El obispo luterano Helmut Frenz, fundador de la Comisión Nacional de Ayuda a los Refugiados (Conar), que ayudó a salir del país a siete mil personas luego del Golpe Militar de 1973, murió ayer, 13 de septiembre, en Alemania, su país natal.
El Obispo, que llegó a Chile en 1965 como pastor de la Iglesia Evangélica Luterana de Concepción para trabajar con personas encarceladas y pobladores de distintos campamentos de la localidad de Hualpencillo (octava región), dedicó 36 años de su vida a la defensa y promoción de los Derechos Humanos, según consigna la página web de la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas (Fasic).
La Fundación ecuménica, creada en 1975 por Frenz y el obispo Jorge Hourton, es su obra más perdurable: Hoy está avocada tanto a señalar responsables de vejámenes y asesinatos a opositores del régimen durante la dictadura, como a desarrollar programas que mitiguen los efectos del modelo económico, instaurado en esos años, en los derechos sociales, culturales y ambientales de la población.
Frente a la persecución, tortura y desaparición de ciudadanos dirigida por el Estado dictatorial, el luterano, inspirado en la “perspectiva cristiana de liberación y dignidad de las personas”, creó otras organizaciones para la asistencia y defensa de los oprimidos por el sistema político. En 1973, además de la Conar, creó, junto al cardenal Raúl Silva Henríquez, el Comité de Defensa de Derechos Humanos, donde compartió la presidencia con el obispo católico Fernando Ariztía Ruiz. La entidad pasó luego a denominarse Comité de Cooperación para La Paz en Chile.
En reconocimiento al trabajo social del luterano, el Alto Comisionado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), príncipe Saddrudin Aga Khan, le otorgó en 1974 la más alta distinción de la ONU, la medalla Friedjof Nanssen. Por orden de Augusto Pinochet y por la misma labor humanitaria por la que fue galardonado por la ONU, Frenz fue expulsado de Chile el 3 de octubre de 1975.
La Comisión Ética Contra la Tortura, de la que Helmut Frenz fue cofundador junto a personalidades del mundo religioso y de intelectuales defensores de los derechos humanos, comunicó que comparten el “profundo dolor del la inmensa familia de chilenos y chilenas que sufrieron el terrorismo de Estado y fueron apoyados por el fallecido sacerdote en diferentes tiempos y circunstancias”. Además, la organización declaró que recoge el legado de Frenz “comprometiéndose a continuar su lucha por la erradicación de la tortura, contra la impunidad, contra el terrorismo de Estado y la criminalización de la lucha social”.
En el mismo comunicado, la agrupación recordó la poco atendida participación de Frenz como testigo en diversas causas de derechos humanos, destacando la ocasión en la que relató en tribunales la respuesta de Pinochet al ser consultado por el paradero de desaparecidos en una audiencia sostenida por él y Monseñor Fernando Ariztía: “Los comunistas más peligrosos son los miembros del MIR –Movimiento de Izquierda Revolucionario-. Deben ser torturados porque de otro modo no cantan. La tortura es necesaria para erradicar el comunismo de raíz.”, el episodio fue plasmado por el Obispo luterano en su autobiografía “Mi Vida Chilena” (LOM 2006).
El Ciudadano