La Corte Suprema ratificó la sentencia de la Justicia Militar del 7 de mayo pasado que condenó al sargento en retiro de Carabineros, Miguel Millacura Cárcamo, a la pena de 400 días de reclusión como autor del cuasidelito de homicidio de Manuel Gutiérrez Reinoso, de 16 años, ocurrido el 25 de agosto de 2011 en el marco de una jornada de protesta nacional. Además, el máximo tribunal sentenció al policía a la pena de 60 días de presidio por el delito de lesiones graves de Carlos Burgos Toledo.
Una decisión tomada en fallo dividido y que se adoptó con los votos en contra del ministro Carlos Künsemüller y de la abogada Leonor Etcheberry, quienes fueron partidarios de calificar el delito como violencia innecesarias con resultado muerte.
Así la Suprema rechaza los recursos de casación presentados por el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) y el Ministerio del Interior en contra de esta sentencia que -recordemos- ya había sido rebajada, ya que el 6 de mayo de 2014 el Segundo Juzgado Militar de Santiago había condenado a Millacura a tres años y un día de presidio menor en su grado medio.
El fallo de la Sala Penal de la Corte Suprema plantea que Millacura incurrió en una conducta culposa y no dolosa. Es decir, que no tuvo intención de matar a Gutiérrez ni lesionar a Burgos. «En el caso de marras no resulta posible sostener que el acusado, atento a la posición que adopta, la inclinación que da al arma, la forma en que dispara, su expertise y al lugar en que dispara, de acuerdo al informe balístico de fojas 846 a 906, haya querido el resultado que sufrieron las víctimas, las cuales no se encontraban en la pasarela hacia la cual disparó, de modo que naturalmente no ha existido dolo directo en su comisión, el que supone conocer y querer el resultado típico», establece el fallo.
La resolución destaca en favor de Millacura la posición que adoptó al disparar, la inclinación que dio al arma (24°), el hecho de que «en esa dirección no había personas (que se entiende que disparó al aire)» y «que los disparos rebotaron, desviando su trayecto e impactando a personas que se encontraban a 84 metros y 73,3 metros, respectivamente, de distancia del lugar hacía el cual dirigió su armamento».
La última noche de Manuel
Junto a su hermano Gerson y a su amigo Giuseppe, Manuel Gutiérrez había salido desde la población Jaime Eyzaguirre aquella noche del 25 de agosto de 2011 a observar las barricadas que se montaban hacia el sector de Peñalolén, con motivo de una jornada de protesta convocada por la CUT.
Casi al llegar a la pasarela ubicada en las cercanías de la pasarela de El Valle con Américo Vespucio una bala disparada por el carabinero Miguel Millacura impactó en el pecho de Manuel. Evangélico, como toda su familia, considerado un buen muchacho, el menor de cuatro hermanos y observador curioso de las movilizaciones que por ese año abundaban, el joven de 16 años terminaba muerto aquella noche sin ser un partícipe de los enfrentamientos ni poner en riesgo la vida de ningún policía, siendo su crimen ninguneado desde un principio, cuando el entonces subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla, aseguró que su muerte era producto de «un enfrentamiento».
Por Daniel Labbé Yáñez
El Ciudadano
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