Iniciativa para las minas antipersonales

Massoud Hassani cuenta cómo sus sueños de niño se convirtieron en realidad de adulto, transformó los juguetes que construía de pequeño en objetos útiles. El Servicio de Acción sobre Minas de la ONU señala que el 40% de personas que fallecen o sufren algún tipo de mutilación por las minas son niños. Kilómetros cuadrados de terrenos que siguen contaminados y que amenazan las vidas de comunidades enteras.

Iniciativa para las minas antipersonales

Autor: Mauricio Becerra

minas

Muchas personas a punto de terminar sus estudios tienen que abandonar sus hogares. Un estudiante afgano de diseño industrial quiso que su proyecto final de carrera conectase su infancia en Kabul, la experiencia de la guerra y la huida de su familia a Europa. Su primer prototipo Mine, una esfera de cañas de bambú y plástico con aspecto de diente de león, está diseñado para detectar y detonar minas antipersona.

Massoud Hassani cuenta cómo sus sueños de niño se convirtieron en realidad de adulto, transformó los juguetes que construía de pequeño en objetos útiles. El Servicio de Acción sobre Minas de la ONU señala que el 40% de personas que fallecen o sufren algún tipo de mutilación por las minas son niños. Kilómetros cuadrados de terrenos que siguen contaminados y que amenazan las vidas de comunidades enteras.

En Siria, más de un millón de personas han resultado heridas desde 2011, la mayoría mujeres y niños. Muchos de los casos han terminado en minusvalías o amputaciones. Abdul Rahman, estudiaba ingeniería en la universidad de Alepo cuando comenzó la guerra, ha diseñado un programa para curar heridas con impresoras 3D. Su propia experiencia le animó a establecer un precio más asequible que los del mercado. Rahman señala que puede mejorar el desarrollo psicológico y físico de las personas afectadas, sobre todo de los niños, porque permite adaptar y controlar tamaños, colores y formas de elaboración.

La dificultad de acceso a las zonas de conflicto impiden los desplazamientos. Trabaja en colaboración con médicos y personal sanitario en el terreno que se encargan de informar sobre los casos que requieren su ayuda. Ya no hay máquinas para hacer resonancias magnéticas, tan sólo hay unos pocos médicos de especialidades como neurología, los bancos de sangre son deficientes y los laboratorios muy pobres. Yasser Darwish, médico en la zona norte de Alepo, describe cómo antes de la guerra disponían de un buen nivel médico, pero han retrocedido 50 años en capacidad técnica y equipos hospitalarios.

Su historia les persigue y encuentran dificultades para continuar o acreditar sus estudios por falta de documentos. Parte de la solución está en crear redes de apoyo y solidaridad mutua para recuperar el tiempo.

Claudia Brihuega Ortiz

CCS


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