El pasado esclavista de España está comenzando a ser un tema de debate social después de más de un siglo de olvido y en medio de un casi total desconocimiento histórico de la población sobre esta materia.
Durante las últimas semanas en Cataluña se ha reabierto la herida después de que la televisión pública emitiera el documental ‘Negreros, la Cataluña esclavista’, describe la periodista Nuria López en RT.
El debate llegó incluso al Parlamento regional, donde la diputada socialista Beatriz Silva afirmó que «rescatar la memoria histórica es crucial» para brindar «la posibilidad de que las voces que han permanecido calladas puedan ser oídas» y haya «cierta reparación al reconocer las culpas».
La diputada se mostró sorprendida de que el algunos sectores de la sociedad catalana «se critique esto», «porque mantener silencio frente a hechos del pasado que nos causan vergüenza impiden que como sociedad asumamos responsabilidades».
El esclavismo en España y la industrialización
Diversos estudios han demostrado que muchas de las grandes fortunas catalanas del siglo XX provienen del tráfico y comercio de esclavos, o del empleo de mano de obra esclava en grandes plantaciones, sobre todo a partir de 1807, cuando los británicos abolieron la esclavitud.
Algunas de esas fortunas son las del mecenas del reconocido arquitecto Antonio Gaudí, Eusebi Güell, que le dio nombre a varias de sus obras más características en la capital catalana, o la de Antonio López, proveniente de otra región española, Cantabria, pero instalado en Barcelona gran parte de su vida.
La mayoría de esas fortunas tuvieron su origen en plantaciones en la isla de Cuba, bajo la soberanía española hasta 1898. La explotación del tabaco, del algodón y, sobre todo, del azúcar a través de mano de obra esclava está detrás del enriquecimiento de muchos a los que se conoció como ‘indianos’, hombres que partieron al continente americano y que volvieron enriquecidos.
El rastro de los ‘indianos’ se sigue en gran parte de la geografía de España, sobre todo en el norte, observando grandes mansiones de arquitectura colonial que construyeron en su día, haciendo ostentación de su riqueza, y que aún hoy se diseminan por el país.
El pasado colonial era más o menos conocido para la sociedad española, sin embargo, el origen del crecimiento de comerciantes que se basó en la esclavitud es algo mayoritariamente desconocido, pues no ha formado parte del debate público en el último siglo. Es algo que en el imaginario colectivo simplemente no pasó.
Lo que el documental sostiene es que entre 1817 y 1867 los catalanes estuvieron vinculados en el traslado de alrededor de 700.000 esclavos desde África occidental al Caribe, consiguiendo unos beneficios que estuvieron detrás de buena parte de la industrialización de Cataluña durante el siglo XIX.
España: la última gran potencia en abolir la esclavitud
España abolió la esclavitud en 1837, pero no lo haría en Cuba, último reducto del gran Imperio español junto con Puerto Rico, hasta 1886, tan solo dos años antes que Brasil.
Si bien prácticas esclavistas continuaron dándose en lugares de África y Oriente próximo, España se convirtió en la última potencia occidental en abolir la esclavitud.
Sin embargo, los últimos estudios publicados sostienen que se trató de una abolición que no se terminó de llevar a la práctica, puesto que el comercio clandestino habría continuado durante varias décadas más.
Casi dos siglos después han comenzado a alzarse las voces para que el país afronte su pasado colonial y esclavista. Así, en marzo de 2018, ya bajo la alcaldía de Ada Colau, el Ayuntamiento Barcelona retiró la estatua del empresario naviero Antonio López y López, primer marqués de Comillas, por su pasado esclavista.
En Cataluña fue un acto celebrado, aunque también encontró críticas. Quienes festejaron la retirada del monumento aluden a que tuvo un gran papel de intermediación en el tráfico de esclavos, a pesar de que la actividad ya había sido prohibida. Los críticos alaban su labor filantrópica, el impulso a la industrialización de Cataluña y sostienen que el comercio con esclavos era una práctica extendida en la época.
Muy diferente es la percepción en su ciudad natal, Comillas, en la región de Cantabria, donde los intentos de retirar otra estatua que homenajea a Antonio López se han enfrentado con una gran oposición ciudadana y política. El presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, no solo se opuso a retirar la figura, sino que se ofreció a acoger la que había sido retirada de Barcelona.
Las causas del olvido
Se cree que una de las causas de que este tema no se haya encontrado en el espacio público español durante décadas es que no existe en la Península una población descendiente de esclavos negros africanos, a diferencia de lo que sucede en otros países que en los últimos años, al calor de movimientos como Black Lives Matter, han afrontado sus responsabilidades.
Así, en países como Holanda o Francia, la población afrodescendiente tiene cierto peso y la sociedad civil habría empujado para que se tomen medidas vinculadas con la memoria histórica por parte de los políticos.
Además, en el caso del sur de España, la mayoría de los esclavos procedían del Imperio turco o del norte de África, cuyos descendientes se integraron en la población sin dejar huellas visibles.
También, a diferencia de Inglaterra o Francia, la trata y la esclavización no se dio solo en el mundo colonial, sino que en España, al igual que en Portugal, también fue practicada en el suelo de la metrópoli, si bien de manera bastante marginal.
De modo que en un país que aún tiene problemas para lidiar con la memoria del franquismo y donde exhumar a las víctimas de las dictaduras que yacen en cunetas o fosas comunes ha sido una lucha de décadas, afrontar un pasado esclavista de tal envergadura es una ardua tarea.
Un negocio lucrativo
Se estima que en el siglo XIX cada esclavo se vendía por entre 2.600 y 10.000 dólares a precios actuales y que en cada viaje hasta el Caribe se trasportaban alrededor de 1.000 esclavos.
Según un censo elaborado en 1871, cuando se preparaba la legislación para la total abolición de la esclavitud en la isla, en Cuba había 287.626 esclavos, dentro de una población que apenas llegaba al millón y medio de habitantes. Además, se calcula que había alrededor de 70.000 esclavos no inscritos en ese censo.
Ahora, con las cifras que representan la tragedia sobre la mesa, el debate sobre qué hacer con este pasado, que lleva varios años intentando abrirse paso, como demuestra que un canal de televisión pública emitiera un documental sobre esta temática, se centra en qué se debe hacer para cerrar este capítulo de manera adecuada.
En Cataluña, al igual que en otras regiones de España y también a nivel nacional, se está desarrollando un plan de acción contra el racismo. Así, no se habla de reparaciones económicas a unas personas que hace demasiados años que fallecieron, sino de cambiar las estructuras y transformar la sociedad, eliminando el racismo.
Otras naciones van por delante de España en este sentido, aunque también han estado envueltas en la polémica. Por ejemplo, en el Reino Unido hace cinco años vivieron un gran escándalo cuando se descubrió que al abolir la esclavitud en 1833 se pagó una indemnización a los dueños de esclavos que no se terminó de abonar hasta 2015. Lo que en la práctica suponía que los descendientes de los esclavos estuvieron pagando vía impuestos a quienes esclavizaron a sus antepasados, quienes no recibieron ninguna indemnización.
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