Nada impedirá que Anthony logré llegar a Estados Unidos, aunque eso signifique cruzar medio continente.

Anthony, su esposa y sus seis hijos dejaron atrás todo lo que tenían en Venezuela para buscar una mejor calidad de vida en Estados Unidos. Un camino largo en el que han tenido que escapar del crimen organizado que se extiende por toda Centroamérica.

Partieron hace ya varios meses de Caracas, capital de Venezuela, rumbo a Los Ángeles, California. Antes de llegar a México, pasaron por siete países: Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala.

Fue en la frontera de Colombia y Panamá enfrentó su primer obstáculo.

La adopción

En su recorrido por Colombia se encontraron con otro grupo de venezolanos y haitianos, pero al llegar a Panamá el volumen de gente se fue reduciendo por lo complejo de las condiciones de las selvas panameñas.

Algunos fueron muriendo en el camino, así sucedió también con una pareja de haitianos que dejaron huérfana a una pequeña de seis años, acontecimiento que marcó de por vida a Anthony y su familia.

«Es evidente, cada quien se preocupa por lo suyo, pero no podíamos dejar a la niña ahí, teníamos que hacer algo», así narró Anthony el momento en el que «adoptaron» a la menor.

No obstante, fungir como padres sustitutos en una situación así resultó un poco complicado. En primer lugar, la niña al hablar otro idioma no entendía lo que decía Anthony y viceversa.

Fue al llegar a Ciudad de Panamá que Anthony debió separarse de la niña para no ser acusado de tráfico infantil.

«No la quería dejar ahí, me dijeron que la iban a cuidar, pero la verdad no sabemos cuál es la verdad, posiblemente la deportaron. Yo la tuve que dejar, llevo seis niños conmigo, tengo sus papeles, son mis hijos, pero de ella no sabía ni su nombre«, relató.

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Extorsiones y crimen organizado

Después de su paso por Panamá, Anthony y su familia continuaron su camino por Costa Rica, país que lo impresionó porque las autoridades ticas los ayudaron en su trayecto.

Además, afirmó, le llamó la atención ver que era un país en el que difícilmente se hable de violencia o inseguridad, algo «raro» para una nación latinoamericana.

«Ya nos queríamos quedar ahí, fue muy diferente a lo que hemos pasado en otros países, todo era muy tranquilo, y la gente fue muy amable con todos nosotros», declaró.

Pero, no todo dura para siempre, en El Salvador y Honduras vivieron momentos muy complicados. El ambiente era radicalmente opuesto a lo visto en Costa Rica.

Muchas personas se ofrecieron para ayudarlo a llegar a México, sin embargo nunca le transmitieron confianza, ¿cómo sabían que se dirigía a México? ¿Cómo sabían que era migrante?

Son preguntas que se hacen, sin importar el tiempo transcurrido desde entonces.

Relató que en su trayecto por estos países lo intentaron extorsionar en varias ocasiones sin recibir atención por parte de las autoridades.

Llegada a México y caravana migrante

Después de librar los peligros de Honduras y El Salvador, Anthony y su familia continuaron su camino, pero antes, tuvieron que cruzar la frontera sur de México.

«Tuvimos que cruzar un río, del lado de Guatemala había un señor que nos cobró un dólar por persona, nos subió a un pequeño bote y nos cruzó», narró.

Ya en suelo mexicano continuaron avanzando. Fue en Tapachula en donde se sumaron a la caravana migrante, en ese lugar personal del Instituto Nacional de Migración les prometió entregarles visas humanitarias.

Sin embargo, al momento de llegar a la ciudad de Puebla, -último punto antes de la Ciudad de México-, seguían sin recibir dicho documento.

«No me quejo, yo sé que hacen lo mejor que pueden, somos muchos los que vamos a Estados Unidos, pero sí es desesperante estar en la incertidumbre, no te puedes mover a otro lado por lo mismo», mencionó.

Para Anthony no existe otra opción, su único plan es llegar a la frontera con Estados Unidos, y pedir refugio para su esposa e hijos.

«Allá tengo familia, me dijeron que me iban a ayudar a entrar, además, creo que es más posible que nos den asilo, somos una familia, somos gente de bien», concluyó.

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