El rechazo del proyecto de ley que buscaba prohibir y sancionar las carreras de perros en Chile, en específico de la raza Galgo, ha encendido la polémica sobre una «tradición» que históricamente ha escondido el maltrato y el sufrimiento animal.
El proyecto fue rechazado por 68 votos en contra, 58 a favor y 13 abstenciones, y que ahora pasó a archivo en el Congreso. La noción sancionaba con presidio menor en su grado mínimo (de 61 a 540 días) a los que fueran encontrados organizando o participando en carreras. A ello se agregaban multas de 2 a 30 UTM. Junto a esto también se castigaría con una multa de 2 a 20 UTM a quienes promovieran o difundieran estas carreras.
Tras la decisión de la Cámara, la diputada Mónica Arce, advirtió que estos animales seguirán viviendo en pésimas y abusivas condiciones, solo con la intención de entretener y planteó que con el resultado de esta votación se perpetuarán impunemente prácticas brutales en nombre de tradiciones del campo.
Por el contrario, la diputada republicana, Chiara Barchiesi, celebró el rechazo a la iniciativa y defendió las “tradiciones” del Chile rural.
“No vamos a dejar que desde Santiago nos impongan su forma de vida. Vamos a respaldar siempre al Chile rural y a nuestras tradiciones”, afirmó.
Carreras de galgos en Chile
Los galgos pertenecen al grupo de los lebreles, un tipo de perro muy veloz, que en sus orígenes ayudaba en labores de caza y son considerados como uno de los animales más rápidos del mundo, una condición que lamentablemente, se ha transformado en su peor condena, ya que aunque los naturaleza e instinto les encanta correr, la forma en que son “entrenados” para las carreras involucra distintos tipos de abuso y explotaciones
En nuestro país estos perros han sido víctimas durante décadas de una explotación que se ha mantenido amparada por la legalidad y que aumenta con la llegada de Fiestas Patrias.
Esta polémica práctica surgió en los Estados Unidos durante los años 1920 y posteriormente fue introducido en Gran Bretaña, donde tuvo mucho éxito. En Chile, las carreras de perros se popularizaron desde 1989, principalmente en zonas rurales de la Región Metropolitana, Valparaíso, O’Higgins y Maule.
Con el tiempo han llegado a ser consideradas parte de la cultura campesina y criolla, al igual que el rodeo y las jinetadas. Sin embargo, están más cerca de ser un maltrato que deporte, debido a los intensos entrenamientos a los que se ven sometidos los canes.
De hecho, las carreras de perros no son consideradas un deporte por el Instituto Nacional del Deporte, por lo que no existe una regulación oficial y la organización de este tipo de eventos recae en la ilegalidad.
Estas prácticas realizan en canódromos, una pista ovalada de 200, 280 o 320 metros de largo, donde varios perros galgos deben perseguir una carnada artificial, una liebre, a la que nunca pueden dar alcance, por lo tanto, el primero que llega a la meta es el ganador.
Las carreras se realizan principalmente durante los fines de semana, preferentemente los domingos, ya que se concibe como actividad donde se apuesta, bebe y se hacen asados. Por ello, son aún más comunes en épocas festivas como Fiestas Patrias.
“Se calcula que existían alrededor de 250 canódromo hace unos dos años, sin embargo, no existe un conteo nacional o un estudio. Muchas veces abren solo por algún fin de semana o piden permisos provisorios municipales. También van cambiando de lugar o abriendo en otros lados”, planteó a Ladera Sur, Pamela Órdenes, representante de la Fundación Galgos Chile (FUGA), que se dedica a rescatar y rehabilitar a galgos o mestizos de galgos en situación de abandono o calle en nuestro país.
Un negocio que gira en torno a las apuestas
Para Mauricio Serrano, Senior Director para Latinoamérica de Veganuary y Fundador de Animal Libre, estas carreras con un negocio que gira en torno a las apuestas.
«Eso es lo que mueve esta iniciativa y lleva a que personas busquen entrenar animales que tienen una fisionomía que les permite justamente tener un «desempeño ideal», pero que no es su naturaleza estar compitiendo en este tipo de iniciativas, o sea, no nacen para competir en esta práctica, como buscan normalizar quienes la realizan», indicó a Ladera Sur.
«Son un perro para usar y tirar, ya que no existe un vínculo afectivo con el perro, sino, un vínculo lucrativo, lo cual lo cosifica y no lo reconoce como ser vivo sintiente”, indicó Pamela Órdenes.
Maltrato a los galgos
Desde que son cachorros, los galgos son entrenados para competir en las carreras, muchos de ellos son amarrados a una moto o camioneta y obligados a correr.
Pasan buena parte del tiempo enjaulados, son sometidos a ayunos prolongados para convertir su carácter dócil en agresivo. Se les permite salir solo para entrenar, competir o hacer sus necesidades.
Asimismo, se les suministran medicamentos e incluso drogas para que corran más rápido. Incluso, el algunas oportunidades son sometidos a técnicas como estimulación eléctrica y castigos con látigos.
“Desde cachorros son separados de su mamá y encerrados en cajas cerradas completas con solo dos agujeros para respirar, esto para causarles estrés. Además, al galgo se le suministran ciertas drogas, como anabólicos, broncodilatadores, energizantes, miorrelajantes, diuréticos, cardiotónicos, cafeína, cocaína, analgésicos, etc. Esto para mejorar el rendimiento o que corran desgarrados”, explicó Órdenes.
Por tal motivo, son propensos a padecer una muerte súbita por sobredosis o paros cardiorrespiratorios.
Un galgo puede alcanzar una velocidad de hasta 70 kilómetros por hora, por lo cual, al chocar con otro can o contra cualquier obstáculo en la carrera, pueden sufrir fracturas, heridas, traumas e incluso fallecer.
Luego de una carrera, después del suministro de drogas para un máximo rendimiento, a los galgos se les hacen lavados de hígado con suero, lo cual perjudica su salud.
Según la organización Paraíso Animal, los perros que han quedado heridos o que ya no corren lo suficiente como para poder competir, simplemente son abandonados o sacrificados.
“La edad útil de un perro de carreras es de 3 a 4 años aproximadamente. Luego muere por ingesta de drogas, muere asesinado, o es abandonado en algún lugar. Esos son los tres medios de descarte de ellos. Lo más común es ver asesinatos o que mueran solos en la carrera por el tema de las drogas. Mientras corren les dan paros cardiorrespiratorios y el perro cae tendido en el piso”, alertó, por su parte, Daniel Pacheco, vocero de Galgo Libre Chile, movimiento internacional que desde 2003 lucha por prohibir el maltrato y las carreras de galgos en Chile, Uruguay, Argentina y Brasil.