En una extensa crónica publicada ayer en el medio magallánico La Prensa Austral, se dio a conocer la historia de un carabinero que se habría llevado a la tumba el secreto de la desaparición del estudiante del liceo San José de Punta Arenas, Ricardo Harex, ocurrida el 19 de octubre de 2001.
Un caso que ha tenido como hechos relevantes el suicidio del cura Rimsky Rojas, ex director del Liceo San José de Punta Arenas. El sacerdote Rojas, cuyo nombre ha estado vinculado con la desaparición de Harex, se quitó la vida el mismo día de la detención de Luis Del Canto en la Casa de Reposo Felipe Rinaldi de la Congregación Salesiana, en Santiago. Con este arresto la policía dio por aclarado el caso atribuyéndole el asesinato, sin embargo, el juez que lo interrogó desestimó la presunta autoconfesión.
En el texto de La Prensa Austral se revela una entrevista que el editor del medio, Poly Raín, sostuvo en 2010 con la escritora regional Rina Díaz Jiménez, quien por entonces terminaba su libro “En un eclipse de sol, crónica inconclusa -Ricardo Harex González- desaparecido”. La publicación salió en octubre de ese año, sin embargo, la entrevista no fue incluida en el libro y fue desconocida hasta esta semana. En la conversación, transcrita por la escritora, el editor de La Prensa Austral le hace la siguiente revelación:
Editor: Hay algo más, algo importante que nadie sabe; lo que le voy a contar no debe incluirlo en su libro, no debe hablarlo con nadie.
Escritora: Evidentemente asentí que así sería. En ese punto de la conversación, yo no podía imaginar siquiera de qué podría tratarse y pacientemente me dispuse a oír.
Editor: Creo que perdí la valiosa oportunidad de no insistir ante un carabinero que investigó el caso para cobrarle la palabra. Aún resuena en mi memoria la siguiente confesión: ‘Algún día te voy a contar la verdad del caso Harex’. Pero, ese día nunca llegó, porque a los dos años después fui sorprendido por su fallecimiento. Un cáncer había tronchado su vida.
Escritora: Perdón, ¿qué me está queriendo decir?
Editor: Eso. Lo que acaba de escuchar. Que un funcionario de Carabineros de apellido Moreira conocía toda la verdad sobre lo ocurrido el 19 de octubre de 2001, la noche en que Ricardo desapareció.
Se trataba del carabinero Nicolás Roberto Moreira, fallecido en junio de 2007 a raíz de un cáncer terminal, y con quien el editor esperaba poder hablar en un futuro del caso. «Pensé que más adelante, una vez retirado de Carabineros, conversaríamos el tema, quise tomarlo con calma», dijo el periodista a la escritora, y agregó: «Todo sucedió muy rápido. Su traslado, su confesión, su muerte. En menos de sesenta días de tener prácticamente resuelto el caso Harex, él había sido trasladado a Santiago. Luego me enteré que le sobrevino un cáncer terminal y a los meses siguientes falleció».
Las revelaciones de la esposa del carabinero
En marzo de 2011, el editor Poly Raín y la escritora Rina Díaz dieron con el paradero de Regina Catalán, esposa del carabinero Nicolás Moreira. Según se relata en la crónica de La Prensa Austral, allí ambos se enteraron que el uniformado «en su calidad de encargado de ejecutar las órdenes de indagación de la Sección de Investigaciones Policiales (Sip) había realizado por iniciativa personal una reconstrucción de lo sucedido la noche del 19 de octubre de 2001. Reconstrucción que partió al día siguiente de ocurridos los hechos. Nos enteramos que tanto ella, como su esposo e hijos habían sido objeto de amedrentamiento por parte de los mismos funcionarios que habían sido colegas de su marido. Que en incontables ocasiones ella era seguida por vehículos policiales, de carabineros, donde perfectamente era capaz de reconocer a los funcionarios que efectuaban tales procedimientos».
Agregan que Catalán les dijo que «durante los dos meses siguientes a la desaparición de Ricardo, tiempo en que su esposo, al margen de sus funciones, se dedicaba a investigar lo ocurrido, una jueza realizaba frecuentes llamadas de teléfono a su marido donde le recomendaba abandonar aquella tarea. Su esposo le comentaba que la jueza le prevenía que de continuar en su afán, ello podría costarle la pega, que mejor se olvidara de todo, que nunca podría develarse lo acontecido, que debía comprender que se estaba metiendo, literalmente, en las patas de los caballos, queriendo decirle con eso, que el único perjudicado sería él».
Por otro lado, continúa la crónica, la mujer del policía Moreira les decía que «cuando los noticieros mostraban las diligencias que efectuaba tanto la PDI como Carabineros, su esposo viendo que realizaban excavaciones en diversos puntos de la ciudad y en zonas rurales, expresaba frases como, no está ahí el cuerpo, ellos saben que allí no está, ellos lo saben».
