Jova del Tránsito Valdés Pozo, vecina de Villa Francia asesinada por la Dictadura el 6 Octubre de 1974

Jova del Tránsito Valdés Pozo falleció el 06 de octubre de 1974 a las 10:30 hrs

Jova del Tránsito Valdés Pozo, vecina de Villa Francia asesinada por la Dictadura el 6 Octubre de 1974

Autor: Arturo Ledezma

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Jova del Tránsito Valdés Pozo falleció el 06 de octubre de 1974 a las 10:30 hrs. tras agonizar 35 días en el Instituto de Neurocirugía a consecuencia de una de bala percutada por funcionarios de Carabineros el 1 de septiembre. La causa de la muerte fue un traumatismo craneoencefálico, por entrada de proyectil en el parietal derecho con salida izquierda, según consta en el certificado de defunción.

¿Quién era Jova Valdés Pozo?

En 1969 Jovita llega a vivir a Villa Francia tras recibir de Serviu una asignación de terreno donde instalaron una pieza de 3 x 6, ahí vivía junto a su hija María Luisa, su yerno Andrés y su nieta Ximena. A María Luisa le costó mucho acostumbrarse al cambio y como su trabajo demandaba mucho tiempo fuera de casa, casi no salía, era Jovita la que se relacionaba con las vecinas. Con el tiempo se fueron ampliando pero siempre de madera hasta que las termitas terminaron por destruir gran parte de la vivienda. Hace no más de 10 años botaron todo y construyeron una casa de material sólido.

Jova Valdés era apegada a sus hermanos, muy alta, medía entre 1.75 a 1.80 más o menos, tez blanca, colorina, ojos verdosos y pecosa, “mi madre era hermosa”, así la describe María Luisa, su única hija. “Mi madre fue criada por un matrimonio de mucho esfuerzo, mi abuela murió cuando ella era muy pequeña, mi abuelo era patriarcal y ella adoraba a sus cinco hermanos, era algo así como fanática de sus hermanos, la comida no abundaba pero no faltaba, fue criada en el campo, acostumbrada a andar a pies descalzos, fue cerca de los 10 años que le regalaron un par de zapatos y entre risas me contó que no se los sacaba ni para dormir, a mi mamá no le gustaban los pacos, es que cuando eran adolescentes los pacos le mataron un hermano, según le informaron lo mataron por cuatrero, vaya uno a saber”, relata María Luisa.

Andrés, esposo de María Luisa, recuerda con nostalgia y admiración a su suegra: “Mi suegra era poseedora de un porte muy distinguido. Muy buenamoza con un físico estupendo, muy elegante, por presencia se imponía frente a los demás”. María Luisa nos muestra una foto para que nos hagamos una idea de lo alta que era, orgullosa nos cuenta que esa foto se la tomaron junto a sus compañeros en la inauguración de un salón de belleza que instalaron en Providencia, realmente destacaba su porte entre los demás.

Madre soltera, luchadora y solidaria

María Luisa relata su infancia junto a su madre “Yo fui la cruz de mi mamá, por ser hija única fui regalona, pero muy regalona, yo no hacía nada, ella todo lo hacía pensando en mi, todo lo que tenía era para mi, trataba de corregirme porque yo era muy hiperactiva, hacia reuniones familiares con mis tíos para que todos me dijeran algo respecto a mis comportamientos, pero sabes?, tengo una habilidad, soy capaz de irme de aquí mientras alguien me está sermoneando, así que eso hacía, todos me decían que era por la falta de un padre, yo creo que por eso mi mamá me llevaba donde mis tíos como para tener una imagen de hombre, hombre que por lo demás jamás me hizo falta, mi madre cubría todas mis necesidades, yo era una bebé casi cuando mis padres se separaron, duraron como 2 o 3 años casados, ella decía que mi papá era flojo y que por eso le dio el “chute” y se quedó conmigo, se separaron luego que mi mamá tuvo una pérdida de gemelos, de verdad que nunca me hizo falta, yo lo veía y sabía de él, si hasta lo visitaba a veces, pero no me hacía falta”.

Luego de la muerte de Jovita, a la semana siguiente falleció su abuelo, María Luisa cree que fue de pena. Actualmente ella vive junto a su esposo en la casa que Jovita nunca vio terminada. Andrés, su esposo, perdió la visión a causa de una enfermedad, de su padre poco y nada sabe, Ximena, su hija, tiene 4 hijos, nietos que le alegran la vida y que le hubiese gustado que su mamá los conociera, su nieto mayor es el que más la visita y muchas veces se queda con ellos, las vecinas que van quedando, porque muchas han muerto por edad o enfermedad, son vitales para María Luisa, “en ellas encontré consuelo, es bueno saber que las que eran amigas de mi mamá, ahora son mis amigas“.

Conversamos con la señora Gloria, una de las vecinas de la señora Jovita, “era las más joven de todas, destacaba por su altura, su color de pelo, su físico, es que era muy linda, una mujer colaboradora, ayudó a muchas acá, si había que ir a buscar material o cosas así para ayudar a levantar cualquier construcción, ahí estaba ella, con nieta y todo, bueno todos andábamos acarreando los cabros chicos, yo tenía tres, ella nos dejó muy lindos recuerdos de solidaridad, la familia de la esquina, por ejemplo, era muy pobre, mas que nosotros, y ella iba y ayudaba a hacer el pan y se quedaba hasta que la vecina vendiera todo, solo por ayudar, no pedía nunca nada a cambio, nosotros no supimos cuando falleció, nos enteramos tiempo después, no fuimos ni al velorio, es que la “Luchita” (así le llaman a María Luisa) quedó muy afectada, desde el día del accidente de la Jovita siempre la hemos apoyado en lo que más se puede, pero respetamos también su dolor, por eso no la recriminamos por no contarnos de la muerte de la mamá”.

