Dolor y asombro me produjo la entrevista en El Mercurio a Monseñor Sergio Valech, quien expresa del ex Fiscal Militar Fernando Torres Silva,” Lo veo como una persona entregada por completo a su servicio.
Tiene carácter, voluntad y mucha rectitud. Él es un buen hombre; se va a ir al cielo…” pensé que en el ocaso de la vida de Monseñor, su duro carácter, dio paso a la ironía y humor negro. Pero no, durante el desarrollo de la entrevista el prelado fue desgranando su sentir en aquellos temas que un día defendió con ahínco, y que hoy deja atrás invitando a mirar al futuro y dar vuelta la página.
La entrevista “blanqueadora” es parte de la campaña para instalar impunidad en Derechos Humanos.
Primero el Arzobispo Bernardino Piñera, es entrevistado en el mismo Mercurio dando visión idílica de su sobrino Sebastián, diciendo, es tiempo de dejar atrás el pasado. Luego Chomalí – Obispo Auxiliar de Santiago- expresa molestia con un medio de comunicación, sostiene que ataca a la iglesia, porque informa del actuar de algunos obispos. Le sigue Don Orozimbo y el Opús Dei Obispo de San Bernardo González Errázuriz, que bajándose del avión amenaza a quien discuta temas que la iglesia ha censurado.
Si lo anterior no forma parte de una bien montada campaña en busca de impunidad ¿entonces, que es?
Dice Valech que Torres Silva, jamás le ha pedido perdón por su actuar y agrega, pero me reconcilie con él. Olvida el Obispo que el ex Fiscal cometió pecados graves, de connotación social, donde personas fueron torturadas, relegadas, detenidas en recintos clandestinos, ,asesinadas todo realizado por orden de este santo canonizado por Valech que le da el pase al cielo. O sea desde ahora no hay que pedir perdón, ni reparar el daño causado. La reconciliación se da en forma automática.
Alguien puede entender el siguiente comentario del Obispo” Cuando el actuó como actuó, lo hizo porque tenia que hacerlo” Nada que decir.
Es cierto que no es la voz oficial de la Iglesia quien habla, pero no podemos olvidar que es Obispo de la misma, con un pasado en la búsqueda de verdad y justicia en comisiones, e inclusive una de estas lleva su apellido. ¿Cómo confiar en un Obispo, que sin exigir nada, entrega el perdón, que no exige del pecador ni un solo gesto que muestre arrepentimiento o repare – en lo posible- tanto dolor.
Me avergüenzo de mi pastor. Y porque soy católico le exijo a Valech que cuide sus palabras que son una brutal ofensa a miles de chilenos que sufrieron con las medidas y decretos aplicados por el ex fiscal Torres.
En cuanto a la santidad, parece que es un recurso utilizado por la jerarquía, para premiar a ciertos personajillos como Escrivá de Balaguer, que desde el fanatismo Opús Deí extendió su mensaje conservador lejano del Evangelio.
En estos tiempos, las entrevistas a personajes eclesiales, clamando por la paz social, abre las sospechas que las manos vaticanas están detrás esta operación de blanqueo de imagen, de criminales que jamás se han arrepentido del daño causado. Por el contrario, han tratado con todos sus recursos entorpecer la labor de la justicia. Torres Silva fue experto en adiestrar a inculpados en distraer con mentiras la labor de los tribunales. No es gratis que El Mercurio entregue páginas a estos entrevistados.
Es invertir en la impunidad, que beneficia al decano.
La Jerarquía por medio del Obispo Chomalí expresa que los católicos no cumplen con su deber de pagar el uno por ciento. Yo no doy un peso, si leo y escucho como algunos jerarcas prestan su voz para dar tratar de cambiar la historia, dejando a los victimarios como victimas.
Mi fe es en Jesús, en el resucitado. Señor de verdad y libertad. El Obispo Sergio Valech con su defensa y gritando a medio mundo que se reconcilio con Torres Silva, solo deja claro que conoció las violaciones a los derechos humanos, pero jamás las sintió suyas. Donde se tiene los pies se tiene el corazón. Y el Obispo tiene los pies al amparo de su gran fortuna, y de amigos poderosos, que como Carlos Larraín no dan señales de humanidad, ante el dolor de tantos y tantas que fueron victimas de la dictadura.
Por Carlos Ernesto Sánchez
Movimiento También Somos Iglesia- Chile.