El pasado martes 14 de abril se efectuó la reconstitución de escena del asesinato de tres miritas en 1981. Para la diligencia judicial efectuada en el sector Lago Neltume Alto fue traído especialmente el desaforado diputado Rosauro Martínez Labbé para prestar testimonio sobre su participación en los hechos. El procedimiento estuvo a cargo de la ministra de la Corte de Apelaciones de Valdivia, Emma Díaz Yévenes quien actúa como ministro en visita (de dedicación exclusiva) dada la relevancia de esta investigación de violación a los derechos humanos en el sector cordillerano de la comuna de Panguipulli, Región de Los Ríos.
Fueron trasladados también algunos de los conscriptos que han entregado información a la justicia, lugareños que observaron a la distancia los hechos, así como Juan Carlos Henríquez Jaramillo, hoy adulto, que a sus 15 años fue enviado por su madre a dar aviso a Carabineros de que habían llegado a su casa tres personas que eran fuertemente buscadas.
Pedro Cardyn, ex combatiente, en entrevista con Puelche Comunicaciones a este respecto describió a los convocados de esta manera: “Además de Rosauro Martínez, como principal inculpado, eran 4 miembros del ejército, dos cabos, un personaje un poco extraño que fue vinculado como perteneciente a la CNI. El tercero es un testigo que era conscripto y que fue el que más dio información de los hechos que ocurrieron. Eso por parte de los principales inculpados de las fuerzas armadas. Por la parte de la comunidad fueron entrevistados, el joven, el hijo de la Flora Jaramillo de 14 años en la época que fue a avisar a caballo a carabineros”.
Cabe tener presente que los hechos ocurrieron el 19 de septiembre de 1981, en la parte alta de la comuna de Panguipulli, donde tres meses antes el ejército había detectado por azar un campamento de entrenamiento que estaba en fase de reconocimiento del terreno y que albergaba a 15 personas que estaban preparándose para generar una guerrilla rural para apoyar el derrocamiento de la Dictadura Militar. 5 de los 12 jóvenes (todos menores de 30 años) habían sido obreros madereros en el Complejo Maderero de Panguipulli y más tarde partieron al exilio para retornar para esta operación. José Eugenio Monsalve Sandoval, Patricio Calfuquir Henríquez y Próspero del Carmen Guzmán Torres habían sorteado la dureza del invierno moviéndose por la montaña tratando de traspasar el cerco militar[1] luego de que fueran detectados en junio. Se habla que dos mil uniformados de distintas unidades se habían trasladado al sector, algunos con entrenamiento especial anti insurgente, algunos CNI, pero también algunos conscriptos, parte de los testigos que tres décadas después han comenzado a hablar.
“Lo que se sabe es que el joven Juan Carlos es enviado por Flora Jaramillo al retén de Neltume y vuelve hacia Remeco con los carabineros en un vehículo de carabineros y le avisa a unos militares que están instalados dentro del fundo y ahí cruzan por el portón y llegan por el alto. El asalto comienza rodeando la casa por la vertiente sur oeste según las descripciones que dan los testigos y que son relativamente coincidentes” describe Pedro Cardyn.
Tantos fueron los impactos de bala de la primera casa de Floridema Jaramillo que fue destruida en gran parte por lo que la recreación tuvo que ser ejecutada en el perímetro. El procedimiento judicial fue llevado a cabo con la presencia de personas de organizaciones de víctimas de violación a derechos humanos de la Región de Los Ríos, familiares de las víctimas, así como ex compañeros de los que allí perdieron la vida. Como contraparte, también se apostaron en el lugar partidarios del desaforado diputado de Renovación Nacional, Rosauro Martínez, militar en retiro y cabeza de la operación efectuada en la zona en 1981. Los adherentes portaban un cartel que decía: “Rosauro creemos en ti, no te dejaremos solo” y al parecer venían de algunas de las comunas de la VIII región donde Martínez ha sido diputado por tres períodos.
