El escándalo que ha producido la filtración a la prensa de la operación de programas de vigilancia cibernética que está utilizando la Agencia de Seguridad nacional de USA (NSA) parece estar recién empezando.Mientras el jefe de la cámara de representantes pidió que el ex contratista de la CIA que filtro la información sea extraditado y juzgado por atentar contra la seguridad nacional, más 50.000 personas firmaron en 48 horas una solicitud de clemencia para quien consideran un héroe.
La situación vivida por el primer mandatario boliviano Evo Morales cuando volvía de una cumbre realizada en Moscú y fue impedido de entrar en el espacio aéreo de Francia, Portugal y España para hacer una escala técnica por la sola sospecha de que Edward Snowden viajaba con él, demuestra como el tema está enfrentando a las naciones alineadas con USA y el resto del mundo.
Para el ex contratista el periplo recién comienza y su suerte es incierta. Está acusado de atentar contra su país pero él afirma haber actuado en defensa de principios y derechos constitucionales del pueblo norteamericano que están siendo violados por el gobierno.
Snowden, que también entrego información sobre el espionaje de USA a naciones del bloque europeo , afirmo que el gobierno de Obama lo persigue porque teme a una ciudadanía informada.Sobre los alcances de este conflicto y las dimensiones del ciber espionaje conversamos con el analista internacional Raúl Sohr.
Los documentos se relacionan con el uso de programas de espionaje telefónico y de correos electrónicos con los que se monitorean las comunicaciones privadas. Hablamos de una vigilancia masiva hecha con tecnología de punta que podría caracterizarse con la figura orwelliana del “gran hermano” ya que dota al estado de un conocimiento amplio de los intercambios y de las comunicaciones del conjunto de la población.
Los datos filtrados por John Snowden vienen a confirmar la sospecha de que los gobiernos vigilan a sus ciudadanos usando las redes virtuales y lo hacen a escala global.
Lo que hasta hoy era una teoría conspirativa se convierte en una política de espionaje de los estados contra los ciudadanos reconocida como tal. La situación tiene al menos 2 aristas: la primera se relaciona con el conflicto seguridad /privacidad y con la entrega de prerrogativas al estado para vulnerar de manera permanente derechos constitucionales como parte del trabajo de inteligencia. La segunda se relación con el rol de las compañías de comunicaciones.
Las denuncias dejan de manifiesto que los gigantes de internet estarían entregando información sobre sus usuarios sin que existan procesos judiciales en desarrollo. Según los datos publicados por el diario británico The Guardian la Cia Verizon entrega a diario a la Agencia de Seguridad Nacional los registros de llamadas telefónicas de millones de ciudadanos estadounidenses y extranjeros. Y otros gigantes de Internet, como Microsoft, Yahoo, Facebook, Google, Skype y Apple habrían facilitado a la NSA y al FBI acceso a los datos de sus usuarios. Esto constituye entre otras cosas violación de términos de contrato.
Sin embargo como señala Sohr, puestos frente a la disyuntiva «seguridad/privacidad» los ciudadanos entregan las prerrogativas de intervención a las autoridades sin considerar que a la larga este tipo de atribuciones siempre terminan limitando libertades básicas como el derecho a la opinión o asociación.
El desarrollo de este tipo de políticas se vincula a la amplitud con que el gobierno y los poderes del estado norteamericanos han definido lo que representa el enemigo terrorista. La definición es tan laxa que no encuentran problema en poner programas de seguridad como el denunciado en contradicción con principios constitucionales, que consustanciales a las libertades públicas que ha sustentado el modelo de vida de los estadounidenses.
A esa amenaza dice haber reaccionado Edward Snowden, quien hizo real un rumor que circulaba desde el 2001 y ahora deambula por el mundo perseguido por los servicios de seguridad para los que trabajo. Parece otro guión de una película de Hollywood pero es un conflicto político que recién comienza y cuyas dimensiones son difíciles de calcular.
Por Rosario Puga