El periodista y programador está metido en la embajada de Ecuador en Londres, con el asilo concedido, pero asechado por las maquinarias conspirativas y diplomáticas de gobiernos poderosos. Su pecado: fundar WikiLeaks y difundir miles de documentos secretos que demostraron cómo actúan a nivel internacional las entidades gubernamentales, de Inteligencia, diplomáticas, militares, etc. Pidieron que le persiguiera como a los talibanes e incluso que lo mataran. Y entre todo, le apareció una acusación por violación, promovida por “altas autoridades” para sacarlo de escena.
Julian Paul Assange nació en Australia en 1971. Las 17 palabras de su nombre podrían decir poco. Pero los cientos de millones de caracteres que los documentos secretos y comunicaciones gubernamentales y diplomáticas que logró difundir a través del sitio web WikiLeaks que él creó, dijeron mucho sobre conspiraciones, operaciones encubiertas, mentiras, negociados, tensiones, maniobras y todo tipo de “procedimientos” entre las esferas del poder de todo el mundo, sobre todo Estados Unidos.
Ahora Assange es símbolo de la irreverencia, la denuncia, la intromisión en la médula del poder, la revelación de realidades, la vulnerabilidad de los documentos de los de arriba, capaz de remecer relaciones diplomáticas, poner contra la pared a varios gobiernos y organismos de Inteligencia y obligar a que políticos, gobernantes, parlamentarios, agentes, candidatos, tengan que dar cuenta de su obrar, incluidos varios en Chile.
También Assange es símbolo de la polémica respecto a procedimientos y métodos para haber logrado y difundido todo lo que se fue escapando poco a poco por WikiLeaks y reproducido por los más importantes periódicos del mundo.
Julian Paul Assange reunió tres elementos profesionales que, probablemente, son vitales para un propósito como el logrado: es periodista, programador y además activista. Alguien podría decir que las tiene todas. Formalmente estudió física y matemáticas.
Hoy tiene cientos de miles de seguidores y admiradores. De repente se aparezcan imitadores y surja un Assange en Chile que muestre los documentos e informes de la ANI, el Ministerio de Defensa y de Interior, de La Moneda, de la Secom, del Ministerio de Hacienda y de los partidos políticos. Prepárense podría anunciar un Assange local. El australiano, por su labor, recibió un premio de Amnistía Internacional y el Premio Adams.
En 1999, Assange registró el sitio Leaks.org y en 2066, junto a un grupo de profesionales, generó la web WikiLeaks. Antes él había sido parte de grupos de hacker y de software libres. Desde esos tiempos la policía anda detrás de sus pasos.
Lo difundido a través de WikiLeaks lo puso en la mira de poderes visibles y ocultos. Y como ocurre en esos casos (si se habla de los organismos de Inteligencia de Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Israel, etc.) los peligros y montajes asechan. La madre de Assange y el canciller ecuatoriano dijeron explícitamente hace unas semanas que la vida de este periodista/programador/activista corre peligro. Y hace ya tiempo se armó un lío con acusaciones de acoso sexual y violación en Suecia. Estando Assange en Londres, la Justicia sueca pidió su extradición; entonces el coordinador de WikiLeaks decidió pedir asilo en la embajada de Ecuador. El gobierno de Rafael Correa consideró que Assange cumplía con los requisitos para obtener ese derecho y, como suele ocurrir, el poder británico actúo hostil y autoritario: insinuó el invadir la embajada ecuatoriano y explicitó que no dará el salvoconducto porque quiere entregar la presa a los suecos.
Es increíble, pero este episodio público hace que el propio Assange revele, lo quiera o no en este caso, los métodos duros y conspirativos de las potencias y gobiernos cuando se trata de hacer operaciones para negar asilados, protecciones y montar redes destinadas a trasladar a un acusado, poniendo en acción una mezcla de diplomacia con agentes secretos.
Las cosas en esa línea llegan a tal punto, que Anna Ardin, mujer que denunció que Assange la violó, trabaja o trabajó hace años para la oposición cubana, con grupos que desean derrocar al gobierno de Cuba y según un reporte periodístico de Cubadebate, ella fue o es colaboradora de la Central de Inteligencia Americana (CIA). Es uno de los ejemplos de las operaciones en torno de este periodista/programador/activista.
Convertido en un personaje contemporáneo de lo que se podría considerar “otra forma” de hacer periodismo y “otra mecánica” de informar, Julian Paul Assange provocó tan remezón con información que le ayudó a cientos de miles sino millones de personas en todo el mundo a conocer cómo hacen las cosas ciertos gobiernos, ciertas agencias y ciertos personajes que, por ejemplo, la gobernadora de Alaska y ex candidata a la vicepresidencia de Estados Unidos pidió que se persiguiera a este periodistas con el mismo nivel de prioridad que un talibán; Bill O’Reilly exigió la ejecución de Assange y sus colaboradores; el Pentágono montó un operativo para frenar las filtraciones de WikiLeaks; Tom Flanagan, funcionario del gobierno de Canadá pidió que Assange fuera asesinado.
Seguro que WikiLeaks seguirá. Parece que a Assange no le queda más camino que seguir por el mismo camino. Ya se instaló en América Latina como referente del derecho a la información, en particular por las revelaciones respecto a Cuba, Estados Unidos, Chile, Argentina y ahora porque podría/ debería llegar a residir en Ecuador.
Quién sabe cómo se podrá definir a Julian Paul Assange; íncono, referente, activista del Siglo XXI, informático revelador. Pero ya se instaló como personaje comunicacional/denunciante y al mismo tiempo instaló una mecanismo, sustentado en las nuevas tecnologías para denunciar, informar, revelar, desclasificar. Embromado el asunto. Sobre todo porque se toca lo más sensible de los poderes verdaderos de este planeta.
Por Hugo Guzmán
Tesoro Humano Vivo
El Ciudadano Nº131, segunda quincena agosto 2012
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