El disparo de carabineros y su muerte

Ese día 1 de Septiembre había mucha gente esperando entrar al hospital, abrieron las puertas y se generó una especie de avalancha, cuentan que carabineros trató de controlar la situación, “yo tenía un amigo en investigaciones y me contó que según declaró el paco que le disparó fue que le pasaron a llevar el rifle o la escopeta, no recuerdo exactamente qué arma tenía y dijo que como tenía la bala pasada se le disparó sin querer, otros dicen que él disparó con intención y como mi mamá era alta justo le tocó, fue mala suerte, ella estaba en el momento y en el lugar menos indicado”.

“Yo quedé cojeando, preguntándome por qué, imagínate, yo estaba con ella en la mañana tomando desayuno, las dos teníamos que salir, había otra tía que estaba hospitaliza en el Salvador y ella iba al Hospital Barros Luco Trudeau, mientras desayunábamos me decía que quería llevar a mi hija con ella, yo le dije que no para que fuera tranquila, así que me la llevé yo, salimos juntas de la casa luego nos separamos y de ahí no supe más de ella, estaba preocupada, no sabía a quién llamar, hasta que como las 4 de la mañana apareció carabineros acá en la casa casi echando la puerta abajo y me dice que mi mamá había tenido un accidente y que tenía que ir al hospital de neurocirugía, nunca me dijeron qué tipo de accidente había tenido, pensé que se había caído de una micro, asustada y angustiada partimos para allá, cuando llegué nadie me decía nada, ni me daba información hasta que me dijeron en esa sala hay 2 N.N, y que si quería entrar para ver si una de esas era, no tuvieron un mínimo de delicadeza conmigo”.

35 días estuvo hospitalizada, todos los días la visitaba sin falta, iba 3 veces al día, antes de irse a trabajar, a la hora de colación y antes de irse a la casa, “no sabía qué hacer, si tocarla o no, yo la miraba no más y trataba de no llorar pa’ que no me escuchara, yo pensaba que mi mamá sabía que yo estaba ahí con ella, estaba llena de vendas, llena de tubos y nadie me decía nada, nunca nadie habló conmigo para saber en qué condiciones estaba o cómo iba a quedar, solo me hablaron para decirme que había fallecido. Mientras estaba hospitalizada tuve que ir a declarar a una comisaría que estaba en Gran Avenida, me trataron muy mal, yo lloraba, mi esposo incluso quería pegarle al capitán de carabineros, cuando me dice ‘y pa que llora tanto si fue un puro balazo’, tenía miedo, no me atrevía ni a preguntar”.

“Yo tenía 27 años cuando ella murió, quede con una pena infinita, mi familia también, a Ximena (la nieta) le afectó mucho creo yo, aunque nunca me lo dijo, es que ella cuidaba a mi hija mientras nosotros trabajábamos, estaba todo el día con ella, yo salía muy temprano a trabajar y llegaba de noche, entonces Ximena prácticamente se crió con ella, la muerte de mi mamá fue un descalabro para nosotros, no supimos qué hacer, nuestra hija sufría mucho es que estaba acostumbrada a ella, desde ahí mi hija pasaba de casa en casa con vecinos, con los tíos, porque tuvimos que seguir trabajando, en el trabajo nos dieron de permiso los días que dura un velorio y un funeral y eso sería todo, yo dependía de mi mamá para el cuidado de mi hija y sé que ella lo pasó mal, ese dolor aun lo conservo. Del velorio y el funeral no es mucho lo que puedo contar, estaba bloqueada, no se hizo el velorio acá en la casa, lo hicimos en una iglesia, no supe cuánta gente fue, yo solo quería estar sola, llorar y que nadie me viera, pero se que vino mucha gente, mis vecinas querían a mi mamá, ella pasaba casi todo el día en la casa con mi hija, hizo amistades acá en la villa y todos estuvieron acá, por lo menos eso supe después”.

Violación a los Derechos Humanos y reparación

“Un día en mi trabajo vi la portada de un diario donde decía algo así como ‘Atención, último día para que las personas que tienen algún familiar muerto o desaparecido se presenten a declarar e inscribirse en Avenida Vicuña Mackenna’ y salía una numeración, le conté a mi esposo y él me dice que vaya y cuente para que la gente sepa, así que tome la decisión y fui”.

“Me llamaron un día de la Valech 1, me dieron un libro y ahí salía que había una violación a los Derechos Humanos, pero me dijeron que no tenía derecho a nada porque yo tenía 27 años y estaba casada, lo encontré muy injusto, era mi mamá, que tenía que ver mi edad o si estaba casada o no, estaba indignada con esa respuesta y desistí de hacer más trámites, pasaron muchos años y cuando hicieron el informe Rettig me llamaron nuevamente y recién ahí consideraron que tenía derecho a reparación, nos dieron 10 millones de pesos y yo le decía a mi esposo que yo no esperaba que me pagaran por la muerte de mi mamá, sé que era lo justo, pero sacaba las cuentas de cuanto costó cada lágrima derramada y llegaba a la conclusión que era una “chaucha”, pero de verdad que yo no esperaba dinero, esperaba reconocimiento, nunca tuve rencor hasta el día de hoy, sé que suena raro, pero es lo que siento”.

Revisa: “A 42 años: Detenidos Desaparecidos y Ejecutados de Villa Francia durante la Dictadura”

fuente Radio Villa Francia


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