“Existe una idea de orden inerte, un orden sin vida, que ojalá en las calles nadie se junte con nadie”

Una sociedad que aun se encuentra enclaustrada en el orden, herencia cultural de la dictadura, y una formación errada a Carabineros explica la directora del INDH los hechos de violencia protagonizado por funcionarios contra manifestantes. Al mismo tiempo, dan cuenta que su margen de acción es reducido para enfrentar los excesos policiales. Respecto de la situación en la Araucanía, Fries señala que no se percibe una voluntad de hacer de este tema un asunto de Estado, lo que a la larga puede tensionar a niveles incontrolables en la zona.

“Existe una idea de orden inerte, un orden sin vida, que ojalá en las calles nadie se junte con nadie”

Autor: Jose Robredo

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A partir de las últimas manifestaciones y las violentas acciones de la policía uniformada para “controlar” a los manifestantes – dejando heridos graves e incluso con riesgo vital –  a estado en la palestra en los últimos días. Las reacciones de familiares, el gobierno y la oposición han sido encontradas, generando un fuerte debate al respecto.

Lorena Fries, directora del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), señala que el margen de acción del Instituto se enmarca en “la prevención y la activación de mecanismos legales” y que en Chile existe una situación cultural respecto de la actuación de Carabineros en las manifestaciones donde “los Derechos Humanos hacen contribuir a una mirada donde las democracias son espacios de resolución de conflictos y no la ausencia de ellos”.

En conversación con El Ciudadano tratamos este tema y la actual situación en la zona de la Araucanía, donde según Fries debe llevarse a cabo un “dialogo de alto nivel” y pasar a entender este tema como un asunto de “Estado” antes que de un gobierno en particular.

 

Con las últimas señales del gobierno dan a entender que se avalan las acciones de carabineros ¿Cuál es la sensación del Instituto al respecto?

Yo no tomaría las palabras del ministro Burgos en esos términos. Porque más bien lo que se está tratando de zafar a la gente es esta distinción donde si criticas a Carbineros por alguna situación estás en contra de Carabineros o si avalas a Carbineros estas en contra de los manifestantes, creo que esto es lo más nocivo de lo que está pasando. Me parece que nadie a criticado per se a Carabineros sino que en situaciones puntuales, que en el caso del Instituto, son dos: en el marco de las manifestaciones y lo que pasa en el conflicto del Estado con las comunidades mapuche en la Araucanía.

¿Percibe que hay una “orden” desde la autoridad civil, de los gobiernos, para el actuar de Carabineros?

En general, todos los ministros del Interior, independiente del gobierno, apoyan a Carabineros. Pero no tengo la impresión, y no debiera ser sino como Instituto tendríamos que criticar el mando político, que se avale el actuar de Carabineros. Cierto es que el Estado de Chile aún no está acostumbrado a tener un organismo autónomo como es el Instituto que pueda, y deba, hacer las criticas a los diferentes organismos del Estados cuando se afectan los Derechos de las personas.

Aun existe desconocimiento a nivel público de la labor del INDH ¿Qué capacidad de influencia tienen a nivel político o legislativo?

Yo quisiera que tuviéramos mayor incidencia. Hoy lo que tenemos es la incidencia a través de nuestra voz que se hace escuchar a través de los informes anuales, donde hacemos recomendaciones al Estado de Chile, y también a través de nuestros Informes de Función Policial que sacamos todos los años, que entendemos que a Carabineros pueda no gustarle pero es la misión y mandato que nosotros tenemos: representar y comunicar a los órganos del Estado cuando se han cometido violaciones a los derechos humanos, que es lo que se ha producido en el contexto de las movilizaciones intensas como es el caso del 2011 y que me temo que en una nueva etapa de manifestaciones pueda parecerse. Por lo tanto, nuestro trabajo es de prevención a través de nuestra voz y por otro lado es activando mecanismos legales, que son bien reducidos, como son los recursos de protección, de amparo y querellas por torturas. Si en el caso de Rodrigo Avilés, que por suerte ya se encuentra en proceso de recuperación, hubiese fallecido no tengo claro que tuviésemos las atribuciones de querellarnos en dicho caso, y creo que corresponde a un Instituto tener dichas posibilidades.

Hay dos casos “íconos” en lo que se refiere a violencia policial en los últimos tiempos, Manuel Gutiérrez y Rodrigo Avilés ¿Qué debe pasar para que se produzca un punto de inflexión en esta materia?

Yo creo que debemos hacer más insistencia como Instituto en que cosas deben cambiar al interior de Carabineros de Chile, desde el punto de vista de la formación o por educación en Derechos Humanos. En el mundo los funcionarios de fuerzas especiales o antimotines son una especialidad dentro de su institución que trabajan con los estándares específicos que se deben aplicar en la gestión de las manifestaciones. Esperamos poder avanzar hacia allá y cumplir con la misión del Instituto que es convencer a las autoridades de hacerlo mejor y criticarlos cuando no lo hacen bien.

