Un horror. Cada día hay más sospechas de que el inicio de este crimen organizado en que se convirtió la agresión israelita contra los palestinos fue arreglado por el mismo sionismo. Es que la organización Hamas desmintió haber sido autora del secuestro de los tres chicos judíos que desaparecieron el pasado 12 de junio en el sector «C» de Cisjordania, zona que no está bajo la Autoridad Nacional Palestina sino de los ocupantes ilegales.
También se sabe que casi inmediatamente el gobierno de Benjamin Netanyahu supo que los tres adolescentes habían sido asesinados. Sin embargo, lo ocultó dos semanas para justificar los operativos de agresión en la zona, sobre todo Hebrón, durante los cuales sus tropas mataron a seis palestinos. En Jerusalén fue secuestrado el palestino, Mohamad Abu Jedeir, de 16 años, y quemado vivo por sionistas, seis de los cuales fueron detenidos. En ese momento las bajas eran 3 por el lado judío y 7 del palestino, con la diferencia de que en los primeros crímenes no estaba clara la autoría. Los otros, en cambio, fueron parte del terrorismo de Estado que encabeza el premier israelita.
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Algunos autores deducen que los tres chicos judíos que hacían «dedo» en la ruta debieron subir a un auto manejado por un judío. Se basan en tres elementos. Esos autos llevan patente amarilla. La regla de oro de esos colonos es antes de subir, hablar con el conductor: si su iddish es perfecto, entonces ascienden. La llamada por celular, de uno de ellos, fue posterior. El auto apareció quemado pero sin la patente.
En esta confrontación que lleva 66 años a contar desde el establecimiento del Estado de Israel en 1948, o 47 años si se toma de mojón la Guerra de los 6 Días en 1967, hay incluso detalles que muestran de qué lado está la verdad. El padre del palestino quemado vivo le pidió a Netanyahu que demoliera las viviendas de los seis extremistas judíos detenidos. Le reclamó que procediera igual que había hecho con las casas de los dos palestinos acusados de matar a los chicos judíos. Resultado previsible: el grupo criminal sionista tiene sus viviendas de pie.
Bombas por doquier
Esa invasión a pueblos de Cisjordania incluyó seis crímenes pero también delitos comunes. La ONG Euro-Mid denunció el robo de 370.000 dólares en efectivo en 387 allanamientos, más objetos valorados en 2,5 millones de dólares, entre los que se encuentran coches, ordenadores, teléfonos móviles y joyas. El dinero y los objetos fueron robados en casas, universidades, clínicas, medios de comunicación y agencias de cambio de divisas. Le afanaron eso a familias palestinas aterrorizadas. Para los argentinos, tal costumbre de robar los remitió a los archivos de la represión en tiempos de Videla-Massera-Agosti. El procedimiento está sacado de los mismos manuales.
Las agresiones en Cisjordania estaban apuntadas a toda la población pero justificadas como persecución «puntual» contra Hamas, sus militantes e infraestructura. Los hechos mostraron que el blanco era más global, los palestinos, pero además -como esa agrupación había formado gobierno con la ANP el 2 de junio- aún tomando la argumentación de Tel Aviv, quería decir que estaban taladrando y buscando la caída de ese gobierno de unidad nacional. Y eso no era sólo contra Hamas -minoría en Cisjordania- sino también contra el mayoritario Al Fatah y el presidente Mahmud Abbas. No conforme con la invasión a Hebrón, Nablus y otras ciudades cisjordanas, el gobierno israelí -que ya venía bombardeando a Gaza- reanudó a gran escala esos bombardeos desde el 7 de julio.
Hasta ayer la triste estadística informaba de unos 750 bombardeos, con más de un centenar de muertos (80 por ciento o más de civiles, incluyendo muchas mujeres y niños), 600 heridos (muchos en estado crítico), 150 viviendas y edificios destruidos. Ese saldo seguramente aumentará en muertos y heridos palestinos en las próximas horas, porque la agresión continúa y Netanyahu ha reiterado su negativa a aceptar un cese del fuego. Más aún, tiene alistados 40.000 reservistas para reemplazar en tareas administrativas a las tropas de infantería, tanquistas y comandos, si es que al final decide completar su genocidio vía aérea y marítima con una invasión por tierra.
Familias enteras que estaban en sus casas fueron asesinados por bombas disparadas desde aviones y barcos. Nueve personas que veían el partido Argentina-Holanda murieron cuando un misil les cayó en el bar. Fueron a ver goles y hallaron la muerte. Estaban frente al televisor porque Israel había cortado el suministro de electricidad y allí tenían un generador. No sólo los métodos y circunstancias permiten apreciar quién es el agresor y quién no. También están los resultados: cien palestinos en su mayoría civiles asesinados, de una parte; ningún israelita del otro. Acá vale aquello de que «la única verdad es la realidad».
