Flor Calfunao Paillalef: La resistencia de una representante mapuche en Ginebra

En el 2008 le dieron el Premio de Derechos Humanos Ciudad de Ginebra. Además, es embajadora del pueblo mapuche ante las Naciones Unidas. Aún así, Suiza rechazó su solicitud de asilo político y le acaba de retirar su permiso de residencia. "Si me expulsan a Chile, corro riesgos en cuanto a mi vida", advirtió Flor Calfunao.

Flor Calfunao Paillalef: La resistencia de una representante mapuche en Ginebra

Autor: Absalón Opazo

La representante del pueblo mapuche ante las Naciones Unidas, Flor Calfunao Paillalef, premio de Derechos Humanos de la Ciudad de Ginebra 2008, vive horas extremadamente difíciles. Su demanda de asilo político ha sido rechazada y, por ende, la situación migratoria en Suiza aparece fragilizada. El martes 19 de julio de 2017 le retiraron su permiso provisorio de residencia. Las autoridades competentes no brindan explicaciones públicas sobre el caso.

Su entrega hacia la causa mapuche fue reconocida por Ginebra en 2008 con el Premio oficial “Mujer Exiliada, Mujer comprometida”. Entre la “gloria” de entonces y su inseguridad actual, se interpone un trámite migratorio que pende como la espada de Damocles.

La historia de resistencia de esta mujer mapuche arranca desde su cuna. Su relación con Suiza data de casi veinte años, cuando se estableció en Ginebra. Miembro de una familia perseguida y agredida, parte de una comunidad históricamente amenazada del sur de Chile, Flor Calfunao Paillalef es la Apo-Werken (embajadora) del pueblo mapuche ante las Naciones Unidas.

Según informaciones publicadas por diversos cotidianos nacionales a fines de junio, la solicitud de asilo político presentada por Calfunao Paillalef ante las autoridades suizas en 2008 fue rechazada. Después de casi 9 años, una amenaza de expulsión pesa sobre ella. Pospuesta, por el momento, por un recurso jurídico a la espera de una decisión definitiva, aunque el martes 18 de julio le retiraron ya su permiso provisorio de residencia.

Ante la demanda de información a la Secretaria de Estado para la Migración sobre las causas de ese rechazo y la posibilidad o no de una expulsión, la respuesta es lacónica: “por razones de protección de la privacidad, la Secretaría no da informaciones sobre casos individuales”.

Comunidad mapuche reprimida

“La realidad cotidiana de mi familia y mi comunidad en el sur de Chile, es cada día más grave”, subraya Flor Calfunao Paillalef en entrevista exclusiva. Lejos de mejorar, con el tiempo se va empeorando, insiste.

La criminalización de la lucha por la tierra ancestral, la denigración cultural, la persecución, la represión con alevosía, son las constantes cotidianas, afirma Calfunao Paillalef, quien no demora un instante en dar ejemplos que fundan sus afirmaciones. Uno de ellos, que tuvo repercusión internacional, fue la agresión a fines de enero de este año de fuerzas de seguridad a su comunidad y en la cual resultó seriamente herido su sobrino Waikilaf Cadin Calfunao, hijo de su hermana Juana, Lonko (autoridad tradicional) de la Comunidad Juan Paillalef, ubicada en la Comuna de Cunco, Araucanía.

Tal como lo constataron diversos medios helvéticos, el joven que fue atendido por especialistas en Suiza algunos días más tarde de la agresión, y tenía decenas de perdigones incrustados en articulaciones en diversas partes del cuerpo, en especial en su pierna izquierda.

“Denunciamos el caso de mi sobrino en la última reunión del Consejo de Derechos Humanos en Ginebra en abril pasado. Constituye un ejemplo emblemático porque a pesar de su juventud ha tenido ya 90 causas judiciales en su contra y 60 detenciones arbitrarias, muchas de ellas con maltrato y tortura comprobadas, subraya la dirigente indígena”, subraya la representante mapuche, que recuerda que la casa de su familia fue destruida en tres ocasiones por desconocidos y ha sufrido contantes allanamientos policiales.

Foto: Información Mapuche

“Esa represión aumenta cada día”, enfatiza. E insiste en que el suyo es un pueblo históricamente reprimido y hoy criminalizado. Expuesto desde siempre a una política sistemática de exterminio. “La que se manifiesta a diario en el comportamiento agresivo de médicos, policías, gendarmes, todos de origen colono que nos miran con desprecio”. A pesar de “nuestra resistencia ancestral y actual, pagamos un precio muy caro por nuestra falta de visibilidad mapuche”, señala.