¿Ahora existe una predisposición cultural frente a la represión? Uno puede escuchar a mucha decir que “si vas a una marcha debes aguantar que te peguen”…

Yo creo que si hay una batalla en Chile es por la hegemonía cultural, donde yo creo que los Derechos Humanos hacen contribuir a una mirada donde las democracias son espacios de resolución de conflictos y no la ausencia de ellos. Y en esos conflictos las personas tienen derechos a usar su voz, y usan su voz en diferentes formas como pueden ser las manifestaciones, que están avaladas como parte del ejercicio de derechos siempre y cuando se hagan de forma pacífica.

Evidentemente la gente que no actúa de forma pacífica en las marchas, que nos los considero manifestantes sino que delincuentes o son grupos marginales que buscan otro tipo de cuestiones y no hacer presente su voz, deben ser investigados y sancionados si corresponde. Pero el derecho a manifestación es la unión de dos derechos fundamentales en toda democracia: el de reunión y libertad de asociación y la libertad de expresión.

¿Esa mirada cultural es una herencia de la dictadura?

Se ha mantenido dicha herencia, por ambos lados. Por el lado de Carabineros, según me cuenta una muy buena fuente, actúan de manera instantánea frente a los reporteros gráficos, carteles y manifestantes. En el caso de los padres de muchachos que sean detenidos en las manifestaciones se presenta el temor de que sean torturados como pasaba en dictadura. Ahí hay dos fantasmas de arrastre de la cultura dictatorial entendiendo que Chile está inserto en el mundo, donde la gente se manifiesta y no necesariamente hay una especie de enemigo público, sino que es una forma en la que se expresa la democracia.

¿Pero no tiene esto alguna relación con la idea de crear una especie de “enemigo interno” con la imagen de los manifestantes?

Es probable que haya algo de eso. Existe una idea de orden inerte, un orden si vida, que ojala en las calles nadie se junte con nadie. El otro día en la prensa se publicaba que si las movilizaciones fueran ordenadas no pasaría nada de esto, pero las manifestaciones son por antonomasia un desorden. Entonces Carabineros debe entender que no solo debe proteger a quienes no se manifestan sino que también a aquellos que se manifiestan pacíficamente; y la gente que no se manifiesta va a tener que entender que en ciertos momentos está la molestia que significa modificar los itinerarios de tránsito, ver como irse más temprano, etcétera, pues eso es en aras de la democracia.

Días tensos en la Araucanía

Hoy estamos en un período complejo en la Araucanía ¿Cuál es la mirada del Instituto al respecto?

Para nosotros es un conflicto estructural que no se va a resolver con medidas de aumento de la seguridad en la región, donde la población se está viendo vulnerada en sus derechos. Aquí hay una situación donde el Estado ha sido deficiente para resolver el problema de fondo como las aristas a partir, por ejemplo, de las ventas de territorios que el Estado hizo a inmigrantes, que compraron de buena fe, pero ahí hay un problema. Entonces la salida que vemos nosotros es el llevar a cabo un dialogo de alto nivel entre las comunidades y el Estado de Chile, y no el gobierno, porque esto cambia cada cuatro años generando desconfianza en las comunidades mapuche de que esto se resuelva bien.

Entonces decimos que hay que ver el problemas de las tierras, ver la situación de derechos políticos y avanzar en los temas de consulta, que son muy complejos, pero que en Chile deben tener un espacio donde la relación es muy asimétrica la relación entre los proyectos de inversión, que hacen al desarrollo de Chile, y las comunidades que se sienten pasadas a llevar. En este punto la normativa es insuficiente.

¿Desde las autoridades políticas perciben la voluntad de que este tema sea considerado como un tema de Estado y no de gobierno?

La verdad, no. Tenemos la sensación de que es un conflicto que se arrastra y que, eventualmente, puede seguir en lo mismo, pero con la gravedad es que hoy en la Araucanía han aumentado los episodios de violencia, que hay una radicalización de posturas y eso no va a ayudar a la técnica por antonomasia para la resolución de conflictos de Derechos Humanos que es el dialogo con todos los actores sin excluir a ninguno.

De seguir en progreso esta radicalización podemos encontrarnos en un escenario extremo de violencia

El relator de Naciones Unidas sobre terrorismo y derechos humanos, señalaba que en Chile no había terrorismo pero que se podían generar las condiciones para que tengamos situaciones no queridas en la Araucanía…

… Quizás eso es lo que se busca desde algunos sectores

Espero que no. Eso sería una irresponsabilidad tremenda.


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