El saqueo de los ‘países civilizados’ al patrimonio de otras culturas

Del saber de los mayas se conservan pocos códices

El saqueo de los ‘países civilizados’ al patrimonio de otras culturas

Autor: Mauricio Becerra

Del saber de los mayas se conservan pocos códices. Ninguno está hoy en territorio mexicano. El Códice Dresdensis, hoy en la Biblioteca Estatal de Sajonia, Dresden, fue saqueado de la región de Chichén Itzá; el Códice Pereziano, que data del siglo XIII, está en la Biblioteca Nacional de París; el Códice Tro-cortesiano, originario de la península del Yucatán figura en el inventario del Museo de América de Madrid; y el penacho de Moctezuma, último emperador azteca a la llegada de Cortés a México, está junto a un collar de plumas de quetzal, oro y piedras preciosas en el Museo Etnológico de Viena. La lista de tesoros de nuestras culturas secuestrados en museos y colecciones privadas de países del centro capitalista es larga, así como también la demanda por la restitución de dichas piezas a sus culturas originales.

A fines del 2010 volvió a Chile el Pelagornis chilensis, considerada el ave más grande del mundo. No voló como lo hacía hace unos 6,8 millones de años, cuando surcaba el cielo del Pacífico. Lo hizo embalado en una caja desde Frankfurt, donde había llegado transportado por huaqueros.

Sus huesos de entre 5,20 y 6,10 metros de longitud fueron hallados en El Morro, en las proximidades de Bahía Inglesa, donde han llegado a morir desde hace millones de años atrás especies marinas, aves y hasta mamíferos que hoy están extintos. El sitio es conocido por huaqueros, quienes al identificar que se trataba de unos huesos con gran valor paleontológico los vendieron a un coleccionista privado en una feria en Europa, quien a su vez lo vendió al Museo Senckenberg en 35.000 euros.

El valor de este esqueleto es excepcional para los científicos nacionales. Se trata de un ave dentada cuyo diámetro comprueba que hubo especies que alcanzaron los 5,2 metros de envergadura. El fósil esta intacto en un 70%, pese a que su especie se exterminó hace aproximadamente unos 2 millones de años. Hasta ahora sólo se habían encontrado fragmentos menores.

De no ser porque el museo alemán decidió donar el esqueleto al Museo de Historia Natural, otra pieza más de incalculable valor se hubiese perdido en el permanente tráfico de bienes culturales desde América Latina a museos, universidades o colecciones privadas de Europa y EEUU, efectuada ayer por saqueo conquistador y hoy por la acción incesante de huaqueros.

“Este caso nos muestra por una parte que también los fósiles son sacados ilegalmente del país, en donde hay un gran mercado para la adquisición de estos ejemplares, ya sea en Europa y Estados Unidos”- advierte Lina Nagel, del Centro de Documentación de Bienes Patrimoniales de la DIBAM.

Esqueleto del Pelagornius chilensis

Se sabe que el huaqueo se vale de las rutas destinadas al tráfico de drogas y se liga a estos traficantes al convertir las piezas arqueológicas en moneda intercambiable en el mercado negro. Las piezas de arte indígena o restos fósiles reemplazan a los dólares y se mantienen en adornando salones esperando un buen precio.

Así pasó con el esqueleto del Milodón; cerca de 4 mil piezas desenterradas en Machu Picchu que hoy son parte de una disputa entre el Estado peruano; la mayoría de los códices aztecas y la totalidad de los códices mayas.

 

UN DIAMANTE INDIO Y EL MUSEO BRITÁNICO

Hace poco el Museo Británico invitó al historiador venezolano Fernando Báez a dar una ponencia sobre la destrucción cultural de Irak producto de la invasión de EEUU el 2003. Su experiencia en el tema patrimonial está avalada con sus libros ‘Historia universal de la destrucción de libros’ y ‘La destrucción cultural de Irak’, el que le significó ser declarado persona non grata por la administración de G. W. Bush. Báez declinó la invitación respondiendo que “es una gran sorna que acusen a EEUU de haber hecho una destrucción cultural y se den el lujo de tener bienes como los frisos del Partenón y miles de piezas egipcias, arte persa, de gran importancia de lo que fue la antigua Anatolia; en el Museo Británico sin ánimo de devolverlas”.

El hecho coincidió con la polémica respuesta dada por el primer ministro ingles David Cameron a mediados del 2010, quien dijo en la televisión india que el diamante Koh-i-noor, sacado de la India hace 161 años y hoy en manos de la corona británica, no será devuelto.

