Durante una protesta que tuvo lugar en La Moneda este miércoles, un mayor de Carabineros recibió una pedrada que lo tumbó, debiendo ser auxiliado en primera instancia por la Intendencia de la Región Metropolitana, Karla Rubilar, quien se encontraba en el lugar.
La noticia se propagó a través de los medios de comunicación -siempre centrada en el uniformado como víctima de una agresión que lo dejó internado de urgencia en el Hospital de Carabineros-, pero también significó que el enterarse del nombre del policía de la 40° Comisaría de Fuerzas Especiales -Claudio Fernando Crespo Guzmán– hiciera recordar a muchos su funesto paso por la ciudad de Valparaíso durante los años 2011 y 2012, en el contexto de las movilizaciones estudiantiles.
Para quienes vivieron la violencia policial en la ciudad puerto durante ese período el nombre de Claudio Crespo está ineludiblemente vinculada a ella. Como capitán de la 7a Comisaría de Fuerzas Especiales de Valparaíso y encargado de uno de los piquetes que se encargaban de la labor represiva en las manifestaciones estudiantiles, por su actuar Crespo se ganó la fama de ser un oficial extremadamente agresivo.
Rens Veninga, fotógrafa que cubrió las marchas estudiantiles para el medio de comunicación Ciudad Invisible durante ese período, recuerda de la siguiente manera el actuar de Crespo. «La lacrimógena y la represión policial se hicieron parte de un cotidiano. Entre ellas, sobresalía la figura del capitán Claudio Crespo, cuya altura e implacabilidad lo hacían inconfundible: sujeto corpulento, con casi dos metros de altura solía ejercer su poder contra menudas y menudos adolescentes de los liceos municipales, mal alimentados por la Junaeb».
La fotógrafa añade respecto a Crespo que éste «no era el sujeto que ‘cumplía con su deber’; él gozaba maltratando, oprimiendo y demostrando poder ante quien se interpusiera en su camino. Actuaba bien por su cuenta, a veces sólo, otras veces fustigando al piquete. Recuerdo que solía llegar conduciendo descontroladamente el zorrillo -arrasando todo a su paso- e instalarse a más de una cuadra de su objetivo; descendía y apoyaba su ‘escopeta’ sobre el techo de la máquina para lanzar lacrimógenas sobre su objetivo».
Aníbal Vivaceta participó igualmente en esos años en las movilizaciones, tanto en su calidad de integrante del medio de fotoperiodismo Huella Digital, como en la de profesional de la salud colaborador de organizaciones de Derechos Humanos que se ocupaban de monitorear y asistir a las víctimas de la represión. «Crespo torturaba sistemáticamente menores de edad en su zorrillo. Lo digo habiendo atendido como médico a muchas de sus víctimas a través de la Comisión Ética Contra la Tortura», sostiene al recordar al temido capitán de Fuerzas Especiales.
Vivaceta entrega un testimonio simplemente escalofriante, un «aprendizaje» -ironiza- que ni siquiera obtuvo en la escuela de Medicina. «Con Crespo y su piquete aprendí que cuando a ti te patean en partes duras -la frente, las costillas- alguien que tiene los zapatos lustrados, te queda como una sombra, una lesión muy típica, un moretón, pero además como un teñido en la piel por el betún del zapato. Entonces, viendo a sus víctimas, aprendí a reconocer cuándo a alguien lo habían pateado en la cabeza, en las costillas, porque se le notaban las ‘impresiones’ del betún de los zapatos de los pacos», narra.
También los hinchas de Wanderers
Sin embargo, no solo quienes participaron de una u otra forma del Movimiento Estudiantil en Valparaíso tienen algo que decir sobre Crespo. El Movimiento Quince de Agosto, organización política de socios e hinchas del equipo Wanderers de Valparaíso, publicó igualmente una declaración en su Facebook luego de enterarse de la «reaparición» del policía, recordándolo como «el principal agente represor tanto de movilizaciones sociales (particularmente estudiantiles) como también de los hinchas de Santiago Wanderers».
En su escrito los seguidores del club deportivo lo sindican como «responsable -entre otras cosas- de haberle propinado una golpiza a un niño de 9 años en un partido entre Santiago Wanderers y Ñublense de Chillán en Playa Ancha».
Lo recuerdan, además, como el funcionario de Fuerzas Especiales a cargo de un polémico operativo realizado en julio de 2012 en el popular Bar Roma de Playa Ancha, en donde en medio de incidentes entre hinchas del «decano» y FFEE, estos últimos hicieron ingreso al lugar «golpeando indiscriminadamente a ancianos, mujeres (incluyendo compañeras embarazadas) y niños». Un recordado hecho que, según informó entonces Cecilia Gutiérrez, dueña del local, generó destrozos avaluados en alrededor de un millón de pesos.