La reconocida y premiada escritora Isabel Allende se pronunció este miércoles a favor de los derechos de las mujeres chilenas en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), cuya sesión abordó la situación del aborto tras una petición del Centro de Derechos Reproductivos y de la Corporación de Derechos Sexuales y Reprocutivos (Miles).
En representación de la Fundación que lleva su nombre, Allende recordó que desde los años 60 las organizaciones de mujeres vienen luchando «por legalizar el acceso al aborto seguro, tal como lo hacen ahora. Medio siglo más tarde, Chile todavía tiene una de las leyes más draconianas en el mundo respecto al aborto, considerado un acto criminal en toda circunstancia».
Para la activista «quienes se oponen al aborto por razones religiosas o de otro tipo, pueden ignorar esta opción, pero es injusto e inmoral imponerle sus creencias a todo el mundo. La decisión fundamental de ser madre debe hacerla cada mujer y niña de acuerdo a su propia consciencia y a sus circunstancias».
Enfatizó que «nadie que no haya sufrido la violación puede imaginar sus efectos en una mujer o, peor aún, en una niña. Dolor, ira, repugnancia, humillación, vergüenza, pesadillas, silencio forzoso, impotencia, odio de sí misma, por no mencionar el terror de contraer una enfermedad venérea».
En este contexto, Allende lamentó que en Chile la causal por violación siga peligrando en la tramitación del proyecto de ley que permitiría la interrupción del embarazo.
En el Senado, la discusión de la norma «puede ser postergada indefinidamente, a pesar de que 71% de la población está a favor. El mayor obstáculo para que la ley sea aprobada es la violación», sostuvo.
«No necesito recalcar cuán común es la violencia sexual perpetrada contra las mujeres y las niñas en la mayor parte del mundo. Chile no es una excepción. Anualmente, 40.000 adolescentes quedan embarazadas, a menudo como resultado de incesto. Nuestra vergonzosa realidad es que las mujeres y niñas sufren más riesgos de violencia sexual en el hogar que en la calle», redondeó.
«La violencia sexual no discrimina, pero cuando se produce el embarazo, las opciones de la mujer para enfrentar la situación son discriminatorias. Las mujeres y niñas de mayores recursos tienen acceso a anticonceptivos orales o pueden obtener un aborto en forma discreta, disimulado bajo el nombre de otra intervención obstétrica. Sólo es cuestión de pagar. Otras mujeres y niñas, especialmente en las zonas rurales, no tienen las mismas opciones», puntualizó.
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