de Estados Unidos bajo Roosevelt, lo que llevó este poderoso símbolo al papel de mayor circulación en el mundo. Wallace creía que Estados Unidos debía de cumplir su destino divino y llevar al mundo a un nuevo y más alto orden bajo la ley del Gran Arquitecto. Por supuesto, Wallace también era masón. Sin embargo, curiosamente fue la influencia de otro místico, el pintor ruso Nicholas Roerich, la que probó ser decisiva en este caso.
Wallace quedó encantado por la refinación espiritual y los conocimientos esotéricos de Roerich, quien había viajado por todo el mundo, incluso en búsqueda del mítico reino del cielo en la Tierra, Shambhala (en el que se basa la película de Capra sobre Shangri-la). En este lugar en lo alto de los Himalayas supuestamente hay una ciudad de maestros ascendidos en la que reina la Gran Hermandad Blanca. La pintura de Roerich refleja los mitos y paisajes de este nodo espiritual planetario.
La amistad esotérica de Wallace y Roerich los llevó a celebrar reuniones en el penthouse del museo del pintor ruso en la ciudad de Nueva York (a cuya inauguración habían asistido jefes de estado, Einstein, Tagore, etc.). Se dice que a estas reuniones asistieron entre otros el presidente Roosevelt, que quedó muy impresionado con Roerich, y el historiador hermético Manly P. Hall, quien fundara la Philosophical Research Society, en cuyas instalaciones podemos ver una estatua de Roerich y una de Blavatsky.
Fue la recomendación de Roerich de que pusieran el símbolo del Ojo que Todo lo Ve dentro de la pirámide incompleta en una moneda, lo que llevó al entonces secretario de Agricultura, Henry Wallace ,a mostrarle la imagen del Gran Sello al presidente, Wallace escribe en una carta:
Mientras Roosevelt veía una reproducción a color del Sello lo que primero le llamó la atención fue el “Ojo Omnividente”, una representación masónica del Gran Arquitecto del Universo. Luego le impresionó la idea de que la fundación de un nuevo orden de las edades había sido sentado en 1776 pero sería completado solo bajo el Ojo del Gran Arquitecto. Roosevelt como yo era un masón grado 32. Sugirió que en vez de una moneda, pusiéramos el símbolo en el billete de un dólar.
Roosevelt no sólo era masón, era miembro de la sociedad secreta de los “Shriners” (Ancient Arabic Order of Nobles of the Mystics Shrine). En la inscripción Novus Ordo Seclorum, Roosevelt vio un analogía con su “New Deal”, el Nuevo Trato lo que podía verse como sinónimo de Nuevo Orden.
La confianza y la injerencia de Roerich en Wallace y quizá en Roosevelt estaban fincadas en su promesa de obtener la “piedra del destino”. En una serie de cartas en las que llamaba a Roerich “gurú” y que más tarde serían filtradas por la prensa, afectando su campaña a la presidencia, Wallace escribió:
He pensado en la advertencia de ‘Espera la Piedra’. Esperamos la Piedra y te recibimos otra vez con los brazos abiertos a esta gloriosa tierra del destino.
Esta piedra del destino, es la también llamada Piedra Chintamani, la cual legendariamente fue traída del cielo y entregada al Rey del Mundo en Shambhala, Sumat Kumara, según la teosofía. En otra carta Wallace le escribió a Roerich:
La búsqueda, ya sea por la palabra perdida de la masonería, el Santo Grial o el potencial del porvenir, es un objetivo supremamente valioso. Todo lo demás es deber kármico. Pero seguramente todos somos un potencial Galahad. Así que esmerémonos por el Cáliz y la llama arriba de el.
Wallace, de manera controversial para su carrera política, financió los viajes de Roerich por Asia (esto acabaría costándole caro, como menciona este artículo del New York Times). La historia en este punto se complica y entra en una fase completamente esotérica que se oscurece entre la niebla metafísica y la especulación. Nicholas Roerich aparentemente sostuvo haber encontrado la piedra y viajó al Tibet para reunir la piedra Chintamani a su piedra madre, una enorme joya, en el corazón de Shambhala. Sin embargo, también se dice que Roerich no habría llegado a Shambhala y sólo a Shigatse, por cuyas cuevas se asciende a Shambhala y en dónde estudió Blavatsky. En la piedra, según Roerich, yace la siguiente inscripción (traducida del sánscrito):
Through the Stars I come. I bring the chalice covered with the shield. (A través de las estrellas he venido. Traigo el cáliz cubierto con el escudo.
Las expediciones de Roerich en busca de Shambhala cubrieron más de 25 mil km de 1923 a 1928. En 1934 había regresado en representación de la Secretaría de Agricultura de Estados Unidos, aparentemente para llevar de regreso la piedra su lugar de origen; aunque en este punto hay versiones encontradas y se dice también que esta expedición podría haber tenido como fin traer la piedra del destino a Estados Unidos (o al menos es lo que creía Wallace). En 1933 se había impresó el nuevo billete de dólar con el ojo en la pirámide truncada. La inclusión de este poderoso símbolo en el billete del dólar ha generado una impronta en todo el planeta, reflejando un misterioso designio y convirtiéndose en el emblema de las teorías de la conspiración bajo el nombre paraguas de los Iluminati, la sociedad secreta fundada curiosamente también el mismo año de la Declaración de Independencia, en 1776, en Bavaria por Adam Weishaupt. El símbolo del Ojo en la Pirámide, la leyenda del nuevo orden mundial y el águila-fénix en el dólar son una constelación de símbolos centrales en la época reciente a lo que podemos llamar la historia secreta de este eón; una oscilación confusa entre lo que parece ser un verdadero misterio esotérico (con sus claves iniciáticas) y una enorme cantidad de desinformación que ha desvirtuado y empantanado la posibilidad de acceder a la verdad, al menos para cualquier que se acerca a esto sin contar con información privilegiada.
En 1935 los fondos se Roerich fueron retirados, al parecer Wallace se había desencantado de su gurú. Demasiado tarde puesto que eventualmente le costaría la elección a la presidencia. Roerich, sin embargo, logró establecer el Roerich Peace Pact en 1935, un pacto que obliga a las naciones a respetar museos, catedrales, librerías y universidades de la misma manera que se hacía con los hospitales; más tarde sería aceptado por las Naciones Unidas.
La piedra Chintamani, en la tradición budista, es considerada como una piedra capaz de conceder cualquier deseo, una joya (mani) filosófica. Se dice que la piedra cayó del cielo durante el reino de Lha Thothori Nyantsen. En Internet existen todo tipo de especulaciones en torno a un supuesto origen extraterrestre (se habla de la estrella Sirio); al igual que numerosas asociaciones entre esta piedra y el santo grial (el lapis exilis) o la piedra filosofal de los alquimistas. Sobra decir que aquí se mezclan metáforas y alegorías filosóficas con interpretaciones literales. Un conocimiento preciso sobre la verdadera naturaleza de esto último –de la piedra, de Shambhala y el secreto de las naciones– va más allá de lo que podemos encontrar investigando someramente y quizás sea imposible de dilucidar a través de la investigación bibliográfica. Probablemente requiera del desarrollo del mismo símbolo utilizado en el billete de un dólar, de ese ojo omnividente que logra penetrar los misterios.
Twitter del autor: @alepholo