No obstante están encarcelados los carabineros que cometieron los crímenes, para los hijos de los asesinados aún falta que respondan los altos mandos.
Con una Velatón Cultural que convocó a unas 700 personas, se conmemoró ayer martes el asesinato de los profesionales comunistas Manuel Guerrero, José Manuel Parada y Santiago Nattino, secuestrados y degollados el 29 de marzo de 1985, por agentes de la Dirección de Comunicaciones de Carabineros (Dicomcar), en plena dictadura militar.
Convocada por la organización Ciudad Elefante, donde participan los hijos de los asesinados, en conjunto con el Colectivo Babel, el Centro de Padres y Madres y el Coro del Colegio Latinocordillera, y el Centro de Estudiantes del Latino Puyehue, el acto, realizado en la esquina de calle El Vergel con avenida Los Leones, en la comuna de Providencia –lugar donde los profesionales fueron secuestrados- tuvo por objetivo “homenajear la vida comprometida” de los tres profesionales.
Música, poesía y testimonios de esperanza y optimismo fueron los principales ingredientes de un acto que se inició a eso de las 19:30 horas, y que, para Manuel Guerrero hijo –quien tenía 14 años cuando mataron a su padre- significa no sólo “denunciar sus crímenes”, sino que “celebrar la vida de activistas sociales, de militantes, por una sociedad más justa”.
Guerrero reconoce que la fecha del asesinato de su padre representa “un día muy doloroso”, tanto para sus familiares como para la sociedad. Si bien, reconoció ciertos avances en materia de derechos humanos en el país, aún falta, en su opinión, “un reconocimiento de los altos mandos del Ejército, de los civiles que estuvieron detrás de estas decisiones (…) y falta incorporar los derechos humanos como columna vertebral de nuestra sociedad”.
A su vez, el hijo del profesional asesinado, recordó que, en aquel mismo 29 de marzo de 1985, fueron asesinados los hermanos Vergara Toledo –crimen que dio origen en esa misma fecha al Día del Joven Combatiente- y que, por lo mismo, falta un “mea culpa” de quienes participaron en esas decisiones y no han sido condenados por la Justicia.
“Nosotros no nos representamos solamente en nuestras familias. También están los hermanos Vergara Toledo (…) y también hay muertes en democracia; aún falta mucho por avanzar, y es por eso que nos queremos inspirar en esas vidas comprometidas” -dijo Guerrero.
Además destacó la importancia de la alta concurrencia de jóvenes a la actividad, ya que para él “esa es la idea; traspasar el testimonio. Como en la posta que hacen los corredores, nuestras madres nos pasaron el testimonio a nosotros, y nosotros a nuestros hijos, para que la memoria perdure, y, sobre todo, para que el compromiso con la sociedad mejore”.
EL CRIMEN
Los profesionales Santiago Esteban Nattino Allende (pintor y partidario de la Asociación Gremial de Educadores de Chile, Agech), José Manuel Parada Maluenda (sociólogo, ex funcionario de la Vicaría de la Solidaridad) y Manuel Leonidas Guerrero Ceballos (profesor y dirigente de la Agech) fueron secuestrados el 29 de marzo de 1985 por agentes de la Dirección de Comunicaciones de Carabineros (Dicomcar).
Al día siguiente del secuestro, camino a Quilicura, y cerca del aeropuerto internacional Comodoro Arturo Merino Benítez, son encontrados degollados y con signos de tortura los cuerpos de los profesionales.
El llamado “Caso Degollados”, fue asignado al juez José Cánovas Robles por la Corte Suprema, quien tras cuatro meses de investigación, y tras la detención de varios oficiales de Carabineros, produjo la renuncia del entonces general y director general de Carabineros, César Mendoza Durán, miembro también, de la Junta Militar de Gobierno.
Finalmente, la Dicomcar fue disuelta y seis miembros del personal del servicio de Carabineros fueron condenados a presidio perpetuo por homicidio.
Por Christian Armaza Benavides
El Ciudadano
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