Las tretas para escabullir la justicia
Cuando ya había caído la noche del 14 de abril recién pasado conversamos con José Manuel Bravo Aguilera, Pedro Cardyn y Jorge Gatica, todos ex militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y directamente vinculados al Proyecto Destacamento Toqui Lautaro. Sus palabras y reflexiones aportan interesantes perspectivas para analizar lo ocurrido.
“Sabemos que está mintiendo porque él cometió una cantidad de errores porque como encargado militar de una operación que en ese momento era importante para la Dictadura, no puede decir cosas tan absurdas como que el disparaba tendido en el suelo cuando ahí había en ese tiempo un cerco que era de estacones gruesos de madera nativa, firme y alto, entonces si él se tiende detrás de ese cerco no ve ni la casa, entonces cómo iba a disparar desde ahí tendido en el suelo” plantea José Manuel Aguilera.
Pedro Cardyn, médico familiar y actualmente integrante de la Red de Organizaciones Sociales y Ambientales de Panguipulli reafirma y complementa dicha apreciación “Yo creo que la estrategia de los abogados fue decir frente a la magistrada de que las muertes fueron enfrentamientos en condiciones más o menos iguales. Y yo escuché bastante bien la versión de él porque hablaba bastante fuerte. Entonces su versión era que ellos se parapetaron, que eran sólo tres lo que parece muy raro que sin saber cuántos guerrilleros estaban ahí hayan llegado sólo tres. Ellos se parapetan y les dan la orden de rendirse antes de disparar. O sea eso es lo que en las películas se ve: ‘los soldados honorables en una guerra del honor’. Se le dice al adversario: estás en inferioridad, ¡ríndete¡. De hacer la idea de que fue un enfrentamiento y que murieron en un combate, en un enfrentamiento, no en un asesinato de personas desarmadas fuera de condiciones de combatir. Si yo voy armado a un combate, yo sé que puedo morir en el enfrentamiento: él o yo. Es distinto si el otro está desarmado y yo le disparo, yo estoy matando a una persona indefensa. (…) La orden que tiene que haber recibido Rosauro Martínez es de comandar un combate sin prisioneros, o sea una operación de exterminio” sostiene Pedro Cardyn.
Esa versión de que fue un asesinato y no un enfrentamiento coincide con el hecho que José Eugenio Monsalve Sandoval lo rematan cuando estaba herido en una quebrada cercana a la casa desarmado. La envergadura de la acción militar queda reflejando en la sangre encontrada posteriormente en las camas donde estaban Patricio y Próspero descansando, además la cantidad y precisión de los impactos de balas en sus cuerpos hace pensar que fueron matados con disparos a pocos metros. “Camilo, por ejemplo, fue asesinado cuando él había ya salido por detrás de la casa y se encontraba herido en el muslo en el fondo de una quebrada. Y los otros dos dentro de la casa. La cantidad de sangre que dicen algunos testigos que encontraron al día siguiente, además de la cantidad de disparos que la mamá de Patricio Calfuquir encontró cuando fue a la morgue, eran 6 disparos en el abdomen. 6 disparos en el abdomen no es desde afuera de la casa, eso es a boca de jarro. Es una ráfaga a 1 o 2 metros. O sea tú no tiras una ráfaga desde 30 metros de distancia y los 6 tiros llegan justo en la misma área” plantea Cardyn
Un tercer elemento que les hace pensar que las palabras expresadas por Rosauro Martínez frente a la Magistrada son parte de una estrategia, es que “trataba de insistir en lo de la protección a la población civil, que ellos tenían que preocuparse de proteger de los extremistas, cuando lo que hacía el Ejército era aterrorizar a toda la gente que vivía en el Complejo en ese tiempo todavía” agrega José Manuel Bravo, quien nació y creció en la zona y conoció personalmente la realidad del trabajo de la extracción de madera, de los aserraderos, así como la represión que vivieron aquellos pertenecientes a la organización del Complejo Forestal y Maderero de Panguipulli.