El argumento de Inglaterra es que en 1849 un maharajá se lo regaló a la reina Victoria. Haya sido un regalo voluntario o no, lo cierto es que por el Koh-i-noor (‘montaña de luz’ en iraní antiguo) ha pasado la historia de la India desde que fue extraído hace ya 5 mil años. Fue herencia de la dinastía Mongol, por más de un siglo condecoró el Trono del pavo real y acompañó al trono en fuga luego de la invasión persa de 1738.

Códice TroCortesiano

Cameron consideró inoportuna la petición de devolver la joya ya que “crearía un precedente enojoso”. Luego agregó que “Habitualmente en casos similares resulta así que siempre y cuando que respondas ‘sí’ a uno, en un buen día el Museo Británico se quedará sin nada”.

A juicio de Báez “la respuesta de Cameron es la respuesta general de Occidente al resto del mundo a cualquier pregunta que tenga que ver con la devolución de los bienes culturales saqueados. Si hoy hacemos un paseo por cualquiera de los principales museos europeos, se encontrará con que su prestigio se labró a través del saqueo efectuado a lo largo del siglo XIX y principios del siglo XX, por medio de una arqueología destructiva, basada en el sensacionalismo”.

 

EL ESQUELETO Y LOS CÓDICES

Del animal más grande que se ha datado en territorio de Chile sólo queda una réplica en la llamada cueva del Milodón. Un ovejero, que nadie recuerda su nombre, Ernesto Von Heinz y Hermann Eberhard llegaron a ella en 1885 y abrieron una caja de pandora a medida que sacaban huesos y llegaban más naturalistas buscando al Yeti de la imaginería decimonónica.

Un capitán náufrago, Charley Milward, que se instaló en Última Esperanza aprovechó la ocasión para dinamitar la cueva, desenterrar grandes trozos de piel y pilas de huesos del Milodón y enviarlos al Museo Británico, luego de un buen regateo. Recibió 400 libras esterlinas. Hoy cualquier chileno que desee conocer dichos restos debe ir a Londres y pagar la entrada al museo.

Detalle del Codex Borbonicus

“Ellos sienten que tienen más derecho a tener ese patrimonio porque están obteniendo dividendos con ellos. Cualquier latinoamericano que quiera estudiar su propia cultura tiene que obtener una beca del más alto nivel y gastar un dineral para ir de museo en museo registrando esas piezas”- comenta Báez, quien en su reciente libro, ‘El saqueo cultural de América Latina’, detalla el paradero de los códices aztecas que se salvaron de la hoguera de la Inquisición: la mayoría están en museos de EEUU o Europa.

Del saber de los mayas, sólo se conservan pocos códices. Ninguno está hoy en territorio mexicano. El Códice Dresdensis, hoy en la Biblioteca Estatal de Sajonia, Dresden y saqueado de la región de Chichén Itzá. Dicho códice muestra los ciclos del planeta Venus y estuvo a punto de ser destruido cuando la ciudad fue bombardeada en 1944.

El Códice Pereziano, que data del siglo XIII, hoy está en la Biblioteca Nacional de París; y el Códice Tro-cortesiano, originario de la península del Yucatán y que contiene la visión astronómica y cálculos temporales mayas, figura en el inventario del Museo de América de Madrid.

La experiencia de Báez en el tema lo hace concluir que “cualquier arqueólogo de los países europeos te habla de cualquier tema, pero cuando le tocas el de la devolución de los bienes culturales saqueados, de inmediato va a decir que es una pregunta inoportuna.

Hay un programa mental en los estudios anglosajones y europeos. Es una respuesta automática y muy cómoda, pese a que tenemos ya unos 200 años hablando de estos temas”.

Y la lista sigue: El penacho de Moctezuma, último emperador azteca a la llegada de Cortés a México, está junto a un collar de plumas de quetzal, oro y piedras preciosas en el Museo Etnológico de Viena. Báez agrega que “estos bienes culturales son ostentados como trofeos de guerra y ninguno de esos museos tiene la voluntad de devolverlos, ya que eso supondría admitir que están basados en el robo. No hubo préstamo ni obsequio alguno, sino que deberían admitir que sus colecciones fueron fruto del robo”.

Penacho de Moctezuma

Así pasó con los códices aztecas: Los códices Bécker I y Vindobonensis Mexicanus 1, saqueado por Hernán Cortés y enviado a Carlos V, está en la Biblioteca Nacional de Viena; el Códice códice Zouche-Nuttall, que registró a las dinastías de Teozacualco, Culipan y Tilantongo y elaborado por los artesanos mixtecos, está en el Museo de Humanidades de Londres; el Códice Ciuacóatl (también llamado Códice Borbónico) está en la Biblioteca del Palacio de Bourbon en Francia; o el Códice Tudela, que data del siglo XVI, lo tiene el Museo de América de Madrid.

