Karina Torres escribió esta hermosa y sentida crónica respecto de uno de los sucesos más lamentables que hemos visto esta última semana. No queda más que reproducirla para ustedes porque francamente estas situaciones nos conmueven a todos y es bueno que sigamos hablando del femicidio y de la violencia de género tanto como podamos.
Les dejo la crónica publicada en Upsocl y espero que les haga sentido.
Por las chicas argentinas asesinadas en Ecuador, y por todas nosotras
Artículo por Karina Torres
Noticias, dos muchachas viajeras, encontradas muertas, en bolsas y con traumas en todo el cuerpo. No puedo negar que sentí como todo el cuerpo me remecía, como volvía a sentir el pánico que sentí cuando me robaron fuera de mi país. Pasé por una de las experiencias más aterradoras de mi vida, en La Paz, lejos de mi familia, en busca de cosas lindas, encontré algo horrible, un “secuestro express” le dicen.
Tenía una semana viajando con una de mis mejores amigas, ya habíamos recorrido 4 ciudades entre Perú y la frontera con Bolivia, estábamos las dos, llenas de energía y emoción por conocer todos los maravillosos lugares que teníamos en mente, todo había salido a la perfección.
Llegamos a La Paz a las 10 de la noche, el bus no nos dejó en el terminal (a todos los pasajeros, el 99% extranjeros), sino en un simple paradero, estaba un poco oscuro, quisimos salir de ahí, nos subimos a un taxi. Avanzamos dos cuadras y se subió al asiento del copiloto un pseudo policía alegando que el taxista había cometido una infracción. El auto siguió andando, desconcertadas preguntamos qué pasaba. El “policía” -ahora compañero de viaje- cambió su versión y nos dijo que era un operativo debido a que últimamente estaban ingresando al país muchos billetes falsos y tenia que por tanto, revisar todas nuestras cosas. Desconcertadas y por la rapidez del momento lo único que hicimos fue cooperar. Revisó todo en aproximadamente 10 minutos. Por ciertos momentos la amiga con quien viajaba intentaba indagar un poco del por qué de la situación, y el “policía” atinaba a gritarnos y decirnos que colaboráramos sino nos esperaría la comisaría y nos tendrían que revisar todo las “policías” mujeres.
Bajamos las dos, en una calle desolada, oscura, bajaron nuestras mochilas y el taxista se fue. Así como si nada estuvimos en un país desconocido, en una calle desconocida, sin dinero ni nada para comunicarnos.
Nunca en mi vida me voy a olvidar de la cara de el “policía” drogado, gritándonos que colaboráramos, que sino nos esperaría algo peor. Fuimos sus rehenes, tenían absoluto control sobre nosotras, el auto andaba y sólo Dios sabe donde nos dejaron. Al escribir esto vuelvo a sentir el mismo pánico que sentimos al darnos cuenta de a lo que estuvimos expuestas.
Sí, soy consciente del peligro, pero también, de que no hice nada malo para merecerlo, que el simple hecho de que seamos dos mujeres viajando, no nos hace irresponsables. No nos hace responsables de la delincuencia, no nos hace culpables del asesinato. Yo no viajé sola, viajé acompañada, así como ellas lo hicieron, se acompañaron la una a la otra. Indigna, sorprende, decepciona, duele. Finalmente te conviertes en culpable de tu asesinato por querer crecer como persona, por tener ganas de conocer, por vivir.
Vivo en una sociedad en la que la mentalidad sorprende, el valor y el coraje que tienen las personas para juzgar, me pasó a mí, de pronto me convertí en cómplice de los ladrones al llegar a Lima. Llegué a pasar el juicio que ellos nunca pasaron. Existe entonces la compañía ideal para viajar (un hombre), la edad ideal para viajar. Qué locura es esta que vivimos, una mujer no puede viajar sola entonces, y qué cosa mas enriquecedora sería hacerlo.
Sola, te acompañas tú, te conoces, te recargas, pero lamentablemente es un lujo que hoy no podemos disfrutar, según nuestra sociedad. Toda esta gente que se cree autoridad para comentar y echar culpas a las víctimas son los verdaderos asesinos/as (increíblemente hay mujeres que lo respaldan), crean y alimentan estereotipos, su hijo es el fuerte, su hija la débil. ¿En qué maldito momento las mujeres nos convertimos en culpables de nuestros propios abusos?
¿QUIÉNES SON LOS QUE TIENEN QUE PARAR? ¿NOSOTRAS DE VIAJAR, DE VIVIR, DE CAMINAR POR LA CALLE?… ¿O ELLOS DE ABUSAR?
Por ustedes, tremendas valientes… María José Coni y Marina Menegazzo.