Durante la reconstitución de escena Pedro, José Manuel y Jorge y otras 70 personas observaron desde unos 20 metros de distancia aproximadamente cómo los detectives actuaban lo que los testigos señalaban y escuchaban con atención gran parte de lo que éstos decían.
Pedro Cardyn describe la disposición de las acciones de esta manera: “La primera parte de la reconstitución fue interrogatorio a todos los testigos claves y al propio Rosauro que fue el último que le hicieron el interrogatorio. Ella hizo un círculo con los testigos principales y yo creo que había 12, 15 detectives. Había un detective que era como delegado de la Corte Suprema por ser un proceso tan mediático. [También estaban] los familiares directos de los muertos y los abogados de Rosauro Martínez y los abogados nuestros estuvieron ahí en las cercanías, pero a una cierta distancia y lo que la jueza intentaba es que los interrogados no escucharan la declaración de los otros testigos lo que no era tan real porque, de hecho, Rosauro estaba a cierta distancia, pero escuchaba mucho, yo también escuché mucho lo que se decía, pero a veces había que agudizar el oído. Estábamos como a 20 o 40 metros los que estábamos dentro del perímetro y los que estaban fuera del perímetro, estaban como a 60 metros detrás de un cerco de rodellines anchos”.
Lo que alerta a este ex mirista es que en momentos de interrupción del procedimiento Rosauro Martínez se acercó a hablar a Juan Carlos Henríquez Jaramillo, uno de los principales testigos. “En algunos momentos de descuido ya que se paraban las actividades, Rosauro Martínez se acerca a él y le dice cosas y algunos sospechamos que lo fue a amenazar (…)o no sé qué porque puedo sospechar cualquier cosa. Esto fue en los momentos de interrupción de la reconstitución” sostiene Pedro.
Uno de los testigos que parece que es el que más se acerca a la verdad, hizo actuar a los policías como lo hicieron los militares en ese tiempo y se ve que asesinaron a los compañeros. Nosotros sabemos que fue asesinato desde el primer instante que supimos la noticia en el 81, pero para nosotros es constatar, ver a los tipos como asesinos que en ese momento eran mandados por Rosauro. Además el que lo acusa dice que él, que Rosauro fue la persona que dio los disparos finales a los compañeros. Entonces ahí el ánimo comenzó a subir un poco de parte de nosotros y cuando se terminó la acción de recreación de los sucesos, saliendo el Rosauro, le gritamos: asesino. La ministro igual se enojó porque a ella le corresponde resguardar a todas las personas, testigos y demáses”.
Lo que no se ve
La zona de Neltume fue fuertemente reprimida incluso desde los primeros días luego del Golpe de Estado de 1973, pues parte de los trabajadores del Complejo Forestal y Maderero de Panguipulli decidieron hacer una oposición a lo que estaba ocurriendo haciendo uso de algunas armas que tenían. Estuvieron resguardados recorriendo el territorio por unas semanas. Producto de esta historia de combatividad es que se decide en los ochenta asentar uno de los campamentos de entrenamiento del MIR en estas selvas cordilleranas. En ambas ocasiones y a lo largo de los años hubo persecución, hostigamientos y distintas acciones de guerra psicológica, además de torturas a un alto número de personas. Todas estas acciones estaban apuntadas a infundir el miedo y desmovilizar a la población tanto del lugar como a nivel nacional. Por ello no es al azar que se haya organizado un reportaje especial en la televisión de esa época cuando los militares buscaban a los guerrilleros detectados en 1981.
