De la reclusión en aislamiento a la solidaridad de la huelga

El alcance nacional de la huelga carcelaria, con acciones en 40 o 50 prisiones a lo largo y ancho de Estados Unidos, es verdaderamente histórico, así como la solidaridad que se vio entre reclusos y guardias de Holman esta semana. Encerrados tras las rejas, privados de acceso a Internet e incluso al teléfono, impedidos de comunicarse fácilmente con los medios de comunicación, estos reclusos encabezan su propio movimiento, con la solidaridad de miles de personas desde afuera.

De la reclusión en aislamiento a la solidaridad de la huelga

Autor: Mauricio Becerra

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La organización de base, esa ardua tarea de construcción de un movimiento social, puede resultar extenuante. Con frecuencia, la remuneración es baja o inexistente y el éxito no está garantizado. Como dijo Martin Luther King Jr. “Démonos cuenta de que el arco del universo moral es amplio, pero se inclina hacia la justicia”. Aunque no se inclina solo. En este momento, en condiciones que podrían considerarse de las más represivas que existen en Estados Unidos, crece un movimiento nacional por los derechos de los reclusos. Estados Unidos alberga a menos del 5% de la población mundial y a casi el 25% de la población carcelaria del mundo. Este movimiento parte de una celda de reclusión en aislamiento de la Correccional Holman, ubicada en la zona rural de Atmore, Alabama.

Desde la prisión, un hombre llamado Kinetik Justice dijo en mayo a “Democracy Now!”: “Estas huelgas son el método que encontramos para cuestionar el encarcelamiento masivo. El sistema carcelario es la continuación del sistema esclavista». Justice estaba usando un teléfono celular de contrabando desde el interior de una celda de reclusión en aislamiento en Holman, donde se encontraba recluido como castigo por impulsar la organización de los prisioneros. Él y otros reclusos de Alabama iniciaron una huelga de diez días el 1º de mayo, Día Internacional de los Trabajadores, en el marco de la cual se negaron a participar en labores carcelarias. “La reforma y los cambios por los que luchamos en Alabama hemos intentado conseguirlos a través de la justicia. Hemos intentado ponernos en contacto con nuestros legisladores. Y no hemos logrado nada de esa manera. Consideramos que nuestro encarcelamiento tiene mucho que ver con nuestro trabajo y con el dinero que se genera a partir del sistema carcelario”.

Kinetik Justice es uno de los cofundadores del movimiento Free Alabama Movement (FAM, por sus siglas en inglés), que tiene por objetivo la organización de los reclusos contra los programas de trabajo carcelario en condiciones de explotación. A pesar de no tener acceso a Internet, tienen un sitio web donde se puede descargar un libro del cofundador de FAM Melvin Ray. En el libro, Ray describe las dificultades que enfrentan en el sistema carcelario de Alabama y la manera en que se están movilizando. Ray, que también se encuentra encarcelado, comienza el libro diciendo: “LIBERTAD… No se confundan… Esa es la tarea del movimiento Free Alabama Movement. En algún momento, nosotros (los reclusos) tenemos que llegar no solo al punto en que estemos hartos de las condiciones inhumanas e inconstitucionales en las que estamos recluidos, sino que además tenemos que llegar al punto en que estemos preparados, en que tengamos la voluntad y la capacidad de hacer algo al respecto. Ese ‘algo’ es una huelga a nivel estatal de la mano de obra gratuita, una manifestación de protesta no violenta y pacífica en defensa de los derechos civiles y los derechos humanos».

La medida de protesta fue más allá de la huelga del Día de los Trabajadores y pasó a ser de alcance nacional. El 9 de septiembre, reclusos de al menos 24 estados participaron de una huelga coordinada al conmemorarse el 45º aniversario del motín que tuvo lugar en 1971 en la tristemente célebre prisión de Attica en el estado de Nueva York. Los reclusos que actualmente llevan adelante la huelga se manifiestan contra la reclusión en aislamiento por períodos prolongados, la atención médica inadecuada, la superpoblación, las agresiones violentas y el trabajo en condiciones de esclavitud.

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El pastor Kenneth Glasgow, de Alabama, fundó la organización T.O.P.S., The Ordinary People Society o La Sociedad de la Gente Común, en español, para apoyar a los reclusos y exconvictos. Siendo él mismo ex-prisionero, nos dijo: “Los que están encarcelados reconocen el hecho de que la población pagó impuestos para su rehabilitación, para que reciban educación y capacitación a fin de reinsertarse en nuestra sociedad, porque el 98% de las personas encarceladas salen, y para que al salir sean capaces de ser ciudadanos productivos tienen que recibir esos conocimientos, educación y todo lo demás. Lo que consideran es que solamente se los alberga. Y los contribuyentes pagan entre 31.000 y 80.000 dólares por año, dependiendo del estado en el que se encuentran, para que los reclusos accedan a rehabilitación y educación que no están recibiendo. En cambio, lo único que se les brinda es la posibilidad de ser usados como mano de obra carcelaria gratuita”.

El pasado sábado por la noche, a la movilización de los reclusos de Holman se unieron aliados inesperados: los propios guardias de la prisión. Casi la totalidad de los guardias se negó a presentarse al inicio de su turno de doce horas. El 1º de septiembre pasado, el agente penitenciario de Alabama Kenneth Bettis, de 44 años de edad, fue apuñalado en Holman y murió dos semanas después. Al ser entrevistado nuevamente por “Democracy Now!” esta semana, Kinetic Justice explicó: “Hemos estado en comunicación entre ambos lados en las últimas semanas. En realidad, esta administración no tiene consideración por la vida humana. Y [los guardias] están empezando a ver que eso no afecta solo a los hombres que están recluidos aquí, sino que la violencia que generan en realidad llega a afectar también a los agentes. Y muchos de ellos están aterrados por lo que está pasando”.

El alcance nacional de la huelga carcelaria, con acciones en 40 o 50 prisiones a lo largo y ancho de Estados Unidos, es verdaderamente histórico, así como la solidaridad que se vio entre reclusos y guardias de Holman esta semana. Encerrados tras las rejas, privados de acceso a Internet e incluso al teléfono, impedidos de comunicarse fácilmente con los medios de comunicación, estos reclusos encabezan su propio movimiento, con la solidaridad de miles de personas desde afuera. “La esclavitud es difícil de exterminar en el sur”, escribe Melvin Ray en su libro. Aún así, con su activismo de base, estos reclusos están inclinando ese arco del universo moral un poco más hacia el lado de la justicia.

Amy Goodman y Denis Moynihan

Democracy Now!

* Traducción al español del texto en inglés: Fernanda Gerpe. Edición: María Eva Blotta.

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