Israel ha mostrado gran nerviosismo ante la ofensiva diplomática palestina en la ONU, y afirmó que sus fuerzas de seguridad completaron adiestramientos antimotines y un plan destinado supuestamente a distender la reacción en los territorios ocupados.
Según el diario The Jerusalem Post, el gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu presentó una lista de lo que calificó de «gestos de buena voluntad» frente a la avalancha de críticas internas y foráneas por su reticencia a que la ONU avale un Estado palestino independiente.
En vísperas de la votación prevista para el viernes, los israelíes contemplan reducir las operaciones de sus fuerzas ocupantes dentro de ciudades y aldeas palestinas en el territorio definido como Área A, que está bajo total control de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).
Sin embargo, los sionistas dejaron abierta la posibilidad de ejecutar redadas y otras acciones represivas en caso de «inminentes ataques terroristas», término usado para referirse a la resistencia.
El plan, que se aplicaría en un escenario previsible de fracaso de la iniciativa palestina debido al ya anticipado veto de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad, concede permisos para proyectos de construcción en el Área C y más libertad de movimiento en Cisjordania.
Dicha zona se sitúa en la Ribera Occidental y está bajo administración militar y civil de Israel, pero la ANP ha preparado unos 20 proyectos que planea ejecutar allí si prospera su solicitud de reconocimiento como Estado de pleno derecho en la ONU.
Paralelamente, el comando central del Ejército israelí se mantiene en «alta alerta» por posibles protestas palestinas, y preparó un programa de seguridad individual para los colonos residentes en los asentamientos judíos ilegales de Cisjordania.
Además de coordinar acciones con las fuerzas de seguridad palestinas para minimizar demostraciones en la Ribera Occidental, el primer ministro israelí propuso al presidente de la ANP, Mahmoud Abbas, retomar las negociaciones directas en la sede de la ONU en Nueva York.
Sin embargo, Netanyahu y su gabinete descartaron que en eventuales pláticas con el liderazgo palestino renuncien a exigir se reconozca a Israel como Estado del pueblo judío, lo cual es rechazado por Abbas porque laceraría el derecho de retorno de millones de refugiados a su tierra.
Entretanto, en el plano diplomático Tel Aviv también fue urgido por Jordania, país árabe con el que tiene un tratado de paz desde 1994, a decidir «si desea o no ser parte de Medio Oriente», pues el continuado estancamiento del diálogo de paz tendrá «impacto negativo».
Al respecto, el rey jordano Abdullah II advirtió anoche que el veto estadounidense en la ONU «sólo aislaría más a Israel», de cuyos líderes puso en duda la seriedad para resolver su conflicto con los palestinos.
OIC/ Prensa Latina