“Y lo que todo el mundo podría preguntarse es por qué Floridema Jaramillo que era muy amiga de Delia Sandoval [madre de José Eugenio Monsalve Sandoval alías Camilo] (…) iba a delatar a alguien tan querido, tan cercano y tan conocido y tan emparentado como su sobrino Camilo. Entonces eso no se sostiene. ¿Qué pasó?. Una de las versiones que la recogimos hoy día es que la hija de la Floridema Jaramillo dice: mi mamá se sintió asustada y que por eso mandó a avisar, pero jamás pensó que los iban a matar, lo que pensó es que fuera carabineros que los iba a detener y que ella se salvaba de un problema porque los militares habían estado durante semanas y semanas desde que detectaron el campamento el 27 de junio aterrorizando a toda la población que rodea Liquiñe, Reyehueico, Carirriñe, Quilmío, Pasa, Alto Pasa, Remeco, Neltume, la Comunidad Juan Quintuman de Lago Neltume” explica Pedro Cardyn.
Y es ese tejido social intangible el que está herido, esas personas y comunidades anónimas que sufrieron el miedo cotidianamente al estar bajo estado de sitio. Ese duelo que es distinto al de los familiares de quienes murieron, pero que sigue punzante no sólo en los recuerdos. Esta violencia estatal rompió lazos y cambió radicalmente el rumbo de muchos destinos. Esa herida no merma la increíble capacidad que tenemos los seremos humanos de resignificar lo ocurrido, repararlo entre los pares y retomar las razones y sentires por los cuales lucharon aquellos y aquellas que ya no están. En ese horizonte en la reconstitución de escena ocurre un diálogo que permite mirar con algo más de esperanza el futuro de nuestra sociedad.
“Cuando llegamos al lugar con los dos primeros vehículos, la familia, la hija de Flora Jaramillo, sale indignada considerando que nosotros estamos interrumpiendo su tranquilidad, por decirlo así, y tienen una reacción bastante violenta, digamos, muy alterada porque consideran que estamos ofendiendo su espacio, su tranquilidad y ellos no quieren saber nada porque consideran que nosotros los estamos responsabilizando o juzgando a ellos y eso en realidad nos impacta a todos y fue un proceso bastante difícil de contención que tuvo que realizar los familiares, la Jovita [Jovita Silva, hermana por parte de madre de José Eugenio Monsalve Sandoval] , la María Elena Calfuquir [hermana de Patricio Alejandro Calfuquir Henríquez] hasta poder serenar y hacerles ver que lo que nosotros la idea no era quitarles su espacio, lo que nosotros andamos buscando después de 30 años es justicia y que ellos también sufrieron las consecuencias de la represión porque ellos lo que hicieron fue de alguna manera forzado por la violencia que desarrolló el ejército en la zona. Y eso fue un proceso difícil y tensionó los ánimos de todos en algún instante”. cuenta Jorge Gatica.
Pedro Cardyn complementa lo dicho por su compañero diciendo: “Cuando llegamos, estaba Eliana, ella es hija de Floridema o Flora Jaramillo, entonces la Eliana está conversando con la Jovita. Ellas convivieron, vivieron de niñas en la misma casa porque la Señora Flora era muy amiga con la Delia, la mamá del Camilo, nuestro compañero asesinado, y se visitaban mucho y, más encima, la Delia crió a hijos de la Flora, entre otras, a Eliana, entonces tuvieron una relación de casa, de infancia, de vivienda, muy familiar, muy cercana y se encuentran hoy día en esta situación dramática y Eliana está indignada y están agarrándose y la Jovita muy dolida, muy dañada porque ella le reitera: yo no vengo a alegar contra ti e incluso hace tanto tiempo que no nos veíamos y yo tenía muchas ganas de ver a Juan Carlos. Algunos familiares de los compañeros muertos, la Jovita y la María Elena Calfuquir, hermana de Patricio Calfuquir alías Pedro, hacen un trabajo de contención con ella hasta que al final se va calmando, pero ella estaba como muy agresiva: ustedes me vienen a acusar a mí de que yo tengo la culpa y que poco menos que me quieren meter presa. Dejó que se desahogara y al final terminamos todos, un tremendo grupo emocionado de ver que de la que para muchos, años atrás era la traidora, la que entregó a nuestros compañeros, en el fondo tenía un drama humano fenomenal. Y están más dañados que nosotros, o sea tienen más dolor porque nosotros hemos hecho nuestro proceso, estamos en paz, estamos tranquilos. Yo abrazo a Juan Carlos que hoy en día tiene 50 años, que es este niño que tenía 14 en la época y hay 36 años de su vida que han sido un infierno. Y yo lo miro y veo un niño adulto, un niño con cara de viejo y que lo que primero me dice y se me cae la cara de pena, lo voy a abrazar con ganas de decirle: papito, tu dolor es el mismo que el mío, y me dice: yo todavía me siento culpable” cuenta Pedro.