El traslado y los temores de Moreira
Sorpresivamente en diciembre de 2001 el carabinero Nicolás Moreira es trasladado a Santiago, decisión similar a la que se tomó en esos días con varios de sus colegas que la noche del 19 de octubre estuvieron de servicio. No le dieron tiempo para moverse con su familia, por lo que antes de irse les advirtió que no le permitieran a nadie -mucho menos a funcionarios de Carabineros- el ingreso a su casa, ni que dejaran que nadie accediera a su computador, a sus diskettes y CDs. Como imaginaba el policía, sus colegas llegaron a los días de su viaje a pedirle los insumos a su esposa, a lo que esta se negó, como relata la crónica.
«Todos estos antecedentes, así como nombres de carabineros, episodios de persecución que tanto ella como sus hijos eran objeto, y muchos otros detalles, habían instaurado un ambiente de verdadero temor en esta familia. Ella se encontraba sola con sus hijos en tanto su esposo ya prestaba servicios en la ciudad de Santiago», se explica en el texto.
Finalmente, en el año 2005 Nicolás Moreira fue repentinamente diagnosticado con un cáncer terminal, acogiéndose a retiro y falleciendo el 17 de junio de 2007 en la capital, a la edad de 47 años.
Escritora y esposa declaran frente a ministra en Visita
La crónica continúa contando que desde 2011 y por alrededor de dos años el editor y la escritora se dieron a la tarea de analizar el material que el carabinero había dejado en Punta Arenas, pero que frente al riesgo de afectar la información que se encontraba encriptada en uno de los discos duros, decidieron no seguir con esa labor a fin de resguardar la información que allí existiera. Junto con ello le pidieron a la esposa de Moreira que fuera a declarar ante la ministra en Visita del caso. «No confiaba, simplemente no confiaba en nadie. Ni en las policías, ni en Carabineros y sus razones ni siquiera ameritaban cuestionamientos», dice la crónica.
Estos testimonios, dice el texto, fueron mantenidos en “secreto” hasta octubre del año pasado, cuando la ministra en visita Marta Jimena Pinto llamó a prestar declaración al editor de La Prensa Austral, a la escritora Rina Díaz Jiménez y a Regina Catalán, esposa del carabinero Nicolás Moreira.
Antes de presentarse ante la magistrado, relata la crónica, la viuda de Moreira le explicó de esta manera a la escritora por qué había decidido finalmente decir todo lo que sabía:
«Mi marido era un hombre valiente, un hombre que amaba su profesión y cuya vocación de servicio y lealtad a los valores de su institución tal vez le costaron la vida, porque a toda costa se buscó, se persiguió acallar y sacar de contexto la búsqueda de la verdad que efectuaba Nicolás. Allí, en Carabineros, hubo gente que necesitaba protección, funcionarios que evidentemente tuvieron participación en la desaparición de ese niño y para los que Nicolás era una amenaza. Yo lo sé, yo lo vi en sus actos, en todo lo que ocurrió con nosotros cuando él fue trasladado a Santiago. No por nada nos seguía Carabineros, no por nada nos tenían vigilados, no por nada sabían de cada uno de nuestros pasos, no por nada en incontables ocasiones intentaron, hasta bajo amenaza, que yo entregara los objetos personales de mi esposo, especialmente su computador personal. Sí, lo hablamos con los chicos y ellos aprueban y están de acuerdo que la ministra se entere de todo esto”.
Durante casi 6 horas prestó declaración la escritora. «Informé de todo el trabajo de investigación que habíamos realizado por un período de casi dos años junto al editor de La Prensa Austral y entregué los nombres correspondientes», dice en el texto la mujer. Junto con recibir a la esposa del carabinero, la ministra también mandó a la mañana siguiente a retirar desde su casa los CDs, diskettes, dos discos duros, agendas, celular y todo cuanto era de uso personal y profesional de Nicolás Moreira.
«¿Quién era o es el personaje intocable que estaba o está detrás de este asesinato y por qué la jefatura de Carabineros de ese entonces le otorgó protección?», se plantea en la crónica, junto con denunciar un pacto de silencio al interior de la institución, la cual fue durante dos años indagada paralelamente por el cronista de La Prensa Austral.
«Si bien el carabinero fallecido manejaba los detalles del desaparecimiento de este joven y de su muerte, sabía por otro lado que existía una red de protección y encubrimiento, en contra de la cual era imposible hacer frente, sobre todo porque para él lo primordial era velar por la seguridad de su esposa e hijos que estaban en Punta Arenas, mientras él cumplía funciones policiales en Santiago. Moreira sabía perfectamente de lo que eran capaces las personas que lideraban esta red de protección, a lo que se agregaba un cáncer que limitaba su vida», asegura la crónica.
Fuente La Prensa Austral