«Todos los días cuando me miro al espejo veo a un asesino en serie. Veo a un asesino en serie, y sí, a veces eso resulta insoportable», cuenta un exverdugo de Carolina del Sur, Terry Bracey, cuya historia, junto con la de su compañero Craig Baxley, ha sido relatada en la película de Patty Dillons ‘There will be no stay’ (‘Sin indulto’), creada por Producciones Through a Glass.
Terry describe la primera ejecución en la que participó: «Sabía que tenía que ser un profesional. Sabía que tenía un trabajo que hacer». «Hubo muchas veces en las que nuestras miradas se cruzaron con las del reo e indudablemente mis ojos fueron los últimos que vieron en su vida», recuerda el exfuncionario de prisiones. «Desde el primer día me sentí diferente, desde la primera vez», cuenta Craig.
Actualmente, la inyección letal es el principal método de ejecución en EE.UU., y se ha aplicado ya en al menos 1204 casos. Contestando a la pregunta de si como verdugos son responsables de retirar el cuerpo, Terry contesta: «No. Mi trabajo termina cuando está muerto».
Terry y Craig dimitieron del Departamento de prisiones en 2008, pero siguen recibiendo ayuda psiquiátrica. «Es una dura lucha, y hay veces que doy un paso adelante y casi dos hacia atrás», cuenta Terry. «Lo que me preocupa es pensar que dentro de mí sigue viviendo ese monstruo», confiesa. «Mi vida ha cambiado por completo», relata por su parte Craig. «El sistema no puede saber a ciencia cierta quién es culpable y quién es inocente. Se lo he dicho a mis hijos, se lo he dicho a mi mujer, pero ni siquiera se figuran cómo me hace sentir eso», añade.
El doctor Ault, exalcaide de Georgia, que supervisó varias ejecuciones mediante la silla eléctrica, en las que tuvo que dar la señal para comenzar la ejecución, también ha compartido su experiencia en la película. «Me volví a Brad, el electricista que estaba detrás de mí, y le dije: «Brad, es el momento». Brad bajó la palanca y en ese momento te das cuenta de que sencillamente acabas de matar a un ser humano», relata.
«Me entrenaron para matar a gente en el Ejército. Combatí en Corea. Pero esto es diferente», confiesa Ault. «Para mí suena bastante hipócrita decir que matando gente vamos a enseñar a otra gente a no matar a otros», reflexiona Ault. «¿Dónde está la lógica?», pregunta.