Historia viva
En una dimensión distinta a la anterior, uno de los asistentes evalúa positivamente que se estén llevando adelante estos procesos judiciales, asunto que décadas atrás se veían muy lejano y que aporta a la reconstrucción de la verdad, acerca la posibilidad de justicia judicial y abre nuevas posibilidades.
“Llegar a esta situación hoy día, es evidentemente un hecho impactante en lo personal y para el grupo Memoria de Neltume porque cuando retornamos al país al comienzo de los noventa, a poco andar comenzamos con la idea de rescatar la memoria de nuestros compañeros caídos y comenzamos a coordinarnos los que ya estábamos en el sur viviendo, en términos de rescatar la memoria y buscar algunos niveles de justicia por la muerte de nuestros compañeros. Y ver hoy día que tenemos una reconstitución de escena donde se lleva al responsable principal es satisfactorio. Si bien no podemos predecir los resultados de la investigación, el hecho que se le enrostre su actitud de asesino y se le mantenga en la calidad de imputado no es un tema menor para nosotros. Y creo que, más aún en las circunstancias políticas que vive el país, o sea cuando se habla de la corrupción, del descrédito de la clase política, tu lo comparas con la actitud que tuvieron aquellos compañeros que murieron por ideales absolutamente loables, marca una diferencia sideral con los que hoy día hacen política. Y ese cambio moral, es lo que nos permite a nosotros hoy día sostener las mismas banderas que nos permitieron luchar y enfrentar la Dictadura” concluye Gatica.
Pedro, por su parte sostiene “Y ocurre esto que personajes importantes como un Capitán de Ejército, un diputado está sometido a proceso por crímenes, es imputable, tiene que venir al sur a prestar testimonio, pero a la vez, no es fruto sólo del accionar judicial, porque en algún momento volvemos a creer en la justicia, no yo creo en la justicia, lo que si creo es que cuando nosotros hacemos cosas, nosotros nos organizamos, los familiares en contacto con la comunidad, en contacto con el territorio, hacemos un monumento, recordamos la memoria sistemáticamente pese al miedo de la gente, el miedo inicial que, poco a poco va cayendo, el proyecto que hizo la dictadura se viene abajo. Ellos lo que querían era un miedo eterno, un olvido eterno, no se habla más de esto”.
Nada es al azar
La razón de la fuerte persecución a Neltume y sus alrededores tiene directa relación con lo que allí se estuvo fraguando hasta 1973 y que se retomó en los ochenta. Cuando se comenzaron a tomar los fundos los trabajadores del Complejo Forestal y Maderero eran 580 y al momento del Golpe de Estado ya eran 1200 en las tierras cercanas de Neltume y 3200 en el conjunto de los fundos, pues muchos habían sido contratados para alivianar el trabajo en la montaña. Además de lo anterior, en las asambleas se decidían acciones que iban en directo apoyo de las condiciones de vida de los trabajadores y sus familias. De los nuevos obreros que se integraron a esta empresa social muchos eran de las comunidades mapuches aledañas. De las palabras de José Manuel Bravo se logra desprender como pasado y futuro están íntimamente relacionados y como se habían logrado avanzar mucho pasos en el Complejo, una iniciativa que funcionó entre 1971 hasta 1973 y fue administrada por sus 4000 obreros que logrando gestionar 360.000 hectáreas de la cordillera de Valdivia.
