En Buenos Aires, República Argentina, la noche del 30 de diciembre de 2004 un recital de rock del grupo Callejeros duró solo dos minutos. Un elemento pirotécnico incendió el material inflamable y tóxico del techo de la discoteca y la combinación de gases venenosos sumada al exceso de público y las irregularidades del lugar sobre seguridad contra incendios y salidas de emergencia provocaron la muerte de al menos 194 personas. La discoteca, gerenciada por Omar Chabán, se llamaba República Cromañón. Esta es una entrevista a Alfredo Grande, médico psiquiatra que ha trabajado con sobrevivientes y familiares de dicho incendio.
-Entre junio y setiembre de 2007 un grupo de familiares, sobrevivientes y amigos organizó un ciclo de 6 charlas y debates bajo el nombre de Pensar Cromañón, allí afirmaste que el movimiento Cromañón “es el acto de resistencia más importante de esta democracia”.
Después de 7 años pensemos la lógica Cromañón que está camuflada en la democracia formal. La masacre de Cromañón podría ser comparada por su cantidad de muertos, de asesinados, con cualquier acto terrorista, ahora que tenemos una nueva ley “antiterrorista”. Fue un acto terrorista porque se encerró a 4000 personas en condiciones donde una bengala, un fósforo o un magiclick podía provocar lo que finalmente desencadenó: Morir por asfixia. Esos chicos murieron por la inhalación del ácido de la media sombra que se quemaba. Murieron asfixiados, quemadas sus vías respiratorias. Resistir eso en democracia siempre lo consideré un acto fundante, sobre todo para los que pensamos que la democracia no es solo ir a votar. Yo tengo un aforismo que dice: “No es lo mismo que se vote porque hay democracia a que haya democracia porque se vote”.
A 7 años, Cromañón es un monumento a la impunidad. Ayer hubo un escrache al prostíbulo de Rafael Levy, el verdadero dueño de Cromañón, otro demiurgo oculto donde no hay nadie preso por el “chiste jurídico” de la sentencia firme. Antes la primera instancia era eso, ahora no es nada. De apelación en apelación nadie va preso y lo que es más grave, el juicio se va diluyendo como pasó con las escuchas ilegales de Macri, que nadie sabe qué pasó. No hablemos del padre Grassi que es el gran correcaminos de la historia.
Cromañón dejó instalado el pésimo antecedente de la impunidad que es una marca de la cultura represora. Como lo señalo en mi artículo “La terrorista ley antiterrorista”, se da la paradoja que mientras se defienden activamente políticas de Derechos Humanos, al mismo tiempo se violan. El terrorismo de Estado también se presentaba como una doctrina de seguridad nacional y no como una de exterminio de la población.
-Aquí quiero hacer un paréntesis. Ayer estuve releyendo «Pensar Cromañón» y allí aparece una reflexión de Alicia Calvo, fallecida hace un año, sobre el tema de los Derechos Humanos que me gustaría que analizaras.
-Participamos en la misma mesa.
– Luego volvemos a este tema pero antes quiero referirme a una inquietante reflexión de Juan Carlos Volnovich quien afirmó en el 2º encuentro del 3/7/2007: “El sistema necesita que haya Cromañones para seguir persistiendo, para seguir durando. Cromañón no fue una falla en el sistema. Cromañón fue un éxito del sistema. No es que el sistema falló y que entonces se podía haber resuelto el problema si hubiésemos contado con buenos funcionarios, con buenos inspectores, en vez de funcionarios corruptos; si en vez de tener empresarios indignos hubieran sido otros, o si el político de turno hubiera sido otro político de turno. No, nada cambiará en tanto no cambie el modelo, no cambie esta estructura, este sistema neoliberal. Hace falta que este sistema desaparezca, porque de lo contrario los jóvenes continuarán desapareciendo, seguirán siendo exterminados y aniquilados en masa”.
Me gustaría que lo comentaras.
-Comparto lo expresado por Juan Carlos y eso se ve en lo que pasa con la trata de personas. El tema es que “mientras el neoliberalismo llora, el capitalismo ríe”, en realidad el neoliberalismo es el apodo, el nick del capitalismo. No creo que se pueda hablar del neoliberalismo como algo maldito. En definitiva Cromañón es un éxito del capitalismo: Altísima rentabilidad, bajo costo y cuando algo pasa, como cuando sucede un accidente aéreo, el seguro pagará o no. Es un éxito de la maquinaria capitalista y también expresa que no hay un capitalismo serio. Todo capitalismo es en esencia predador. Es como tener un pitbull y decir ‘pero el mío es bueno’… hasta que te arranca un brazo. Hay razas malditas y el capitalismo es una de ellas.
Una de las cuestiones donde no se aprendió nada y donde la lógica Cromañón sigue imperando es en esta especie de alucinatorio social de que puede haber un capitalismo serio. Si tenemos una economía donde 500 empresas se llevan el 90% del PBI, cuanto más concentración económica y de poder, más posible es un Cromañón. En este momento la concentración de poder político es tal que cualquier cosa, por ejemplo, una enfermedad de la presidenta aparece al nivel de una catástrofe nacional y además es cierto porque con la línea sucesoria que hay ¡agarrate Catalina!
