Muchos son los dictadores que, por desgracia, han dejado su impronta en nuestra historia. Cuando volvemos la vista atrás y somos conscientes del terror y la maldad que afligieron a su pueblo, nos queda una sensación de rabia, incredulidad y la necesidad de encontrar respuesta a muchas preguntas que buscan, precisamente, que la historia no se repita.
¿Cómo un hombre puede transformarse en un monstruo? ¿Se puede carecer del más absoluto sentimiento de indulgencia hacia millones de seres humanos ?.
Dictaduras como las Hitler, Franco, Mussollini, Stalin, Nicolae Ceaușescu, Pol Pot, Auguste Pinochet están cargadas de barbarie.
Una época de miedo y desolación que muchos de nuestros familiares pasaron sin que organismos internacionales pudieran intervenir.
Lo que está claro es el mensaje que nos dejaron : como ciudadanos, debemos estar alerta pues una vez que nos van quitando poder, es un buen campo para que ellos afloren.
Conociendo su trayectoria y propósitos, podemos señalas algunas de las características que comparten estos dictadores:
Infancia difícil
En todas las biografías de las personas que han sembrado el terror en el mundo su infancia siempre aparece como una época extraña, por diferentes motivos.
No podemos detallar minuciosamente la infancia de todos y cada uno de ellos, pero la mayoría contaban con padres autoritarios, padres que dudaban de las cualidades de sus hijos, madres con historial de depresión y una infancia carente de juegos y cariño.
Muchos de ellos ya estaban destinados a la defensa de una idea desde pequeños a causa de sus padres.
Estilo Vengativo
A veces, la causa por la que había que luchar ya estaba impuesta por la familia, en otros surgió por la frustración de no tener una vida mejor. La atribución a esta falta de fortuna siempre era externa, contra los demás, que en sus fantasías aparecían como responsables de su desgracia y de la desgracia de las personas a las que querían.
Su odio fue acumulándose a medida que pasaba el tiempo y su plan se construía paralelamente a esa rabia acumulada.
Oratoria y carisma
La mayor parte de los dictadores deben su llegada al poder a la sensación de seguridad con la que acompañaban a sus discursos y actuaciones. Su discurso era siempre directo, firme, con mensajes cortos pero demoledores, un tono de voz seco y ajustado a lo que realmente quería expresar.
Todos a su vez se llenaron de una clara simbología mediante himnos, cánticos, banderas y una estética militar.
Desprecio total de la opinión del pueblo
Trataban de impedir a toda costa que el pueblo fuera capaz de pensar por sí mismo y trazara líneas razonables, lejanas a a las que ellos defendían. Su palabra era la última y verdadera, y todo aquel que la cuestionase comenzaría a sufrir represalias. Por otro lado, utilizaban todos los recursos que estaban en su mano para hacer propaganda de todo aquello que se realizaba y que su pueblo pudiera ver con buenos ojos.
Himnos nacionalistas, censura, y miedo
Un modelo dictatorial no se diseña de un día para otro. Lo más importante de cara al resto es mostrar himnos y símbolos contundentes, censura en todos los ámbitos de la sociedad, blindando esta censura con acciones militares cada vez más presentes. Todo esto amparado bajo la bandera y el nacionalismo.
Cuando la dictadura ya ha tomado el poder, vemos en ellos:
“Rasgos de personalidad obsesivos, percepciones delirantes de ellos mismos, falta de empatía ante el sufrimiento, rasgos de psicopatía y especial interés en la veneración y culto total a su persona con campañas de difusión fastuosas”.
En su comportamiento, se observa:
“Gustos estrambóticos, amantes del arte y de la literatura, gustos obsesivos por el orden y la limpieza. Grandes amantes de la lectura y del arte. En muchas ocasiones, este gusto no era una forma más de querer formar parte de la élite intelectual a la que ellos nunca pudieron acceder y que consideran en buena parte superior a todo. También, hacer ver al pueblo que contaban con amistades del ámbito cultural reforzaba aún más su valoración como líderes.
Desprecio por sus allegados y continuas sospechas de conspiraciones paranoicas de ser asesinado por alguien de su entorno”
¿Qué mensaje podemos sacar de esto?
Finalmente, estos dictadores han acabado su vida en situaciones penosas, a través del suicidio, han sido asesinados o juzgados con mucha severidad no solo a través de la justicia si no de organismos mundiales de derechos humanos y sus atrocidades han ido conociéndose través de los medios de comunicación poco a poco.
Aunque ya hayan acabado, en todo país queda una herida traumática y en nuestras mentes también.
Nos preguntamos cómo es posible que haya ocurrido y sentimos miedo de que la historia se vuelva a repetir.
Intentemos pues evolucionar a un mundo cada vez menos ignorante , con un pueblo con capacidad de autocrítica que sea gobernado por líderes que defiendan la igualdad y los derechos humanos.