Otra valiosa colección, llamada el Grupo Borgia, que data del periodo Post-clásico tardío (entre el 1200 al 1300) están en la Biblioteca Apostólica del Vaticano. Pese al valor incunable de estas piezas para la historia de México, los pedidos de devolución de su gobierno han sido inútiles.

La Biblioteca Nacional de París, por su parte, tiene Los Anales de Tlatelolco, compuesto en 1528 siendo una tentativa de los sabios náhuatl en el uso del alfabeto latino para transmitir la experiencia de conquista que sufrían y una decena de códices aztecas como el Xolotl, el Tlotzin o el Ixtlilxóchitl.

 

EL SILENCIOSO HUAQUEO

La mayoría de estas piezas llegaron a Europa luego del saqueo de siglos pasados. Pero si la expoliación de patrimonio cultural fue ostentosa, hoy el huaqueo, práctica silenciosa, clandestina y mucho más difícil de detectar, es la que se encarga de engrosar las colecciones de museos y casas particulares en los países ricos.

Nagel sostiene que “el daño es enorme ya que el huaquero rompe todas las evidencias científicas del sitio arqueológico, evidencias que son irreproducibles. Ellos sacan de estos sitios solamente los objetos comerciables”. Daniel Schavelzon, arquitecto y arqueólogo argentino dedicado al tema de la conservación, añade que “un sitio huaqueado se acabó para la ciencia, no hay marcha atrás”.

Detalle del códice Vindobonensis

Schavelzon detalla la paradoja trasandina que pasó de ser un país donde casi no había tráfico arqueológico o era muy reducido por su escaso valor en el mercado internacional a que éste aumentara luego de la legislación patrimonial de 2003. Comenta que se produjo “un efecto rebote que aumentó de manera insólita los precios por ser más difícil el acceso a los objetos. Ahora los objetos de culturas antiguas sí son apetecibles por el mercado internacional, lo que incrementó mucho el saqueo en todo el país. Ahora, que tenemos una ley de arqueología, se aumentó la destrucción”.

Ser huaquero además se transformó en una ocupación. Esto según Báez “ha contribuido a desmantelar los principios de convivencia dentro de algunas comunidades, ya que se volvió una tradición. El abuelo lo hizo, luego el padre y ahora el hijo por unos dólares han estado vendiendo la memoria de su país”.

Pese al daño ocasionado al patrimonio nacional, la ilegalidad del huaqueo hace difícil hacer una estimación. A la situación se suma la no existencia de inventarios de los bienes culturales en la mayoría de los países latinoamericanos contribuye a la pérdida de piezas de gran valor.

En Chile El CDBP asesora a los museos en el eficiente inventario y documentación de sus colecciones. Nagel cuenta que “el registro de los objetos, además de permitir a los museos controlar sus colecciones y saber exactamente que tienen, ayuda a la protección de los bienes patrimoniales ante un robo. La ficha de un objeto patrimonial con una información textual y visual, permite a la policía la búsqueda del objeto en forma directa”.

Una de las tantas piezas incas que mantiene la Universidad de Yale

El arqueólogo argentino acusa que en su país “no existe una cuantificación ni en cantidad de sitios, ni de objetos ni de dinero transado respecto de bienes patrimoniales. Al haberse transformado en un mercado negro, todo es más complejo. Y el que no exista es muy grave, pero son las instituciones de la arqueología las que deberían llevar esas estadísticas año a año”.

Compara la situación con Guatemala, donde desde hace 20 años hay listas de sitios mayas con sus planos y la ubicación de cada pozo de saqueo. “Muchos países, incluso Argentina tenía evaluaciones de salida de objetos y su valor año a año, pero desde que el Estado nacional monopolizó todo, se acabó, nadie lo hace. Hoy no se elabora pensamiento crítico sobre el tema, es como si las leyes cerraran los problemas”.

Los investigadores coinciden en que la salida es educar a la población sobre la importancia del patrimonio. Báez propone la formación de los agentes de Aduana y policía para reconocer piezas auténticas de artesanales, una “política legislativa más completa para la definición de bienes culturales, tanto materiales como inmateriales y una interacción más eficiente que detenga los flujos de los bienes culturales, que ataque no sólo a los huaqueros, sino a las fuentes del mercado negro que pagan altas cifras por una pieza inca”.

Respecto de la devolución de los bienes, Báez recomienda que “la reacción debe ser de insistencia, de no bajar la guardia y buscar compromisos legislativos a niveles supra nacionales que permitan que esos bienes sean devueltos”.

 

Por Mauricio Becerra R.

@kalidoscop

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