Hay una frase que circula: si se puede prevenir no es un accidente. Entonces ¿qué es? Es un asesinato. La planificación sistemática del asesinato de jóvenes a la que se refiere Juan Carlos es una constante de la historia. Es el tema de la infantería donde el enemigo gastaba balas y después venía la caballería. Eso sigue funcionando así, el sistema es implacable. Para el capitalismo 20, 30, 50 años no es nada. Siempre la crisis, la catástrofe la paga la víctima, nunca el victimario. Hay ajuste en Europa pero mientras tanto los sueldos de los banqueros se cuadruplican. Obviamente la lógica Cromañón no va a ser destituida cuando terminemos con el neoliberalismo, sino cuando arrasemos con el sistema capitalista de producción. Ahora, si decís eso te internan.
Muchos organismos de Derechos Humanos fueron muy mezquinos con Cromañón
-Se debatió mucho tragedia o crimen, tragedia o masacre. Se intentó culpar a las víctimas instalando ideas engañosas y acusaciones infames.
-La impunidad funciona así.
– También tuvo mucho que ver el gobierno de Aníbal Ibarra.
-Aníbal Ibarra es el responsable. Su traición fue que era la cara del progresismo, el “bueno” por decirlo de alguna manera, aunque cabe pensar que con buenos así cómo serán los malos. En eso los organismos de Derechos Humanos fueron muy mezquinos. No fue el caso de Adriana Calvo, los Familiares de Detenidos o la Liga Argentina de Derechos Humanos, pero los demás fueron muy mezquinos porque Cromañón les explotó en las manos. ¡Imaginate si le hubiera pasado a Macri! Es muy cruel pero también sirve para aprender que depende de quién haga qué se lo mira de una manera o de otra. Fijate qué tardíamente muchos salen a cuestionar la Ley antiterrorista.
-Efectivamente. Recién se pronunciaron críticamente Hebe y Carta Abierta, una vez que la ley ya ha sido promulgada.
-Además es absurdo pedirle a la Presidenta que vete la ley que ella misma mandó al Parlamento. Si lo hiciera hubiera vuelto el surrealismo a full.
El mayor dolor es que la lógica Cromañón no ha sido destituida. Ahí tenés todos los “accidentes” viales. Rutas de una sola mano que cuando te pegás el palo no es un accidente sino que no hicieron la autopista hace 20 o 30 años atrás. Propiciar permanentemente la tragedia pasa a ser muy similar a planificar el asesinato en masa. En ese sentido es un aniversario realmente triste y doloroso, además porque la sociedad civil, y quiero aclararte que sos una de las excepciones cuando decís que has leído muchas veces el libro porque otros no le han dado ni cinco de pelotas, no han querido pensar Cromañón para sostener que fue una maniobra contra Ibarra.
-Ahora sí quiero volver a la participación de Alicia Calvo, de la Asociación de ex detenidos desaparecidos (AEDD) afirmando que en la masacre de Cromañón se violaron abierta y explícitamente un sinnúmero de derechos humanos ya que el Estado no cumplió con el deber de velar por el respeto a la vida, a la integridad física y moral, a la seguridad personal. Y es indudable que ahora no cumple con el deber de velar por los derechos humanos de los sobrevivientes y de los familiares. Cabría preguntarse ¿qué son los derechos humanos? El 90% de las personas te contestarían: los derechos humanos son los que violaron los militares durante la dictadura.
–Ese es el relato K.
– Y sigue: Eso ayuda a explicar porqué la masacre de Cromañón no es asumida socialmente como una flagrante violación de los derechos humanos, digna de ser denunciada e investigada y, en consecuencia, castigados los responsables que forman o formaron parte del aparato del estado. Tal vez el objetivo mejor logrado por el genocidio y el de más largo alcance fue generar en una inmensa parte de nuestro pueblo la convicción que no tiene derecho a tener derechos.
Todos los condenados por Cromañón están libres.
– Tal cual. El resultado de todo eso no es una impunidad jurídica ni política sino cultural. Por eso Ibarra sigue siendo legislador, diciendo cosas contra Macri, pero tenés que verlo en el contexto de lo que hizo, porque el problema de Cromañón no fue solo la catástrofe, la masacre, el asesinato sino el día después, la semana, el mes después. Ahí Ibarra fue Macri. Actuó como cualquier agente de la derecha. Ibarra no hizo nada, ni antes ni después. Tenés los cables pelados en tu casa, un pibe los arregla y se electrocuta ¿qué hacés después? ¿Salís corriendo? ¿Declarás en contra de Edenor? Asistís al pibe, a su familia, por lo menos te hacés cargo. Ibarra no se hizo cargo de nada, ni siquiera concurrió a la Legislatura, lo tuvieron que citar. El ex legislador Milcíades Peña, que tuvo un pariente asesinado en Cromañón, nos decía que fue a la Legislatura a dar cuenta de nada. Dime cómo reaccionas y te diré qué tuviste que ver.
Una indiferencia total. Eso sí, a los 3 días se reunió con la Cámara de empresarios de los boliches. Todo un paquete de impunidad, antes, durante y después. Como decía Adriana, el terrorismo de Estado y el Menemato, que completó la tarea de ensuciarnos el cerebro, lograron esto, una especie de impunidad por default.
Ya no es la impunidad de hiciste algo y no te juzgo. ¡No! Te juzgo pero igual seguís impune como el paradigmático cura Grassi.
Todos los condenados en Cromañón están libres porque ninguna sentencia está firme. Parece que hay que darle Viagra. Una locura. Antes un tipo culpable iba en cana. Hoy hay un montón de procesados que están encarcelados, un 70% que están más tiempo como procesados que la sentencia que les pudiera tocar si fueran culpables. Si eso no es una paradoja…
Por Mario Hernández