“Una de las cosas más importantes de la represión posterior de la Dictadura es porque en el Complejo se transformó la historia. En el Complejo los trabajadores expulsaron a los patrones, o sea ahí se derribaron todas las teorías de los economicistas sobre la importancia del patrón para hacer funcionar las empresas. (…) Bueno este es un asunto largísimo (…) la explotación era tan salvaje por la forma de trabajo que tenían porque era una producción industrial, sin embargo crearon una conciencia política a pesar de que no se sabía de política, pero estaba lo que es la solidaridad, estaba lo que es las ganas de la libertad, de conseguir una vida mejor y estaba el sentido de la unidad. (…) Lo que había que hacer era organizar a los trabajadores. Ustedes formen su comité de toma y todo eso que era como elegir una directiva sindical y los trabajadores empezaban a funcionar inmediatamente. Yo siempre digo: es la más alta expresión de la democracia porque ellos empezaban a decidir qué cosas iban a hacer. Además aquí hay un desmentido a todas las teorías economicistas de que los trabajadores son flojos y son borrachos y son despilfarradores y todas esas cosas. Porque los trabajadores no sólo se hacían responsables de producir de nuevo, sino que ellos tomaban decisiones sobre cómo producir más porque la plata de la ganancia se iba a invertir en ellos mismos (…) Había gente que se dedicaba a la educación de todos, de los niños y el interés por leer y prepararse, por tener más conocimiento, porque todo el mundo comprendió que sólo los conocimientos y la educación, los iba a hacer participar de mejor forma en el proceso que se estaba llevando adelante. Cuando sólo llevábamos tres años estábamos pensando en crear una universidad de la madera donde se formara a los trabajadores, a los hijos de los trabajadores como especialistas de la reforestación y en todo lo que tuviera que ver con la madera. Eran medidas futuristas porque se pensaba reforestar todo lo que se había arrasado, reforestarlo todo con madera nativa además, no con pino. Entonces esas cosas en el complejo eran fabulosas porque la gente vivía con alegría. Por eso cuando vino el Golpe, los milicos rodearon el Complejo con miles de milicos. En ese tiempo, hasta noviembre de 1973 ya estaban en como 81 personas muertas, los fusilados de Chihuio, los fusilados del puente Toltén, los fusilados de Valdivia y otra cantidad de compañeros que murieron por ahí o los mataron en cualquier parte. Porque eso significaba crear un terror tan re grande. Además las personas que eran los más comprometidos los expulsaron de todos los fundos del Complejo, por eso se llenaron los pueblos de alrededor con gente del Complejo. Eso era parte del terror que ellos tenían que crear para que a nadie nunca más se le ocurra tratar de hacer una revolución o una lucha por mejorar sus condiciones de vida.
Todos estos pensamientos y emociones emergen en un lugar cargado de dolor, pero también de mucha fuerza. En marzo de este año la ministra Emma Díaz encabezó también en Valdivia las exhumaciones de los restos de otros ex miembros del MIR: Julio César Riffo Figueroa y René Eduardo Bravo Aguilera. Estas acciones judiciales se entrecruzan y son el telón de fondo de lo que día a día ocurre en este territorio donde alguna vez se rescribió la historia. Hoy tres décadas después muchos los testigos que eran niños hoy no lo son tanto. Otros y otras han muerto. Recordar no sólo nos ayuda a volver a mirar el presente sino nos constituye y fortalece nuestras raíces, las cuales nos permiten tener la energía suficiente para construir nuevamente de manera colectiva alternativas a este sistema que día a día va cayéndose. La historia es más circular de lo que nos percatamos, tener presente el Julio Ponce Lerou, yerno de Augusto Pinochet y hoy rostro de sucesivas noticias dado el caso Soquimich, fue el encargado de la privatización del Complejo Forestal y Maderero de Panguipulli.
Texto y fotografías: El Puelche