El exdictador del Chad Hissène Habré, conocido como el ‘Pinochet del Chad’, ha sido condenado a cadena perpetua por un tribunal especial de la Unión Africana, que lo acusó de crímenes contra la humanidad como ejecuciones sumarias, torturas, asesinatos, violaciones y esclavaje sexual, entre otras atrocidades.
La sentencia pone fin a más de 26 años de impunidad y un asilo dorado en Dakar (Senegal), donde logró refugiarse tras perder el poder en 1990.
La importancia de caso de Habré recae, por un lado, en que ha sido castigado con la máxima pena y, por el otro, que el juicio se desarrolló en territorio africano y por jueces africanos amparados en la justicia universal, en un momento en que muchos de los líderes del continente africano cuestionan la legalidad y facultades del Tribunal Penal Internacional.
El tribunal consideró que, siendo jefe del Estado, máximo jefe de las fuerzas armadas y de la guardia presidencial, Habré controlaba directa y personalmente el sistema de represión que creó él mismo y que causó miles de víctimas entre 1982 y 1990. El entonces dictador ordenó una guerra étnica y consiguió que sus fuerzas leales asesinaran a unas 40.000 personas, la mayoría de ellas de cultura árabe. Otras 200.000 fueron torturadas.
En 1990 fue derrocado por el actual presidente chadiano, Idriss Deby, quien llegó al poder al frente de una rebelión armada.
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