Ayuda de los amigos
Las imágenes de los bombardeos sionistas, con los chicos y mujeres palestinas muertas, son muy elocuentes. Y a nivel mundial seguramente han predispuesto en mayor medida que hasta ahora a las personas para tomar una posición más crítica respecto al liderazgo israelí. A contramano de esa opinión internacional, los gobiernos de EEUU, Francia y Alemania, han justificado la política de Netanyahu. Los voceros del Departamento de Estado y la Casa Blanca manifestaron que Israel tenía derecho a la defensa, frente al lanzamiento de cohetes desde Gaza. John Kerry, a cargo de aquel Departamento, tuvo declaraciones de ese mismo tenor.
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El primer ministro israelí tuvo conversaciones telefónicas con François Hollande y la canciller germana Angela Merkel. Y ambos gobernantes europeos le expresaron su comprensión a las represalias contra Gaza invocando también el tema de los cohetes palestinos. Por supuesto que, cínicos como son esos personajes, luego matizaron su posición de apoyo al sionismo con exhortaciones a frenar una escalada del conflicto. Incluso Barack Obama se ofreció como «mediador». Por ahora no lo aceptó ninguna de las dos partes y es lógico, luego de la decepcionante mediación de Kerry desde julio de 2013 hasta junio pasado, cuando se desplomó del todo.
Con el poder de veto de Washington, era seguro que el Consejo de Seguridad de la ONU no jugaría un rol positivo en esta crisis. Se reunió este jueves y el secretario general Ban Ki moon habló de «catástrofe humanitaria» pero no propuso soluciones concretas. Tampoco las tuvo ni las tiene para frenar la agresión terrorista contra Siria, la invasión del yihadista EIIL en Irak, la continuidad de la ocupación yanqui en Afganistán, el criminal bloqueo estadounidense contra Cuba, etcétera.
El diplomático surcoreano presentó las cosas como que habían volado 550 cohetes de Hamas contra Israel y 500 bombardeos israelitas contra Gaza, un número que ya se había quedado corto. El suyo fue un refrito de la conocida teoría de «los dos demonios», que no puede explicar por qué el demonio real asesinó a 100 y el otro, presunto, a ninguno.
Gente valiente
El cronista quiere rescatar dos declaraciones por provenir de intelectuales de origen judío. Uno es el músico y director Daniel Barenboim, argentino-israelita, que condenó la línea de Netanyahu del «castigo colectivo» diciendo que eso pasaba por alto las enseñanzas de la II Guerra Mundial y lo que habían sufrido allí los judíos. Aunque no lo dijo, se podía colegir que Israel estaba haciendo a los palestinos lo que los nazis les hicieron a los judíos.
Otra declaración impactante provino del lingüista Noam Chomsky, quien escribió el 9 de julio: «Israel utiliza sofisticados aviones de ataque y buques de guerra para bombardear atestados campamentos de refugiados, escuelas, edificios de apartamentos, mezquitas y barrios bajos de atacar a una población que no tiene fuerza aérea, ni defensa aérea, sin marina, sin armas pesadas, ninguna unidad de artillería, sin armadura mecanizada, no hay ningún comando en el control, ni ejército… y lo llama una guerra. No es una guerra, es un asesinato». Y al ser contra una población es un genocidio.
Son dos posturas valientes porque ellos pueden ser tratados de «traidores» por los inflamados de sionismo y recibir un tratamiento agresivo. En Israel hay extremistas que acusan de «flojo» a Netanyahu por no haber invadido la Franja. El viceministro de asuntos militares, Danny Danon y el ministro de Transporte, Yisrael Katz, propusieron cortar en forma total la luz y el agua a Gaza. «No habrá combustible, electricidad, agua ni comida», clamaron. El premier alegó que no conviene hacerlo porque tendría consecuencias legales pero que por eso, a falta de esas medidas, incrementó los bombardeos.
En esos bombardeos están empleando armas prohibidas como el fósforo blanco. La agencia iraní de noticias IRNA, citó a Ashraf al-Qedra, portavoz de Emergencias de Gaza, quien denunció que «la mayoría de los cadáveres palestinos están quemados y despedazados, lo que revela el uso de fósforo blanco». «Plomo Fundido» en 2008-2009, «Pilar Defensivo» en 2012 y ahora «Margen Protector». Israel lo hizo de nuevo, arrojando 400 toneladas de explosivos sobre Gaza.
Fuente: ARGENPRESS