Y de ahí la importancia de su presencia al frente de la Misión Mapuche ante las Naciones Unidas. “Fui designada por un Consejo de Lonkos en septiembre de 2011 como Apo-Werken (embajadora) del pueblo mapuche en las instancias de la ONU en Ginebra”, lo que abre una ventana de información y denuncia internacionales en coordinación con otros mapuches, sobre la cruda realidad que vive mi pueblo, enfatiza Flor Calfunao Paillalef.

Medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos

La situación de inseguridad de la familia Calfunao ha traspasado las fronteras chilenas y constituye un caso asentado en la Comisión de Derechos Humanos (CIDH) de la Organización de Estados Americanos (OEA).

En octubre del 2015 el organismo internacional solicitó “medidas cautelares”, es decir de protección, para Juana Calfunao y su familia. En su fundamentación, el organismo interamericano se remonta a hechos acaecidos ya en el año 2000, cuando “agentes de seguridad pública golpearon a Juana Calfunao, a pesar que se encontraba embarazada, lo que provocó la pérdida de su bebé”. Las violaciones de derechos humanos han continuado hasta la actualidad, según lo constata el organismo.

Sin respuesta de parte del Estado chileno, la CIDH amplió en febrero del 2016 dichas medidas cautelares a través de la Resolución 33/2016 a otros miembros de la familia de la lideresa mapuche, expuesta en primera línea por su lucha por el territorio ancestral de su pueblo. El organismo reconoce también la situación de “gravedad y urgencia puesto que su vida e integridad se encontrarían en peligro”, según lo expresa en un documento de seis páginas firmado por Elizabeth Abi-Mershed, Secretaria Ejecutiva Adjunta.

Es importante recordar, subraya Flor Calfunao, que en dicha resolución la CIDH enfatiza que “los pueblos indígenas y tribales tienen derecho a gozar del control efectivo de sus tierras “…y de liberarse de aquellos que intenten ocupar sus territorios.

“No tengo miedo…, quiero seguir luchando junto a mi pueblo. Así como en marzo de 1923, el gobierno suizo permitió que el Jefe Iroqués Cayuga Deskaheh, en un acto público, se digiera al pueblo de Ginebra, después de que la Sociedad de Naciones se negara a escucharlo, hoy Suiza nuevamente debería reafirmar su compromiso con los derechos humanos y las libertades fundamentales de los pueblos indígenas con medidas concretas y no coartando la libertad de expresión del pueblo mapuche en las Naciones Unidas”, subraya.

Su inseguridad migratoria actual, si bien la preocupa, no la atemoriza. “Me preocupa que en caso que Suiza decida expulsarme le esté haciendo un gran daño a todo mi pueblo”, enfatiza Flor Calfunao. Y el argumento fluye de inmediato. “Una decisión de este tipo le privaría a la nación mapuche de un palco de denuncia y de visibilidad internacional, al negarnos su representación ante las Naciones Unidas”.

El riesgo ha provocado la movilización de numerosas organizaciones internacionales apoyo a los pueblos autóctonos, quienes han lanzado una petición en línea. La misma que a inicios de julio contabilizaba casi mil firmas, solicita a las autoridades helvéticas que concedan el asilo a la representante mapuche. “Constato un notable apoyo internacional e incluso representantes de tres Estados han suscrito una carta en el mismo sentido”, subraya.

Es paradójico, señala Calfunao Paillalef, “que Ginebra me galardonara en el 2008 con el premio de los derechos humanos, sin preguntarme entonces si estaba legal o no en Suiza”. Y que ahora, “las autoridades migratorias amenacen con expulsarme”.

Una paradoja de complejo código de interpretación. O tal vez, sin ninguna clave de racionalidad. Lo que es cierto, como lo afirma a nivel de conclusión la representante mapuche en la ONU, “que, si me expulsan a Chile, corro riesgos en cuanto a mi vida, mi seguridad y mis derechos. Toda mi familia y mi pueblo son sistemáticamente maltratados. Y la comunidad internacional tiene sobradas pruebas de esta realidad”.

Por Sergio Ferrari, desde Suiza


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