El rol de Arabia Saudita en el control de la Península Árabe

Desde febrero hay protestas callejeras en Arabia Saudí, las que fueron rápidamente reprimidas por el rey Abdallah Primero, quien mandó tropas para contener las protestas que derribaron a gobiernos de países vecinos

El rol de Arabia Saudita en el control de la Península Árabe

Autor: Sebastian Saá

Desde febrero hay protestas callejeras en Arabia Saudí, las que fueron rápidamente reprimidas por el rey Abdallah Primero, quien mandó tropas para contener las protestas que derribaron a gobiernos de países vecinos. A diferencia de Libia, los países y medios occidentales callan para proteger a este gigante del petróleo y guardián  estratégico de la región.

Las llamadas “revoluciones árabes”, pese a que rodearon al gigante petrolero de la península arábiga, Arabia Saudita, no han logrado afectar al Reino de Abdallah Primero. Las protestas en Yemen, Omán y Bahréin, países fronterizos del principal productor de oro negro, no han logrado colarse a sus fronteras.

PROTESTAS ESPORÁDICAS Y ACALLADAS

Las resistencias contra el poder real empezaron a principios del año 2011, a lo que el rey respondió con un presupuesto de 37 mil millones de dólares dirigidos a aumentar los sueldos de funcionarios, promesas de construir viviendas, indemnizaciones a los desempleados y otras ofertas menores.

A pesar de dichos anuncios, las manifestaciones esporádicas prosiguieron. El viernes 4 de marzo, una centena de personas salieron a la calle en el petrolero Este chií, según indicó  el periódico francés Libération.

Los saudís provenientes de la minoría chií (el 10% del país) son quienes encabezaron la mayoría de estas protestas, denunciando su marginalización en un país liderado por la doctrina suniita del wahabismo.

Pero más que reivindicaciones religiosas y comunitarias, los manifestantes piden un sistema político distinto al que mantiene a la actual monarquía absoluta en el poder. La dinastía Al Saoud está instalada en el trono desde 1930.

También piden más derechos para las mujeres saudís y la liberación de presos incautados sin juicios, como la de Cheikh Toufic al-Aamer arrestado el 27 de febrero.

A raíces de esos acontecimientos, Abdallah Primero y su gobierno anunciaron el sábado 5 de marzo, la intención de manifestar en todo el país. El ministro de Interior precisó que “la legislación del Reino impide totalmente cualquier tipo de manifestación, protestas y sit-in”.

Pese a que el número de manifestantes es débil en comparación con las masivas protestas en Túnez, Libia o Egipto; es una cifra importante para un país tan rico como el de Arabia Saudí analiza Libération.

La convocatoria a protestar en el llamado ‘Día de la ira’, convocada para el 11 de marzo, fue abortada por los cordones policiales que impidiendo que los ciudadanos llegaran al palacio real.

La manifestación acabó con disparos de la policía sobre manifestantes en la ciudad de Al-Qatif según France Press. “Mientras se acababa la protesta en el centro de la ciudad, los soldados empezaron a disparar sobre los manifestantes, y tres de ellos fueron heridos”-contó un testigo a la agencia francesa.

EL GUARDIA ESTRATÉGICO DE LA REGIÓN

Primer exportador mundial de petróleo crudo, Arabia Saudita es también un aliado íntimo de Estados Unidos en materia de economía y asuntos militares.

“Nadie puede garantizar la estabilidad de Arabia Saudí en aquel período de confusión […] hay buenas razones de pensar que el país va seguir en el camino de las reformas pacíficas. A lo largo de la historia, el gobierno manejó cada ola de cambios, haciendo las reformas indispensables al mantenimiento del apoyo popular” -explicó Anthony Cordesman, analista del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales al diario Libération.

El país es, en efecto, miembro potente del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), agrupación creada en 1981 bajo las presiones sauditas y estadounidenses. El objetivo fue crear un mercado común e influir a nivel geopolítico, ante la fuerza que cobraba el Irak de Sadam Hussein.

El CCG abarca los países de Omán, Qatar, Kuwait, Bahréin, Emiratos Arabes Unidos y Arabia Saudita.

Bajo pretexto del CCG, Abdallah Primero envió  un millón de soldados al Bahréin para acallar las protestas que ocurren en el país vecino. El interés de Arabia Saudita es central en tal operación, ya que al proteger la monarquía vecina, Abddallah mantiene su propia posición.

Arabia Saudita así desempeña un papel central en la estabilidad de la región que no deja de enviar crudo a las potencias occidentales.

Si los EEUU llamaron a que se respecte la libertad de expresión frente a las reprimidas manifestaciones en Egipto y Libia, Obama no hizo otras declaraciones acerca del régimen de Abdallah Primero.

VIOLACIONES A LOS DERECHOS HUMANOS

La monarquía de Arabia Saudita ha sido cuestionada hace décadas por las violaciones a los derechos humanos, pero su posición alineada con EEUU y la Unión Europea hacen que las medidas que se tomen contra el país no vayan más allá de gestos simbólicos.

Un informe de Amnistia Internacional acusa que si antes del 2001, la cantidad de personas detenidas no era más que unos cuantos centenares, la guerra contra el terrorismo ha servido de excusa a la monarquía para practicar detenciones por motivos políticos.

Estadísticas del propio Ministerio del Interior reveladas en el 2007, reconocen que entre el 2003 y el 2004, las autoridades arrestaron a 9 mil personas, y que de ellas, 3 mil aún permanecen detenidas sin que se les haya sometido a un proceso. Algunas fuentes temen que, en realidad, su número es al menos el doble.

Como las cifras son difusas, hay que atenerse a las informaciones oficiales. Un comunicado del Ministerio de Justicia de julio del 2009 dice que 330 personas habían sido juzgadas por delitos de terrorismo y tuvieron condenas que oscilaban entre multas y la pena de muerte. No se dieron los nombres de las personas en cuestión ni información relacionada con los cargos formulados, como es costumbre en el país árabe.

Por Mélissa Quillier

El Ciudadano


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