EE.UU. no hace nada para castigar a los culpables de los crímenes de guerra ni del fraude de Wall Street, sin embargo sí que se dedica a demonizar a quien los denuncia. Durante los últimos dos años y medio, todo el tiempo que ha pasado en una prisión militar, muchas cosas se han dicho sobre Bradley Manning , pero a él no le hemos oído decir nada. Eso cambió el pasado jueves pasado, cuando el soldado del ejército estadounidense de 23 años de edad, acusado de filtrar documentos secretos a Wikileaks, testificó acerca de las condiciones de su detención ante la corte marcial que le está procesando.
Hace algún tiempo que pudimos saber de las opresivas medidas, que bordean la tortura, a las que se ha visto sometido, incluido el prolongado confinamiento en solitario y la desnudez forzosa. Una investigación formal de las Naciones Unidas denunció esas condiciones al considerarlas “crueles e inhumanas”. El portavoz del Departamento de Estado del Presidente Obama, el coronel retirado de la fuerza aérea PJ Crowley, dimitió después de condenar públicamente el maltrato aplicado a Manning. Un psicólogo que trabaja en las prisiones testificó esta semana que las condiciones en que se había mantenido a Manning eran peores que las de quienes se encontraban en el corredor de la muerte o en la Bahía de Guantánamo.
Todavía sentíamos, al escuchar la descripción que de todos esos abusos hacía con sus propias palabras el acusado de filtrar información, cómo nos trasladaba visceralmente su horror. Al informar sobre la vista, Ed Pilkington, de The Guardian , citaba a Manning: “Cuando necesitaba papel higiénico, tenía que ponerme firme y gritar: ‘¡El detenido Manning solicita papel higiénico!’ ”. Y: “Se me autorizaban 20 minutos de sol, encadenado, cada 24 horas”. Al principio de su detención, recordaba Manning: “Me dí totalmente por vencido. Pensé que iba a morir en esa jaula para animales de ocho pies por ocho”. [*]
El trato represivo aplicado a Bradley Manning es una de las desgracias del primer mandato de Obama, y pone de relieve muchas de las dinámicas que han moldeado su presidencia. El presidente no solo defendió el trato aplicado a Manning sino que también, como comandante en jefe de los jueces de las cortes marciales, decretó indebidamente la culpa de Manning cuando en una entrevista afirmó “que había quebrantado la ley ”.
Y lo que es peor, Manning está acusado no solo de revelar información confidencial sino también de la ofensa capital de “ayudar al enemigo”, por lo cual puede imponérsele pena de muerte (los fiscales militares están solicitando “solo” cadena perpetua). La radical teoría del gobierno es que, aunque Manning no hubiera tenido ese propósito, la información pudo haber ayudado a al-Qaida, una teoría que equipara básicamente cualquier divulgación de información clasificada –por un denunciante o por un periódico- con la traición.
Sea lo que sea lo que uno piense de los supuestos actos de Manning, parece ser el clásico denunciante. Podía haber vendido la información a cambio de sumas sustanciales a algún gobierno extranjero o grupo terrorista. En cambio, arriesgó a sabiendas aparentemente su libertad para mostrar tal información al mundo porque, según alegó cuando pensaba que hablaba en privado, quería desencadenar “discusiones, debates y reformas a nivel mundial”.
Comparen este agresivo procesamiento hacia Manning con los vigorosos esfuerzos de la administración de Obama para proteger los crímenes de guerra de la era Bush y el fraude masivo de Wall Street de cualquier forma de responsabilidad jurídica. Ni uno solo de los autores de esos verdaderos crímenes se ha enfrentado a tribunal alguno bajo Obama, una comparación que refleja las prioridades y valores de la justicia en EEUU.
Luego tenemos el comportamiento de los partidarios de Obama. Desde que se me informó por vez primera acerca de las condiciones de la detención de Manning en diciembre de 2010, muchos de ellos no solo han jaleado ese abuso sino que han ridiculizado grotescamente las preocupaciones que provoca. Joy-Ann Reid, una antigua ayudante de prensa de Obama y ahora colaboradora en la red progresista MSNBC, se mofaba de forma sádica en respuesta al informe: “¿Bradley Manning no tiene almohada?????” De esa forma, se hacía eco de una de las páginas de Internet más extremistas de la derecha, RedState, que de forma similar se burlaba del informe: “Devolvedle a Bradley Manning su almohada y su frazada”.
Como siempre, los periodistas del establishment estadounidense le han facilitado al gobierno cada paso del camino. A pesar de pretender aparecer como vigilantes-custodios, nada provoca más su animosidad que alguien que desafía realmente las acciones del gobierno.
Como ejemplo de esta mentalidad tenemos una entrevista de la CNN del jueves pasado por la noche con el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, dirigida por Erin Burnett. Se centraron en los documentos recientemente publicados que revelan los esfuerzos secretos de funcionarios estadounidenses ejerciendo presiones sobre instituciones financieras para que bloquearan la financiación de WikiLeaks una vez que el grupo publicó los documentos clasificados supuestamente filtrados por Manning, una forma de castigo extra-legal que debiera preocupar a todo el mundo, especialmente a los periodistas.
Pero la anfitriona de la CNN no tenía interés alguno en los peligrosos actos de su propio gobierno. En cambio, trató repetidamente de conseguir que Assange condenara las políticas de prensa de Ecuador, un país diminuto que –a diferencia de EEUU- no ejerce influencias más allá de sus fronteras. Para los expertos de la prensa vigilante estadounidense, Assange y Manning son los enemigos a despreciar porque hicieron el trabajo que la prensa corporativa estadounidense se niega a hacer: es decir, llevar transparencia a los actos infames del gobierno de EEUU y de sus aliados por todo el planeta.
Bradley Manning le ha otorgado al mundo múltiples beneficios vitales. Pero mientras su consejo de guerra llega finalmente a su conclusión, que probablemente será la imposición de una larga sentencia de cárcel, parece que su mayor regalo es esta ventana abierta al alma política de los Estados Unidos.
Glenn Greenwald
Traducido para Rebelión por Sinfo Fernández
* Glenn Greenwald es un ex abogado constitucionalista estadounidense, columnista, bloguero y escritor. Greenwald trabajó como abogado especializado en derechos civiles y constitucionales antes de convertirse en un colaborador de Salon.com , donde se centró en el análisis de temas políticos y jurídicos. Ha colaborado también con otros periódicos y revistas de información política como The New York Times, Los Angeles Times, The Guardian, The American Conservative, The National Interest e In These Times. En agosto de 2012, dejó Salon para colaborar con The Guardian.
NOTAS:
[*] Alrededor de 2,5 m. por 2,5 m.
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